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Las webseries piden paso

Imagen de David Velduque y Víctor Towfon, productores de 'Hipsteria', la nueva webserie de MTV.

Prado Campos

Si decimos House of Cards u Orange is the new black, pocos serán los que piensen a priori en lo que son en realidad: webseries. Las dos ficciones estrellas de la plataforma online Netflix han dejado claro que el modelo de consumo tradicional de las series, si quedaba alguna duda, ha cambiado por completo. No solo se han estrenado sus segundas temporadas íntegras para consumirlas a demanda sino que compiten en igualdad de condiciones (calidad, factura, actores...) con las series tradicionales y, además, no las emite un canal de televisión.

La plataforma, llámese canal x o internet, y el soporte, sea el televisor, el portátil o la tableta, no es hoy lo importante para el consumidor de series (acostumbrado a maratones o a ver sus ficciones favoritas al ritmo de emisión, generalmente, estadounidense). Pero, más aún, han ayudado a desterrar ese tópico de que las series de ficción para internet son por lo general amateurs y primeros trabajos.

En España el mundo de las webseries comenzó a finales de los noventa con Javi y Lucy, dirigida por Javier Fesser, y La cuadrilla espacial. Tras varios años de parón, en 2004 llegó Cálico Electrónico, la webserie más longeva nacional que sigue en emisión, y a partir de ahí el sector comenzó a crecer. Tanto que hoy España está considerada la mayor potencia mundial en creación de webseries, lideran los palmarés internacionales y han nacido festivales especializados en ellas.

El primero de carácter nacional y dedicado en exclusiva a las webseries es el Festival Español de Webseries FEW, que celebra a partir de hoy su primera edición en Madrid con 132 webseries nacionales e internacionales inscritas, proyecciones, mesas redondas y una gala de premios. Y en cuanto a la producción, aunque no existe un registro oficial, desde el festival apuntan a que actualmente está entorno a las 500 webseries en nuestro país.

Paula Hernández, una de las mayores expertas en webseries en España y autora del blog enawebseriada, asegura que “España es campeona mundial de las webseries” tal y como ha publicado recientemente el diario francés Libération. En su artículo compara la creatividad española de hoy con la argentina postcorralito y asegura que la crisis ha hecho que “España sea el nuevo Hollywood de las series que se emiten por Internet. Casi o sin exageración alguna, la crisis da unas ganas inmensas de decir cosas y da buenas razones para hacerlo sin esperar nada de nadie”. “Ante la crisis, el sector audiovisual busca formas de lanzarse sin mucho dinero. No sé si somos los campeones del mundo como dicen, pero sí que somos uno de los países que más webseries genera al año al nivel de Estados Unidos”, matiza Hernández.

“España siempre ha sido un país a la vanguardia de la expresión y la creatividad. La crisis ha hecho que mucha gente que se ha quedado sin trabajo o acaba de terminar los estudios se lance a internet porque quiere trabajar. El hambre agudiza el ingenio”, analiza tirando de su propia experiencia Julio Garma, director del FEW y creador de Freaklances Project, una productora-agencia que ha nacido gracias a sus trabajos en el mundo de las series online. Freaklances fue su primera webserie, un trabajo de animación centrado en el mundo de los freelances que surgió en 2009 para intentar captar una campaña de marketing. De ahí nació su empresa y ya van por la tercera serie para internet.

“Es una manera de darse a conocer para la gente que no tiene posibilidades, que está cansada de llamar a puertas y más con los medios tradicionales que siguen despidiendo a gente. Cuelgan sus trabajos en internet y, gracias a eso, a muchos les ha llegado la oportunidad. Es una nueva forma de hacer un currículum para los nuevos creadores”, resume Hernández.

Lo mismo que a Garma le ocurrió a David Velduque, creador de varias webseries y de la agencia Neurads. Desalmados fue su primer proyecto y también nació “como una forma de promocionarnos porque pensamos que internet nos iba a permitir darnos a conocer más facilmente y con contacto directo con el público. Lo hicimos en plan aventura, con un presupuesto de risa y nos llevamos una grata sorpresa”, cuenta.

Para el lanzamiento de la serie, que tiene siete capítulos, grabaron en una semana y contaron con cameos de actores conocidos como Pepe Viyuela, Carolina Bang o Carmen Ruiz. Lanzaron la webserie en Youtube y Antena 3 les eligió para lanzar su primera webserie: Háztelo mirar, una comedia muy interactiva apoyada en el programa Ponte a prueba y producida por el grupo de medios. “Hemos vivido las dos fórmulas y ambas tienen sus cosas buenas y malas, pero está claro que alguien tiene que producir”, garantiza.

También gracias a su primer trabajo nació su empresa, en la que hacen desde videoclips a spots y branded content, y esta semana acaban de estrenar Hipsteria, la nueva webserie que MTV les ha encargado. Se trata de una comedia de cinco episodios que analiza los arquetipos del mundo hipster llevándolos al extremo desde el humor. “Al final la mejor forma de una marca para acercarse a su público es dándole valor, dándole un contenido, y una forma buenísima es hacer una webserie de ficción o documental”, señala.

¿De dónde llega el dinero?

“Al principio nadie te respalda, la financiación es cero. Ahora la cosa está cambiando pero originalmente las webseries han nacido con presupuestos de decenas de euros. En la actualidad, aunque de forma limitada, están saliendo más creadores que se juntaron para lanzar sus ideas viendo que el mercado de los contenidos online tiene mucho potencial. Y algunos de esos proyectos se han convertido en empresas como nos ha pasado a nosotros, Neurads o Malviviendo”, explica Garma. Y añade, en esa línea que hoy es difusa en el mundo de las webseries donde la ficción pura y dura convive de forma natural con los contenidos con un carácter más publicitario y transmedia, que “lo principal es el patrocinio, que las marcas quieran apoyar una producción bien financiándola o con branded content. Poco a poco los canales empiezan a pagar. Primero fue YouTube. Y ahora Yahoo ha anunciado que va a crear un canal de vídeos y se está llevando a golpe de talonario a los creadores de YouTube. Que haya competencia es bueno para conseguir financiación y rentabilizar los proyectos”.

Lo cierto es que la mayoría de los trabajos personales de ficción estrictamente o de los primeros trabajos nacen con presupuestos bajísimos autofinanciados, como ha ocurrido tradicionalmente con los cortometrajes, o tirando del crowfunding, bien poniendo un teaser para poder crear la serie o bien para poder rodar una segunda temporada, nos explica Paula Hernández. Las otras fórmulas “están más ligadas a la publicidad, creando una webserie bien para una marca determinada que te patrocinará o producirá o mediante el branded content”, remacha.

Sin duda, lo más difícil es sacar adelante un proyecto personal. “Es lo más complicado porque tienes que convencer a un grupo de personas para que participe. Es lo más bonito pero lo más difícil. Nosotros empezamos así, con una apuesta personal con la que tuvimos mucha suerte y que nos salió muy bien. Pero lo importante y lo bueno que tiene internet es que se pueden hacer cosas. Hace años no era tan fácil pero hoy tenemos internet y la repercusión de las redes sociales y, por tanto, más posibilidades sin necesidad de una empresa o marca grande detrás. Por eso se está viviendo este cambio. El momento que vivimos es una oportunidad. No nos podemos quejar, hay que arriesgar y hacer cosas nuevas, romper esquemas y no seguir las líneas que han marcado otras generaciones porque somos una generación diferente”, afirma Velduque.

Lavida.es es una de las webseries que están nominadas en el FEW. Narrada en lenguaje 2.0 a través de tweets, mensajes de Whatsapp, pubicaciones en Facebook o rutas de Google Maps, es una comedia divertida y ágil, muy orientada a los nativos digitales, que habla sobre los peligros y el día a día de una vida 'social' en la que vamos dejando nuestro rastro. Surgió cuando sus creadores se quedaron en paro. Trabajaban en una productora audiovisual haciendo programas de televisión y con varios proyectos en el cajón, un día en tren lleno pero en el más absoluto silencio se les ocurrió la idea. “Aparentemente no pasaba nada pero todo el mundo estaba inmerso en sus tablets o smartphones”, explica Pau Secarrant, uno de sus creadores –la serie está producida por su productora y agencia audiovisual Coses Sèries–.

“Era nuestra primera webserie y pensamos que internet era perfecto para lo que queríamos contar. Aun así, teníamos mentalidad tradicional y la presentamos a varias productoras pero no la veían por el formato. A finales de abril del año pasado la lanzamos con seis capítulos quincenales. Y después muchas de las productoras, algunas de ellas con las que ya habíamos hablado, se interesaron por reunirse con nosotros. A raíz de eso llegamos a un acuerdo con un par de productoras y ahora estamos tratando de sacarle algún rendimiento económico vendiéndola para algún canal de televisión o plataforma continuándola o recomenzándola con algún patrocinio”, cuenta.

Lavida.es comenzó “gracias a la buena voluntad de amigos actores y demás personal técnico. Nadie cobró un duro. Lo hicimos por amor al arte y como carta de presentación de nuestra productora”, afirma Secarrant. Hoy, prosigue, “las cadenas empiezan a vislumbrar que exite vida en internet”. Se nota que cada vez apuesta más por este canal “pero es lógico porque el público se les está yendo. El espectador va por delante de las productoras y los canales. Y, además, la publicidad en televisión cae en picado y en internet no para de subir”. Pero a pesar de las oportunidades del momento actual, la otra cara llega con la competencia feroz que posibilita internet.

Las claves del éxito de una webserie

“Sobre el papel es complicado vender nada y más ahora que cualquiera te hace un video con buen nivel técnico y las herramientas profesionales están al alcance de casi todos. Lo que hay que hacer es contenido que destaque por encima de los otros y hacerlo, porque por muchas ideas que tengas si no se las enseñas al mundo o no te van a hacer caso o a alguien se le ocurrirá algo similar a lo que tienes el cajón”, señala Secarrant.

Como en todo no hay fórmulas mágicas para que una webserie tenga éxito, triunfe en internet y llame la atención de productoras, televisiones o marcas que las respalden. Una de las claves de la explosicón de este fenómeno está en su libertad temática y la posibilidad de tocar ciertas cosas que en los canales tradicionales pueden resultar espinosas. Un buen ejemplo de esto sería Libres, una webserie protagonizada por siete jóvenes que ocupan un pueblo deshabitado del Pirineo para dar un giro a sus vidas y romper con el sistema hacia un modelo de autogestión con sus bondades, problemas o cesiones.

“En un momento me planteé presentarlo a televisiones pero, como conocía su funcionamiento y que siguen buscando contenido generalista a muerte y no les interesan las audiencias específicas y además tenía un contenido político, lo descarté y decidí hacerlo por mi cuenta de una forma muy low cost”, asegura su creador Álex Rodrigo, que firma con esta su octava webserie. Lanzó un teaser en Goteo.org para iniciar una campaña de crowfunding –“es muy útil además porque te ayuda a tener una comunidad de seguidores desde el inicio del proyecto”– con la que recaudaron más de 5.400 euros de 86 mecenas. Supuso el 80% de su presupuesto, el resto lo pusieron él y otro de los guionistas. Con ello, estuvieron cinco semanas rodando, dos en Madrid y alrededores donde grabaron los flashbacks con los que arrancan cada uno de sus diez episodios y tres en Yeste, un pequeño pueblo del Prepirineo aragonés con un único habitante.

La serie se estrenó en febrero de 2013 cada quince días y la semana que no había capítulos seguían generando movimiento con making off y contenido extra, además del feedback que iban recabando en Facebook sobre las cuestiones que abordaban en cada capítulo.

Hasta hoy Libres, nominada en el FEW, ha recogido multitud de premios nacionales e internacionales en festivales de Roma, Canadá o Los Ángeles y tiene nominaciones en Melbourne, Tijuana y en el próximo Miami Web Fest, que se celebrará en octubre, donde también optan a los premios otras cuatro webseries españolas (Sin vida propia, El Gran día de los feos –la primera appserie española–, La grieta y Generación Z). A pesar de ello, garantiza, “a día de hoy no nos ha dado ingresos. Estamos negociando con una cadena de televisión autonómica para producir la segunda temporada siempre que haya unos salarios mínimos para todos. En la primera temporada no cobró nadie desde el refuerzo de cámara o hasta Juanjo Artero que participó en la serie. Curramos por amor al arte. Como se hacía con los cortos aunque fueron diez cortos”.

Pero además de las nuevas formas de financiación y la variedad temática, la mejor baza de las webseries es, sobre todo, el propio lenguaje del medio. Hablamos de ficciones cortas (adaptadas al consumo actual en los dispositivos móviles), con mucho ritmo y enfocadas en nichos de público específicos. “En internet hay que buscar un nicho. Ya no existe el para todos los públicos”, garantiza Paula Hernández. Y otra pata fundamental es la promoción, hay que saber mover las webseries y darles visibilidad y, para ello, las redes sociales hoy son el arma.

“El objetivo generalmente no es acabar en internet porque son pocos los que se ganan la vida ahí. Generalmente, igual que se hace un corto para saltar al cine, aquí la aspiración es llamar la atención para ir a los medios tradicionales que es donde se gana dinero o montar una productora y vivir de la red”, dice Hernández. “El salto a la tele aún sigue siendo la referencia pero cada vez para menos gente. La diferencia entre televisión e internet cada vez es más difusa y en los próximos años va a desaparecer del todo, así que tampoco es pasar a la televisión y más con estos formatos que por su duración y lenguaje son perfectos para momentos de espera en el taxi o el metro. La aspiración o el sueño es vivir de esto. No forrarnos pero sí poder comer de ello. El objetivo es saber que habrá una remuneración y no saltar al vacío”, añade Secarrant.

Qué vida más triste fue la primera webserie que saltó a la televisión nacional consiguiendo que las aventuras de Borja y Joseba estuvieran cuatro temporadas en La Sexta. Malviviendo es otro buen ejemplo, de hecho es una de las webseries más exitosas de la red (su primer capítulo tiene más de 2,5 millones de reproducciones en Youtube, por ejemplo). Comenzaron con 40 euros de presupuesto y, tras seis años y tres temporadas que concluirán en julio, han arrasado en su web e internet con las andanzas de los habitantes del sevillano barrio de Banderilleros y también encontraron su oportunidad en Canal Sur el año pasado con Flaman. O Año Sabático que con su webserie viajera obtuvieron una sección en El Intermedio de La Sexta. La niña repelente (creada en 2009 y con más de 6'6 millones de reproducciones de su primer episodio) es otro de los casos en los que sin necesidad de terminar en un canal tradicional una webserie supera todas las expectativas y arrasa online. “Es de las pocas que viven de su marca”, matiza Paula Hernández.

¿Se puede hablar ya de industria?

Aunque el momento está viviendo, podríamos decir, una de sus épocas de gloria, aún quean escollos por salvar con productoras y medios tradicionales para que las webseries se consoliden como un producto más de consumo que sea rentable para los creadores. “Posiblemente en cinco años no hablemos de webseries o series. La gente asocia la webserie a un producto amateur con poco presupuesto pero esto está cambiando muy rápido. Hay marcas que están poniendo dinero, festivales, distruibuidoras y esto le da seriedad al mercado. Todo avanza de forma geométrica y muy rápida y aunque aún queda para que se consolide como un mercado, ya estamos en ese camino”, dice Julio Garma.

En este sentido, Álex Rodrigo matiza que hoy en día en las webseries pasa como con los cortometrajes: “El corto ya no es un género amateur para aprender sino que se hacen cortos totalmente profesionalizados con salarios de cine y creo que las webseries van a ir por ese camino”. Paula Hernández, por su parte, pone el acento en que hoy por hoy las webseries se han convertido “en una cantera de nuevos talentos pero más adelante podría ser una industria con su propio lenguaje. Además de que hay salidas, quizás son más difíciles en la ficción tal cual pero muchos de los pioneros que comenzaron en 2006 haciendo webseries hoy trabajan en sus productoras o están en los departamentos de nuevos medios de canales de televisión”.

Lo que está claro, como expresa Rodrigo, es que la industria está cada vez más interesada en las webseries “porque, aunque es un formato nuevo y aún hay un desfase entre creadores e industria, tienen muchísima repercusión”. Por eso, añade que sería conveniente que las administraciones públicas se plantearan dar subvenciones, que no existen hoy, al igual que se hace con los cortos, el cine o los documentales. Pero lo más importante, opina, es que se les toma en cuenta como el producto de calidad y profesional que son. “Falta que la industria no nos mire como unos niños pequeños, que es lo que hace. Te llegan ofertas de canales o grupos multinacionales diciéndote que te hacen promoción pero que no te pagan o, como mucho, te dan un 25% de los banners, que son 50 euros si llega. Tienen que dejar de pensar en esos niños a los que quieren ayudar a dar visibilidad y pagarnos por nuestro trabajo. Es muy cómodo para ellos rentabilizar nuestros productos gratis y tener contenido gratuito porque creen que al creador de una webserie le hace ilusión salir en una página determinada. Nadie se plantearía algo así con una serie de televisión hecha para televisión pero no les da pudor si es para sus webs”, reivindica. Para ello, abunda en la necesidad de asociarse o encontrar algún mecanismo que les haga fuertes y pueda acabar con esas ofertas “de visibilidad” pero sin dinero de por medio. “Libres es una serie con bastante éxito pero cada vez que tengo que pagar el alquiler sigo teniendo que hacer publicidad porque la serie todavía no se rentabiliza por ningún lado”, concluye.

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