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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La tómbola de los Nobel

Bob Dylan, ganador del Premio Nobel de Literatura 2016. |

Alejandro Sanz Láriz

Me encanta Bob Dylan, fue uno de mis ídolos juveniles. Solo pensar en canciones como Hurricane, Isis o Romance in Durango, mi juventud perdida regresa por unos minutos. Y confesaré algo más, no solo me gustaba Blowing in the wind o Mozambique, sino que en aquellas fiestas post-adolescentes, siempre pinchábamos Joey y no tanto porque la tarareábamos con estilo, sino porque nos daba ¡once minutos! de baile agarrado con la churri de nuestros sueños. Solo por eso ya se merece el Nobel… pero no de literatura.

De unos años a esta parte los Premios Nobel se han convertido en una romería, en una especie de tómbola que lucha por sobrevivir a base de marketing y prime time, pero estas operaciones estéticas le han acabado por ofrecer una cara abotargada por el bótox.

No hablo solo de Dylan; insisto en que además de ser un artista inmortal y un símbolo generacional, se merece mi más sincera admiración. Pero es que -les recuerdo- por ejemplo, Barack Obama y Juan Manuel Santos han recibido el Nobel de la Paz. En el caso del presidente norteamericano quizá haya marcado un cambio de los tiempos e incluso una fresca brisa de esperanza cuando resultó elegido por primera vez. Pero mientras exista Guantánamo, Obama no es acreedor al premio de ninguna manera.

El otro día me enternecía un periodista colombiano cuando celebraba que “a su país le han concedido el Premio Nobel de la Paz”. Conozco a algunos colombianos, muy buena gente, muy trabajadores y seguramente necesitan algo que celebrar como país. Pero los loables intentos del presidente Santos por acabar con el conflicto guerrillero ni siquiera han calado en Colombia, por lo que difícilmente puede siquiera aspirar a semejante distinción.

Me dicen que hay poesía en las letras de Dylan. Y la hay, qué duda cabe. Pero también hay poesía en un regate de Messi, en la sonrisa de Mónica Belluci o en un amanecer de nuestra bahía… pero no son literatura. Quizá son mucho más, pero no son literatura.

Hay cientos, miles de extraordinarios escritores, muchos de ellos en nuestro idioma y seguro que antes de distinguir a un músico como a uno de los más grandes escritores, podrían haber elegido a uno de ellos. Para que no se me vea el plumero, no pediré el Nobel para un escritor español, pero considero que un eterno candidato como el japonés Haruki Murakami ha tenido que sentirse desconcertado con la elección.

A mí me gusta mucho Dylan como músico y Sean Connery como actor y Usain Bolt como atleta y Chiquito de la Calzada como humorista. Seguro que estarán conmigo en que son extraordinarios, pero literatura escribe Murakami o sustituyan este nombre por su propio candidato.

Es curioso que jamás discutamos los Premios Nobel de Física o de Medicina; está claro que, en la mayoría de los casos, casi nadie tenemos mucho criterio para opinar, pero si hablamos de paz y de literatura (que quizá no son temas demasiado lejanos) el consenso es mucho más complicado. Pero bueno, mientras discutamos sobre poesía, literatura, música o paz, seguro que no estaremos perdiendo el tiempo.

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