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Vuelven Flores en el ático

Marta Peirano

Clásico de culto, pornografía para adolescentes o la novela que te arruinó la vida familiar. La mujer que plantó la palabra incesto en el vocabulario de una generación vuelve a la pequeña pantalla, pero por la puerta grande. El telefilme es una superproducción con Kiernan Shipka (Mad Men) como la joven Cathy Dollanganger y Heather Graham como la bella, narcisista y olvidadiza Corinne, que gana todos los años como la peor madre de la historia de la literatura.

La serie de bestsellers de la norteamericana V.C. Andrews, una saga de la familia Dollanganger publicada entre 1979 y 1986, sería el típico cuento de los hermanos Grimm –una fantasía de huerfanitos con madres demoníacas, abuelas torturadoras y muertes tempranas–, si no fuera por el sexo.

Se diría que en una historia donde una joven viuda conspira con la abuela para encerrar a sus cuatro hijos en el ático, y (a partir de aquí: ¡spoilers!)¡spoilers! envenenarlos hasta la muerte para poder recibir su herencia y volver a casarse, habría escándalos para repartir. Y diría mal, porque la herida que no cicatriza es que los niños crecen para compartir edredón, además de desgracias.

La primera adaptación, en 1979, le quitó tanta chicha que se convirtió en otra historia, con una madre semiestúpida con demasiados vestidos de lamé dorado. Como para compensar, la adaptación que estrena Lifetime este fin de semana le ha sacado más jugo al revolcón.

En el libro, la primera vez que Cathy y su hermano se entregan al tabú más popular del mundo, una violación en la que todos son víctimas porque no hay nadie para explicarles lo que son las hormonas y tienen sólo catorce años. Como en otro edén trastornado para adolescentes, El lago azul, las dos cabras tiran al único monte pastable, y su historia acaba siendo como la de Bella y Edward de Crepúsculo (si él no fuera vampiro y los dos fueran hijos de los mismos padres). Es decir, una pasión autodestructiva entre dos almas gemelas (casi literalmente) que desafía todas las reglas sociales y es, por lo tanto, un amor inevitable y fatal.

El telefilme, producido por Front Street Pictures para Lifetime, se salta la violación para pasar directamente al petting, cosa que le ha valido una somanta de malas críticas antes del estreno.

“Lo más descarado del libro Flores en el ático –protesta Slate– es que es un testamento de la sinceridad de los niños Dollanganger a su instinto de supervivencia. Hicieron lo que tenían que hacer, en todos los sentidos. El triunfo contra la adversidad a través de la perversidad”. Aunque clásico de la exploitation para jovencitas cachondas y reprimidas, reducir el conflicto a la historia de dos hermanos que se magrean es pasar de la exploitation al softcore, un revuelto que afianza la confusión sin reducir el nivel de ansiedad.

Aunque no hay fecha de estreno en España, Lifetime ya está preparando las producciones correspondientes a los otros cuatro libros de la saga. Se presiente una ola de pasiones incestuosas y delirios de bailarina entre la generación que acaba ahora la educación primaria.

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