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La vendimia en Tierra de Barros sigue tirando de contratos irregulares y mano de obra extranjera a bajo precio

Varios jornaleros vendimian en Almendralejo / JCD

Jesús Conde

Llegó el punto alto de la vendimia en Tierra de Barros y los tractores están a todo gas. Los contenedores pasean repletos de uvas, hasta arriba, camino de las bodegas.

En esta comarca de Badajoz la recolección de la uva no solo supone la base de sus ingresos, también una forma de vida ligada a sus suelos rojizos. Los campos están llenos de vida y sobre las lomas se pierde la vista de viñedos y jornaleros trabajando de manera incesante.

La campaña puede mover en Extremadura entre 7.000 y 9.000 temporeros, y generar unas 220.000 jornadas de trabajo. Es precisamente Tierra de Barros, y la localidad de Almendralejo, el epicentro de toda la actividad.

Los sindicatos reclaman un año más a los productores que respeten el convenio del campo, que marca un mínimo de 41,65 euros por una peonada de 6,5 horas. Son muchos los casos en que los pequeños propietarios, que tienen cuadrillas consolidadas, profesionales, pagan por encima del mínimo que marca el convenio.

Los abusos en el campo

Pero no es siempre así, y hay otros casos en que no se respeta ni el convenio ni sus derechos laborales. Son los ciudadanos extranjeros, venidos principalmente de Rumanía, quienes sufren los abusos. Pueden llegar a pagarles incluso la mitad del jornal (20 euros) por trabajar a destajo.

Francisco Rodríguez Corbacho, de CCOO, aclara que aunque no es la tónica general, sí que hay propietarios “que no tienen alma, que pagan sueldos míseros, y que someten principalmente a personas extranjeras”.

Algo que también confirma María José Ladera, de la Federación Agroalimentarian de UGT, que indica nuevamente que aunque no es una generalidad sí ocurre. “Es una competencia desleal y un sinsentido, porque los convenios están simplemente para cumplirse”, señala.

“Auténticos campos de concentración”

La crisis del ladrillo ha devuelto al campo a una buena parte de trabajadores autóctonos, que pueden representar en la actualidad hasta el 90 por ciento de toda la mano de obra. Una situación que se ha ido transformando, no solo con la uva, sino también en el caso de la aceituna o la campaña del ajo.

Pero años atrás es no era así, y fue precisamente con la llegada de más mano de obra de otros países cuando se cometieron los mayores abusos. Según han explicado algunas organizaciones a este diario, en el caso de Santa Marta por ejemplo, se sometió a vivir a los temporeros en auténticos ‘campos de concentración’, hacinados y con las entradas y salidas del recinto restringidos.

Han pasado los años, y fuera de micrófono, sí es posible confirmar que siguen existiendo naves irregulares, en las que se somete a estas personas a vivir en malas condiciones, cobrando bajos salarios. CCOO avierte que esta situación podría evitarse con unas buenas medidas de inspección en el campo, que evitasen estas situacieones.

Problemas de convivencia

El barrio de San José de Almendralejo acoge buena parte de los temporeros que vienen de fuera, muchos de ellos rumanos de etnia gitana. Alquilan viviendas en las que vive un gran número de personas, en lo que se conoce en esta localidad como ‘pisos patera’. Personas que viven a veces sin agua y sin suministros básicos, en unas condiciones insanas.

La portavoz del PSOE de Almendralejo, Piedad Álvarez, relata que no se trata de una situación nueva, sino que se repite cada año, y que en las calles del barrio genera problemas de convivencia.

A su juicio el equipo de gobierno del PP no destina los recursos suficientes para atender a estas personas, “y los servicios sociales hacen lo que buenamente pueden”. Insiste en que sería necesario reforzar la vigilancia y restar más atención a una población, que también tiene a su cargo a muchos niños menores.

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