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Koxka, entre el “expolio” y la esperanza de un nuevo inversor

La plantilla de Koxka, durante una manifestación por el centro de Pamplona.

Garikoitz Montañés

“Lo que queremos es que lo que nos han hecho no lo repitan en otro sitio”. Desde el Comité de Empresa de Koxka, la empresa de mobiliario industrial de frío radicada en el polígono pamplonés de Landaben, valoran de esta forma su decisión de pedir que el concurso de acreedores en el que se encuentra inmersa la planta sea declarado culpable. Consideran que esta posibilidad, aunque no resulte ni mucho menos habitual en este tipo de procesos, es real. Y, para ello, hablan de la queja que han presentado, que demostraría presuntos movimientos extraños de dinero, como contratos cuestionables de asesoramiento y una supuesta vida de lujo y uso de tarjetas a costa de la empresa por parte de los administradores, representantes del fondo de riesgo estadounidense AIAC. Los integrantes del Comité no dudan al referirse a ellos como un fondo buitre que, desde que se hicieron cargo de la firma tras la marcha de Ingersoll Rand (IR), ha llevado a cabo un presunto “expolio” de la firma.

Pero, ¿cuál es la situación actual de la plantilla? ¿Qué pasos del concurso de acreedores faltan? Y, la clave, ¿Koxka tiene futuro? El concurso sigue adelante y este caso es paralelo. La decisión de la plantilla en realidad la han recogido parte de los sindicatos del Comité, en concreto CCOO y UGT con el apoyo de los Independientes, que el pasado miércoles 25 de febrero decidieron pedir a la Fiscalía y al juzgado de lo Mercantil que consideren el concurso culpable. Es decir, que están convencidos de que la situación actual de Koxka se ha traducido en un concurso no por la crisis o la falta de clientela, sino por la mala gestión de sus responsables.

Koxka fue originalmente una empresa (dedicada a la fabricación de máquinas de frío industrial, como las cámaras que se usan en los supermercados) de una familia guipuzcoana que, en 2000, se vendió a la empresa Hussmnn. Apenas un año después pasó a los mencionados IR que en 2009, a raíz de la crisis, iniciaron el primer Expediente de Regulación de Empleo de la empresa. Así, la firma decidió prescindir poco después de la planta y, según cuentan algunos de sus trabajadores, prácticamente la regaló al fondo de inversión AIAC, también de origen estadounidense. Entonces se habló de más inversión y de vocación de permanencia pero, según ha denunciado ahora el comité de empresa a través de un comunicado, “no era oro todo lo que relucía”. Reducciones de sueldo para la plantilla, de pagos a los proveedores, impagos y acumulación de deuda… una “hecatombe” que llegó a un punto de inflexión en septiembre de 2014, con el inicio del concurso de acreedores.

Una vez presentadas estas posturas de los sindicatos, así como un grupo de proveedores que va en la misma línea, se abrió el plazo para que el administrador concursal presente ante la jueza su informe de calificación del concurso (si es culpable o fortuito) y, una vez presentado este, del Ministerio Fiscal. Desde el comité creen que han facilitado documentación de sobra, sobre esos supuestos movimientos extraños de cuentas y uso indebido del dinero de la empresa, como para que el concurso de declare culpable y, por tanto, se depuren responsabilidades. Muy pocos concursos son considerados de esta forma.

¿Qué empresas están interesadas?

Sea como fuere, este proceso es paralelo al desarrollo del propio concurso de acreedores. Y la próxima semana, en principio, está previsto que se conozcan, por fin, qué empresas están dispuestas a poner dinero para optar a tomar las riendas de Koxka y Kobol (empresa del grupo radicada en Peralta). Hasta el momento, ya ha habido interés por parte de varias empresas y al menos seis han visitado las instalaciones, pero ahora falta que esas empresas formalicen las llamadas ofertas pre-vinculantes (unas ofertas realizadas sobre una unidad productiva, un bien concreto o ambos), los sobres que se entregan a la administración concursal. Después, si se considera que hay una posible sucesión de empresa, la Tesorería General de la Seguridad Social tendría que aclarar las deudas pendientes que debe asumir el adquiriente (según un artículo nuevo de la Ley Concursal) y, entonces, las firmas interesadas decidirían si convierten la oferta en vinculante, la modifican o se retiran.

La clave para la plantilla, que al iniciarse este concurso era de unas 345 personas, es que, en el caso de que entre esas ofertas no hay ninguna empresa dispuesta a subrogar y, por tanto, hacerse cargo de los trabajadores (opción que, según expertos en este tipo de procesos, es bastante remota), arrancaría el ERE de extinción. Por el momento, los trabajadores y trabajadoras están cobrando el paro si así lo han solicitado, y desde la plantilla reconocen la expectación con que afrontan la próxima semana. Cuando, tras meses de conflicto, por fin podrá conocerse si hay empresas dispuestas a seguir adelante con la producción de la planta.

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