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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

El rayo que no cesa

Ramona López

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La violencia contra las mujeres es el rayo que no cesa. En lo que va de año han sido asesinadas en España 36 mujeres, más o menos una por semana. Murcia es la tercera comunidad con mayor tasa de denuncias por violencia de género. Hemos tenido en los últimos meses en nuestra región un auténtico rosario de casos terribles: una mujer en Torrepacheco degollada por el hombre que intentó violarla, una chica en Molina casi muere a manos de su compañero, una guardia civil, en Molina también, violada y obligada a abortar por su superior… Son mujeres que ha sido atacadas y/o asesinadas por el hecho de ser mujeres.

La violencia, aunque nos resulte incomprensible, sabemos sin embargo que cumple una función dentro del grupo: poner límites. La violencia de género por desgracia no es una anomalía, sino la consecuencia del relato dominante. La violencia contra las mujeres es producto de una sociedad donde el discurso patriarcal está tan arraigado que creemos que forma parte de nuestro ADN.

Las violaciones, los feminicidios, son el espino de la alambrada que rodea nuestras vidas, la alambrada que nos separa de un mundo más ancho. Cuando ocurre una violación, un asesinato, la respuesta de la comunidad (padres, madres, amigos, medios de comunicación...) no es, como cabría esperar en toda lógica, que el ataque a la libertad sólo se puede combatir con más libertad. No.

La respuesta siempre es: sé menos libre, la libertad es peligrosa para las mujeres. Ese tipo de cosas son las que les pasan a las chicas que creen que pueden hacer lo que quieran, así que no te alejes del grupo, no te pongas esa minifalda, no te separes de tu marido, no salgas sola, con lo cual nunca dejamos de estar tuteladas. Si tenemos miedo, y el miedo es un arma muy persuasiva, no podemos tener el control. El control pasa entonces a manos de padres, esposos, hermanos, novios. La violencia ha cumplido su función. Se cierra el círculo.

Es urgente cambiar el paradigma que justifica la violencia masculina responsabilizando al propio tiempo de la misma a la libertad femenina: es que van provocando, a quién se le ocurre salir sola a esas horas, le ha pasado porque es muy promiscua… Todas esas formas, en fin, tan conocidas por nosotras de justificación de la violencia. Es el ideario que se recita en los bares, en los lugares de trabajo, en las conversaciones familiares y del que aún no estamos libres. Así se forja el espino de la alambrada.

En este discurso rancio, la culpa de la violencia es del pájaro por ponerse en la trayectoria del tiro, la culpa es de las mujeres por no renunciar a su libertad. Los hombres tampoco salen bien parados pues este relato dice de ellos que son una especie de animales sin control sobre sus instintos primarios y por eso las mujeres debemos ponernos a resguardo. Cualquier hombre puede agredir a una mujer que no esté bajo la tutela de otro hombre, o lo que es lo mismo, que quiera ejercer su libertad. Y para el patriarcado, la culpa será de ella. Hasta las canciones tradicionales nos lo recuerdan: “no salgas paloma al campo/ mira que soy cazador/ y si te tiro y te mato/ para mí será el dolor/ para mí será el quebranto”. Estas son las fibras que conforman el tejido de nuestro pensamiento.

El problema de fondo es, pues, que la sociedad acepta un porcentaje de violencia que mantenga a las mujeres bajo control y hasta que el mensaje no sea que las mujeres deben ser más libres, hasta que esa violencia no sea rechazada por completo, ni seremos libres nosotras ni será libre la sociedad.

Los asesinatos, como bien sabemos, no son casos aislados y desconectados entre sí, no son obra de un loco y de otro loco y de otro loco. Responden a un patrón preciso vinculado a una ideología subyacente y eso es lo que hay que cambiar. Hemos evolucionado mucho en los últimos setenta años, es verdad, el panorama desde luego no es el mismo que el de principios de siglo pasado, ni siquiera el mismo de hace veinte años y podemos felicitarnos por ello. Pero debemos seguir luchando para cambiar ese patrón hasta eliminarlo del mapa. Por eso la lucha feminista no solo es pertinente sino que es imprescindible.

*Ramona Lopez es miembro del Forum de Política Feminista de Murcia

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