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“Será muy difícil transformar la sociedad si se anteponen los egos a la necesidad de una unidad popular”

El candidato de IU a la presidencia del Gobierno, Alberto Garzón. / Marta Jara

Andrés Gil

Izquierda Unida afronta unas elecciones autonómicas y municipales complicadas. La irrupción de Podemos, las encuestas poco favorables y las resistencias en algunas federaciones a integrarse en candidaturas municipales de unidad popular han generado tensiones en IU en vísperas de una campaña electoral que arranca este jueves a medianoche.

La mayor fractura se ha producido en Madrid, que ha terminado con la salida de los dos candidatos elegidos en primarias abiertas para la alcaldía y la presidencia autonómica, Mauricio Valiente –número 4 de la lista de Ahora Madrid– y Tania Sánchez –cuyo nuevo partido se ha integrado en Ahora Madrid y en la lista de Podemos a la Asamblea regional–. Valiente y Sánchez han sido reemplazados por IU de la Comunidad de Madrid (IUCM) por Raquel López –cuya candidatura no reconoce IU federal– y Luis García Montero, respectivamente.

Alberto Garzón (Logroño, 1985), candidato de IU a la presidencia del Gobierno, intenta hacerse oír en todo este ruido con un discurso “de ruptura” comprometido con “la unidad popular de las fuerzas de izquierda para transformar el orden social existente” frente “a los sectarismos: nos jugamos las próximas generaciones, no solo las próximas elecciones”.

La campaña electoral está a punto de empezar. ¿Cómo evalúa los procesos de convergencia?

Habrá que esperar a ver los resultados para hacer un diagnóstico preciso. En unos lugares ha habido más facilidades que en otros. A pesar del enorme reto histórico que teníamos, que era enfrentarnos a un poder institucional enorme del PP, lo cierto es que hemos sufrido determinados sectarismos por parte de la izquierda. Por una parte, un Podemos que en muchos lugares ha seguido la estrategia de los dirigentes nacionales y autonómicos de no hablar de la unidad de la izquierda y pretender la unidad en torno a la absorción de las demás fuerzas: yo creo que eso no casa con los valores y principios de la izquierda y puede ser calificado de sectario. Y, por otro lado, una visión meramente burocrática de la política que solo obedecía a un pequeño marco del espacio electoral en el que no se ha tenido la suficiente generosidad que requería este momento histórico.

Vamos a tener un espacio muy abierto a la interpretación de la convergencia en la medida en que va a haber resultados muy dispares. Habrá que perfilar mucho para saber cuál es realmente ese resultado. Yo creo que, por lo general, allí donde se ha convergido, las sumas multiplicarán. Y allí donde las izquierdas pretendan ir solas podemos encontrarnos con resultados peores y con menos posibilidades de transformación social.

¿Sigue pensando que las municipales son un momento histórico, antesala de un gran cambio en las generales? ¿No cambia el análisis el resultado de las andaluzas?

Las municipales tienen que servir para mandar una señal. La señal de que hay unos deseos por parte de la ciudadanía de transformar el orden social existente. Sin duda, no quiere decir eso que sea fácil. Hay momentos históricos en los que las municipales han supuesto un cambio de sistema político, un cambio de régimen, como en 1931. Y otros momentos en los que las municipales han mandado señales que han condicionado mucho los siguientes hitos electorales.

Creo que es por ahí por donde tenemos que caminar. Las elecciones en Andalucía han mostrado que el cambio no se ha producido. Y eso obliga a repensar que la velocidad y los ritmos de esa transformación social van a ser distintos de lo que pensaban aquellos que proponían un 'ahora o nunca'. Fundamentalmente porque a lo mejor no es ahora, pero sí va a ser más adelante.

También las encuestas anuncian que solo una suma de partidos podría apartar al PP de muchas de las instituciones que ahora gobierna.

Todavía falta mucho por conocer hasta noviembre. Incluso hasta en las propias municipales y autonómicas, porque los casos de corrupción que estamos conociendo ahora son simplemente la punta del iceberg de lo que han sido las cloacas del sistema económico durante las últimas décadas.

Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy son la X de la corrupción del sistema político español. Y podemos conocer mucha información de aquí a las autonómicas y generales que condicione ese panorama político. Una muestra de ello es lo que está publicando eldiario.es sobre la caja B y el dinero negro del PP desde su fundación. Pero también es cierto que el enorme desgaste del bipartidismo no está siendo lo suficientemente profundo todavía como para hablar de una verdadera transformación. Hay que seguir trabajando con mucha pedagogía política, y apostando desde la izquierda.

¿Eso pasa por pactos con el PSOE?

Yo pienso que el PSOE tiene enormes contradicciones en su seno. Tiene votantes y militantes socialistas en el sentido más literal del término, pero tiene unos dirigentes que responden a los mismos intereses que el Ibex 35. Son los dirigentes que han estado dirigiendo esa organización durante mucho tiempo y que son los mismos que reformaron el artículo 135 de la Constitución, que facilitaron la sucesión de la monarquía y que han estado haciendo reformas laborales para crear un nuevo orden social.

Estamos hablando de perfiles como Felipe González, [José] Bono [Alfredo Pérez] Rubalcaba, el propio Pedro Sánchez. Con ellos, en ese orden y en ese proyecto político, no nos vamos a encontrar de ninguna de las formas. Hay que construir una alternativa al bipartidismo que no sea ese nuevo bipartidismo que se está constituyendo y que creo que representa más de lo mismo en formas y, a veces incluso, en contenidos.

Habla de desunión de la izquierda. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, se presentan IU, Podemos, Compromís y PSOE ante un PP acosado por casos de corrupción. Y las encuestas anuncian que solo una alianza de tres o cuatro podría desbancar a los populares. Se traslada la idea de “el PP o el caos”?

Es parte de la propaganda del PP. Pero está claro también que la fragmentación de la izquierda favorece a la derecha y le permite tener espacios mayores electoralmente hablando. Pero no creo que signifique que eso sea el caos. Significa que la izquierda tiene que repensar, reflexionar sobre estas situaciones. No solo por la fragmentación de la izquierda, sino también por una cultura política instalada en la sociedad que ha permitido que el PP, con todos sus escándalos de corrupción, haya revalidado sistemáticamente sus posiciones de poder institucional.

Creo que el trabajo de los compañeros de IU, que acaban de revelar las grabaciones del caso Rus, es un trabajo excelente. Y también el de Calatrava y otros casos desvelados. Pero ha de continuar un ejercicio por parte de la izquierda de mayor generosidad en la línea de una unidad popular que, desde la autonomía de las fuerzas, lógica y naturalmente, se trabaje en unos principios y valores de la izquierda que le den la vuelta a esta situación. Será muy difícil que se pueda transformar la sociedad si se anteponen los egos y otras características no políticas a la necesidad de una unidad popular.

¿Podemos es un aliado para la transformación?

Ese es un debate que tienen que hacer ellos. Yo creo que mucha gente votó en las europeas y manifestó un deseo de voto tras las europeas a Podemos movida por la esperanza de que fuera una fuerza rupturista. Pero el giro al centro descarado que están haciendo algunos dirigentes de Podemos, prácticamente todos, se encuentra en la base de dos fenómenos: desafección y frustración por parte de una base potencial votante, y un trampolín maravilloso para que Ciudadanos haya construido un discurso y una estrategia populista en los últimos meses. Esa estrategia de calculada ambigüedad ideológica es la madre política de Ciudadanos, porque ha abierto un caldo de cultivo que otros, con más recursos, con el respaldo del Ibex 35, han sabido aprovechar o están sabiendo aprovechar mejor hasta este momento.

Por lo tanto, será Podemos el que tenga que hacer ese debate, que también está instalado en el seno de IU. El debate en IU también tiene que ver con la ruptura y la restauración. IU es una fuerza de ruptura, que surge en 1986 para suplir la traición de los valores de izquierda por parte del PSOE, pero que encuentra gente dentro de la organización que opta por una posición, no mayoritaria, que es menos ambiciosa y más cómoda: ser la muleta del sistema. Y esas son las resistencias que estamos teniendo dentro en el proceso de renovación que hemos llevado a cabo en IU. En esos debates estamos. Lógicamente, yo creo que la solución de la crisis de este país implica pensar a lo grande, que nos jugamos las próximas generaciones, no solo las próximas elecciones, y eso supone que la izquierda tiene que hacer una reflexión profunda: si no se acomete bien esa reflexión, el PP puede iniciar ese proceso de transformación, pero en otro sentido.

Esa ruptura, ¿en qué se concreta? ¿Quiénes se resisten?

Es una ruptura del sistema político y económico derivado, por un lado, del sistema del 78, de la Transición. Con todas sus insuficiencias que hay que superar, reconociendo todos los avances sociales y democráticos que supuso aquel proceso, pero superando todos los lastres que quedan de un proceso que no es rupturista, sino que fue de transición. Y, en segundo lugar, del sistema económico capitalista, que nos aboca a una crisis permanente, a un ajuste estructural, que se hace sobre una mayor explotación de las gentes trabajadoras. Pero también del propio medio ambiente y, en tanto que vivimos en una sociedad patriarcal, especialmente de la mujer.

Ese reajuste, que es al que estamos sometidos como población y como planeta, es el que se está llevando a cabo por parte del sistema, por parte también del poder político que representan los dos grandes partidos, ahora con el apoyo de Ciudadanos, que van a guiar y pilotar ese proceso de camino hacia un nuevo orden social. Eso es lo que se llama restauración. Implica que cosas cambien; de hecho, muchas cosas cambian, pero cambian a peor desde la óptica de la mayoría social. Y eso requiere un contraprograma desde la izquierda que sea rupturista con ese sistema y que opte por una democracia republicana. Republicana en el sentido de la tradición histórica, más participación, más referéndum, más revocatorios, más inserción del ser humano en la esfera pública y también en el sentido de democracia económica. Es decir, que hablemos de nacionalizar las empresas estratégicas, de garantizar la sostenibilidad del modelo productivo, que garanticemos el 100% de los servicios públicos en sanidad, en educación, en energía, en elementos prioritarios para la vida. Creo que en eso se basa.

¿Y cuáles son los compañeros de viaje? Aquellos que compartan ese criterio y ese principio que es ambicioso pero que requiere mucha pedagogía para convencer a la ciudadanía de que es el único camino posible. En términos de sujetos políticos, parece evidente que los que se han autodenominado de izquierda estarían ahí: estoy hablando de Anova, de ICV, la Chunta, Equo... Hay muchos elementos comunes. Probablemente una gran parte de la base social del PSOE se encuentre en esa posición. Y en el caso de Podemos, una vez tengan claro si van a caminar hacia la restauración o la ruptura, pues también estarán en un espacio u otro. Yo creo que a partir de ahí habrá que repensar la izquierda, pensando en ese camino.

¿Y dentro de IU?

Hay un sector que estuvo gobernando IU hasta que llegó Cayo Lara [diciembre de 2008] que ha sido siempre partidario de no tener una fuerza anticapitalista, sino de izquierda dentro del sistema, cuya ambición sería la de facilitar gobiernos de izquierdas del PSOE en los diferentes hitos electorales. Ese proyecto es el que está ahora mismo teniendo mucha vigencia en el conflicto de Madrid. En el conflicto de Madrid hay mucha gente que está manteniendo una posición claramente de restauración y nos hemos encontrado que los procesos de convergencia que habían intentado llevar a cabo los ganadores de las primarias han chocado contra unos aparatos inmovilistas que han machacado a sus candidatos. Y probablemente lo hayan hecho con una visión política más de restauración que de ruptura.

¿Cree necesaria una asamblea extraordinaria en IU para resolver este debate entre restauración y ruptura?

No, yo creo que no. Porque la mayoría de la organización estamos en posiciones de ruptura. Al fin y al cabo es el propósito original de IU. En 1986 surge con ese espíritu, muy claro, de ruptura. Además, yo me he presentado a las primarias en solitario. Nadie se quiso presentar. Estos sectores que oponen resistencias a procesos de cambio y renovación, y son resistencias naturales porque todo proceso de cambio las lleva consigo, no quisieron presentarse a unas primarias porque no quisieron medir sus fuerzas. Son una minoría en la organización, ir a una asamblea extraordinaria lo veo absolutamente innecesario.

¿A quién votaría para la alcaldía si estuviera empadronado en Madrid?

Es una pregunta que es imposible de contestar, desgraciadamente, porque tengo compañeros de mi partido en dos candidaturas, en Ahora Madrid y en IU. Lo único que puedo decir como candidato y leal a los órganos de IU es que nuestra organización no reconoce a la candidatura de Raquel López al Ayuntamiento de la capital. No por ella, lógicamente, que es una persona con una trayectoria intachable de defensa de la gente trabajadora, sino fundamentalmente porque no se ajustaba a los procedimientos, y la dirección federal, por voz de la presidencia federal, la dejó de reconocer: la dirección de Madrid arrastraba enormes problemas con la dirección federal. Y no se reconoció. Esa va a ser mi posición. No mi posición personal, sino la de la organización, de no reconocimiento de esta candidatura y de esperanza de que el día después puedan colaborar y cooperar todas esas personas que, siendo de mi organización, ahora mismo se encuentran rivalizando electoralmente.

Cuando Cayo Lara, coordinador federal de IU, apoyó la candidatura de Raquel López al participar en su presentación en Madrid, ¿se situó fuera de lo dispuesto por la organización?

Lo hizo fuera de la dirección federal. La dirección federal mantiene el no reconocimiento de la candidatura de IU en el Ayuntamiento de Madrid. Cayo Lara apoyó a título personal, no como coordinador, porque es imposible. Me sorprendió verlo al lado de Gaspar Llamazares.

¿Pero Cayo Lara se está situando fuera del discurso de la organización?

Se está situando fuera del discurso en este ámbito concreto.

¿Le ha pedido Ahora Madrid participar en actos con ellos?

Sí, me lo han pedido, a través de la gente de IU que participa en Ahora Madrid. La parte mayoritaria de IU, que ganó las primarias, sigue participando en Ahora Madrid y me lo ha pedido. Pero yo ya tenía mi calendario de caravana completo y solo paso por Madrid en dos ocasiones, San Fernando y Rivas, para apoyar las candidaturas de IU. No paso por ningún otro sitio, por tanto, no tengo oportunidad de estar.

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