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La derecha arrasa en Francia y pone a Sarkozy en camino hacia el Elíseo

Sarkozy ya prepara su regreso al Elíseo.

Paula Rosas

París —

El indiscutible giro a la derecha de la sociedad francesa ha pasado una nueva reválida con la aplastante victoria de la alianza liderada por Nicolas Sarkozy, que ha arrebatado al Partido Socialista la mitad de sus asientos en la segunda vuelta de las elecciones departamentales francesas, y que refuerza al expresidente de cara a las próximas presidenciales de 2017.

Aunque el Frente Nacional no ha conseguido hacerse con ningún departamento, la formación de Marine Le Pen ha demostrado que está aquí para quedarse y que uno de cada cuatro o cinco votantes han fidelizado su apoyo al proyecto de la extrema derecha. Mientras tanto, la izquierda, dispersa y enzarzada en luchas internas, sigue arrastrando derrotas.

El binomio de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy y el centrista Unión de Demócratas Independientes (UDI) ha logrado entre 64 y 74 de los 101 departamentos que componen el territorio francés, y que podrían asemejarse a las provincias españolas, según las primeras estimaciones, que le otorgan un 47% de los votos. Si el golpe ha sido duro para los socialistas de François Hollande, que podrían haber perdido hasta 30 departamentos de los 61 que controlaban, más habrá sido aún conocer que varios feudos de la izquierda, como el norte industrial del país, la periferia obrera de París, o los departamentos en los que están censados el propio presidente, el primer ministro Manuel Valls o la dirigente Martin Aubry han pasado a manos de la derecha.

Valls ha achacado la “incontestable” victoria de la UMP a que los votantes han castigado las luchas intestinas dentro del seno del Partido Socialista y la división de la izquierda, que se ha presentado en las elecciones fragmentada en una maraña de siglas que han sido barridas por los conservadores. Las llamadas al “frente republicano” que hizo Valls tras la primera vuelta, es decir, apoyar a los partidos tradicionales frente a los candidatos de la ultraderecha, podrían haber impulsado también a la formación de Sarkozy, quien sin embargo pidió a los suyos que no votaran ni a la izquierda ni a los lepenistas.

El precio de la austeridad

Las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno francés también han castigado a los socialistas, que desde que llegaran al Elíseo en 2012 sólo han cosechado derrotas. “Con su voto, e incluso con su abstención, los franceses han vuelto a expresar sus expectativas, su cólera, su cansancio ante una vida cotidiana demasiado difícil”, ha reconocido Manuel Valls.

Por el momento, sin embargo, no parece que Valls vaya a sufrir la suerte de su predecesor Jean Marc Ayrault, reemplazado después de los pobrísimos resultados socialistas en las elecciones europeas del año pasado. El Partido Socialista esperaba esta derrota, o incluso una más humillante, y nada hace pensar que Hollande esté preparando cambios en el Ejecutivo.

El Frente Nacional, que quedó segundo en la primera vuelta, se galvaniza en esta segunda ronda. A pesar de haber obtenido alrededor del 21% de los apoyos, a la formación de ultraderecha le resulta extremadamente difícil materializar esos votos debido a la peculiaridad del “todo o nada” de los comicios franceses, y que Marine Le Pen ha exigido cambiar en numerosas ocasiones para hacerlos proporcionales. Los votantes de partidos tradicionales han demostrado hasta ahora que suelen hacer piña contra la ultraderecha. El FN aspiraba a alcanzar dos departamentos, y parece que finalmente se ha quedado sin ninguno.

Sin embargo, su agenda antieuropea y antiinmigración ha calado en la sociedad francesa, y ha arrastrado a la UMP, al menos durante la campaña, a posiciones más duras. Le Pen se ha felicitado por los resultados porque, como el resto de partidos, interpreta estos comicios locales, en los que apenas se juegan competencias, con un código nacional, especialmente de cara a las presidenciales de 2017. A pesar de no haber logrado ningún departamento, el FN se ha asegurado cerca de 100 asientos en las comunas francesas, un éxito comparado con los dos que obtuvo en 2011 y un nuevo paso dentro de la estrategia de Marine Le Pen de ganar presencia en los municipios para montar desde ahí una maquinaria política a nivel nacional con la que impulsarse a la presidencia.

Con esta victoria, Nicolas Sarkozy, que regresó a la primera fila de la política el pasado otoño, refuerza su papel dentro de la UMP, y saca ventaja a competidores, como Alain Juppé, que también buscaban posicionarse de cara a 2017.

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