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Ewan McGregor se pasa a la dirección con un Pulitzer incendiario

Póster de "Pastoral Americana"

Francesc Miró

En Donostia ya se nota que el festival va despidiendo su 64 Edición. Uno se cruza con las mismas caras en los pases, con más ojeras pero con el mismo rostro pensativo: sigue sin haber una clara candidata a la Concha de Oro y no queda más que un día de pases. Así que todo el mundo opina pero muy pocos ponen la mano en el asador.

Lo que sí que se ha aclarado es la más firme candidata al Premio del Público de esta edición. Si bien hasta ahora la película que mejor había caído entre los asistentes del festival había sido la suiza My Life as a Courgette, hoy podemos decir que Ken Loach le ha dado la vuelta a la tortilla. Parece que, a falta de algun título que difícilmente llegue a su nivel de aceptación, Yo, Daniel Blake será la vencedora de este año.

Si bien ya nos aguardan pocas sorpresas, el festival sigue sin dejar de mostrar títulos interesantes. Al debut tras las cámaras de Ewan McGregor se le suma la nueva película del pequeño de los Trueba y un western en la Patagonia argentina.

Pastoral Americana, un Pulitzer en manos de un debutante

Pastoral AmericanaLa primera novela de la llamada Trilogía estadounidense también fue la más celebrada. Philip Roth se hizo con el Pulitzer con la novela original que hoy adapta Ewan McGregor, y gracias a ella pudo continuar sus andanzas con Me casé con un comunista en 1998 y La mancha humana en el año 2000. Hoy, muchos consideran que la saga es el mejor retrato de la decadencia de los valores nacionales norteamericanos antes del 11-S.

Algo de interesante debió ver el afamado actor escocés cuando decidió que su carta de presentación en el mundo de la realización cinematográfica iba a ser una de las mejores novelas de Roth. Y que no iba a quedarse ahí: la iba a protagonizar y traer a su terreno.

Confusa durante gran parte de su desarrollo, Pastoral Americana juega con la desventaja de partir de una obra cumbre para tardar en confirmarse como un film con personalidad propia. Sin apenas filigranas, el McGregor director decide ir al hueso de la temática que atenazaba las múltiples lecturas del Pulitzer: la caída de los pocos resortes que sostenían el sueño americano y el destrucción de la idea de self-made man.

El invierno, un western silencioso en la Patagonia

El inviernoEl mundo, como tenía a bien recordarnos Clint Eastwood, siempre se ha dividido entre los que tienen el revólver y los que cavan. Algo que parece haber asimilado muy bien el realizador argentino Emiliano Torres en su primera película. El invierno es, durante gran parte de su metraje, un retrato social de aires realistas sobre un patrón que manda y unos esquiladores que obedecen.

Pero poco a poco va transformándose en otra cosa distinta, un western que se diría que no quiere serlo. Una historia de una doble batalla perdida, la de un hombre contra la naturaleza, y la de la naturaleza del hombre contra sí misma. Entre ambas disyuntivas se mueve siempre este retrato bellísimo y silencioso de la Patagonia argentina que nunca llega a coger el impulso que parece pedir, pero que evoluciona por caminos inesperados y sorprendentes.

También, es el relato de un duelo generacional de difícil resolución. Un hombre que toda su vida se ha dedicado a cuidar de la granja de su patrón, pierde su trabajo. En su puesto entra alguien más joven y vital. Y entre ambos, crece una enemistad que no tiene que ver con las personas que son, sino con lo que representan.

La reconquista, romanticismo hipster para principiantes

La reconquistaEl hijo de Fernando Trueba, Jonás, lleva un tiempo afianzando un estilo propio alejado tanto del de su progenitor como del de su tío. Siempre en los márgenes de la industria, ha sabido encontrar caminos de distribución alternativos para cada uno de sus proyectos, apostando por modelos modernos y por la autopromoción comprometida.

La reconquista es ya su cuatro largometraje y esta vez ha llegado hasta la Sección Oficial a concurso de un festival de categoría A, después de haberse batido el cobre en Gijón o Málaga. Se podría pensar que porque este es su mejor filme y está seguro de ello. Pero lo cierto es que un visionado de esta historia romántica puede crearnos algunas dudas.

La reconquista es una película profundamente romántica que no esconde su condición de moderno producto intelectual de alta cuna. Su sinceridad es de alabar y, en parte, eso hace que su desarrollo funcione perfectamente durante la primera mitad de lo que dura. Pero esta historia de dos treintañeros que se reencuentran tres lustros después de haber vivido un intenso amor juvenil, no sabe cuando callar. No significa esto, que no estemos ante una cinta con escenas tocadas por una naturalidad y unas actuaciones creíbles y sentimentales. Pero su discutible discurrir la empantana en un tibio retrato amoroso de lo que podría haber sido una excelente reflexión sobre el paso del tiempo en la relaciones de la pareja contemporánea. Una improbable Concha de Oro que, cada día que pasa, se nos hace más difícil de aventurar.

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