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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Los ricos también lloran (cuando les pillan)

Bertín Osborne admite tener una sociedad en Panamá

Iker Armentia

Al hombre que alardeaba en televisión de no saber encender la vitrocerámica de la cocina le encabronaba tener que dar explicaciones sobre su sociedad offshore en Panamá. A punto estuvo de implosionarle el machocerebro a Bertín cuando afirmó que, si vives en el extranjero, es normal tener una sociedad en el extranjero, aunque el extranjero de su sociedad fuera Panamá y el de su vivienda, Miami. Cuando el tertuliano incidió en tan evidente contradicción, Bertín quedó en silencio durante unos segundos -como mirando una vitrocerámica y pensando en avisar a Mulder y Scully- y respondió: “eeeeh… yo creo que ha quedado muy claro, yo no tengo más ganas de hablar ya porque creo que ya está clarito el tema”.

La infanta Pilar de Borbón se acogió a la 'doctrina El Perro Se Ha Comido los Deberes' y culpó a ETA de su decisión de participar en una sociedad opaca en Panamá. Hacienda es ETA, le faltó añadir para completar el discurso. Parte de la prensa trató el asunto como si la inmunidad mediática con la monarquía fuera todavía una ley no escrita en España y la campechanía compi yogui alimentara la autocensura. Pero, a estas alturas, los borbones arrastran peor fama que en los tiempos de Alfonso XIII, y hasta un portavoz de la Zarzuela señaló que a esa señora no la conocían de nada.

José Manuel Soria, esa persona de la que le hablan a José Manuel Soria (el chiste no es mío) tiró del manual clásico del político mentiroso y fue cambiando de versión a medida que pasaban los días, con la esperanza de que la coincidencia horaria de su comparecencia con el hat trick de Cristiano mandara la noticia a la sección de breves. Al parecer, en los noventa alguien echó droga al Cola Cao de José Manuel Soria y empezó a firmar papeles de forma involuntaria, o algo así es lo que trató de explicar a los periodistas.

La mayoría de los implicados coincidieron en afirmar que “todo es legal” (eufemismo de “qué culpa tengo yo de tener dinero y ser español”) y que su situación fiscal “está regularizada” (eufemismo de “gracias, Montoro, por la amnistía fiscal con la que pagué solo el 3% del dinero que tenía escondido en Panamá”). “Regularizada” y “legal” son las dos palabras que más citaron los defraudadores, y también los periodistas y tertulianos que les disculpan, dando a entender que las cosas son así y qué le vamos a hacer, peor es que te salga un cáncer. El tradicional cinismo que alimenta la inacción social y perpetúa las injusticias.

Pero entre todas las historietas que nos hemos tenido que tragar en los últimos días hubo una verdad y la soltó Bertín cuando dijo que abrió su sociedad “para pagar menos impuestos” (Pilar de Borbón, por ejemplo, pagó en Panamá lo que debe de costar un cenicero en un yate real: 6.100 euros en impuestos en 40 años). Los expertos calculan que en España el fraude fiscal es el 20 por ciento de la economía total, y la respuesta de los gobernantes es tan tímida frente a semejante atraco a asesoría armada que a los defraudadores todavía les sale rentable seguir robando: si les atrapan, pueden regularizar las trampas; y si, en el peor de los casos, corren el riesgo de ir a la cárcel, pueden negociar evitarla. Alguien dijo en Twitter que entre todos los nombres que han aparecido cumplirán menos castigo que los titiriteros de Alka-ETA, y probablemente el tiempo le de la razón.

El fracaso de la lucha contra el fraude fiscal en España y la laxitud de las leyes contra los defraudadores no son una denuncia del marxismo-leninismo. Lo certifican los catedráticos de Hacienda Pública de las universidades. Solo hay que escucharles.

Estos días hemos aprendido que los ricos también lloran cuando les pillan con la pasta en Panamá y tienen que pasar por 'la pena del telediario', pero la consecuencia que debería dejarnos este escándalo es que el fraude fiscal no siga siendo tratado como un pecado venial y las instituciones empiecen a sacar a los defraudadores de las salas VIP en las que han estado viviendo tan ricamente hasta ahora. O seguiran riéndose de nosotros.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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