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Wert aparca la gala de premios en la que varios alumnos le negaron el saludo el año pasado

Javier García Cárceles, galardonado con un Premio de Fin de Carrera por su 9,8 de media.

Laura Olías

El ministro José Ignacio Wert vuelve a ser noticia debido a una ceremonia de entrega de premios. Su ausencia en la gala de los premios Goya de este año fue protagonista de discursos y actuaciones en la fiesta del cine español. Meses antes, en enero, había recibido una fuerte pitada en los premios Forqué. En materia de educación, el disgusto se lo dieron los mejores universitarios del curso 2009/2010, en cuya ceremonia de premios el año pasado varios estudiantes se negaron a dar la mano al ministro. Este año el Ministerio ha publicado los nombres de los galardonados, pero no hay rastro de su acto de entrega.

Leticia Pérez Izquierdo, Javier Garía Cárceles y Martín Citoller-Saumell vieron sus nombres en la lista de los beneficiarios de los Premios Nacionales de Fin de Carrera 2010/2011, el pasado mayo. El día 8, aparecían en el Boletín Oficial del Estado (BOE) junto al de otros 158 premiados.

Este año el Ministerio de Educación concede 55 premios nacionales, con una dotación de 3.300 euros; 54 menciones, con 2.650 euros; y 52 accésit, con 2.200 euros. En total, 439.000 euros para los universitarios con mejor expediente. Para acceder a los premios, tiene valor la nota media obtenida en la carrera y también cursos de idiomas, investigación y otro tipo de formación complementaria.

Sin embargo, los premiados siguen sin saber si tendrán o no ceremonia de entrega de premios. El año pasado, Julia Iriarte Gahete, una de las jóvenes que rechazó estrechar la mano al ministro, supo la fecha del acto el 17 de abril, al día siguiente de saber que era una de las beneficiarias. “Nos enviaron un email convocándonos al acto de entrega, que fue el 4 de junio”, afirma.

Iriarte asistió con la camiseta verde, la enseña de la defensa de la educación pública. Acudía con la intención de protestar “de manera visual” contra la política de recortes, pero cuando vio a uno de sus compañeros rechazar la mano del ministro, se animó a hacer lo mismo.

“Me parecía una oportunidad excelente para decirle de manera gráfica al ministro que, al igual que una gran parte de la población española, algunos de los mejores estudiantes del país no estábamos de acuerdo con la ley que quería imponer”, dice.

En esta ocasión, casi dos meses después de hacer públicos los premiados, Educación no sabe nada de la ceremonia. “Por el momento no hay nada en este sentido”, responden fuentes del Ministerio a eldiario.es.

El anuncio de los premiados también se retrasó más allá de los seis meses en los que la Administración debía pronunciarse, gracias a una prórroga del Ministerio que supuestamente no había tenido tiempo para estudiar todas las candidaturas. La tardanza motivó incluso una campaña de recogida de firmas.

Becados gracias a sus notas

Leticia Pérez Izquierdo obtuvo el título de ingeniera agrónoma con una nota media de 9,1 hace dos años. Terminó un Máster de Investigación en Ingeniería Agraria y Arquitectura en 2012 y ha seguido con la investigación gracias a una beca de la Universidad de Extremadura, cofinanciada por una entidad bancaria.

Después enganchó otra beca, la de Doctorado del Ministerio. Trabaja y se forma en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) gracias a este otro programa subvencionado, de cuatro años de duración. Después de ese periodo, la contratación “está complicada”, dice. “De momento yo estoy muy contenta, porque tengo muchos compañeros que no están trabajando”, continúa.

Javier García Cárceles terminó sus estudios en Ciencias Químicas en la Universidad Complutense, con un 9,8 de media. Ahora colabora con el laboratorio donde está realizando su tesis doctoral. Como Pérez, también se beneficia de una beca gracias a sus excelentes resultados académicos. Y como ella, se siente afortunado porque “hay gente muy buena que no puede tener acceso a becas”.

De sus cuatro amigos más cercanos de la universidad, tres están en el extranjero. “Y la otra persona, con su tesis doctoral”. Del resto de sus compañeros, algunos buscan el apoyo de clases particulares ante la falta de trabajo.

En opinión de ambos, el acto de protesta del año pasado no debería ser el motivo por el que puedan quedarse sin ceremonia de entrega. Ambos admiten tener dudas sobre la idoneidad del comportamiento de los premiados del año anterior, pero no creen que el ministro deba suprimir por este hecho el acto.

Nereida Bueno Guerra sí dio la mano a los representantes educativos del Gobierno, pero después se dirigió al público con un “Educación libre y para todos”. “La educación no debe depender de signos políticos, porque entonces se vuelve parcial, y por tanto incompleta”, responde sobre sus causas para protestar.

En su opinión, no le parecería justo que los jóvenes se quedaran sin ceremonia: “No solo por los premiados, que tras todo un esfuerzo intelectual acumulado merecen esta atención y distinción, sino tambien por el significado del acto en sí. Es uno de los pocos que se celebran en España para reconocer públicamente la excelencia académica”.

El extranjero, vía de escape de conocimiento

A Martín Citoler-Saumell, también premiado este año gracias a su media final de 9,64 en Matemáticas, no le importaría quedarse sin ceremonia de premios. De hecho, le parece un gasto superfluo. Pero, si el motivo para prescindir de ella es la protesta del año pasado, el calificativo es otro: “Ridículo”.

Tras terminar sus estudios en España, actualmente se encuentra en Filadelfia (EEUU). Cursa un doctorado en la Universidad de Pennsylvania, gracias a una beca de una entidad bancaria española. “Me decanté por una universidad estadounidense por diversos factores, pero el más determinante fue experimentar de primera mano el ambiente que se respira en sus universidades”, explica.

En su especialidad, Matemáticas, la mayoría de sus compañeros de clase consiguió un puesto de trabajo “en consultoras, bancos, compañías de seguros...”. Sin embargo, lo suyo es la investigación. Su trabajo ideal: profesor o investigador en algún instituto o centro universitario.

Para él, su futuro pinta peor en España, a donde le gustaría volver para ejercer. “En matemáticas, la mayor parte de la investigación básica se realiza en las universidades y en España los recortes le están haciendo un flaco favor a los que, como yo, quieren dedicarse a eso”, cuenta. De momento se concentra en su proceso formativo y espera que, después, “la situación haya mejorado lo suficiente y el que el Gobierno apueste por la investigación española”.

Según el estudio Brain Gain, realizado por la Universidad a Distancia de Madrid en colaboración con el Centro de Estudios Financieros, el 52% de los investigadores españoles en el extranjero “quiere pero no puede” volver a España para seguir desarrollando su carrera profesional. Además, los responsables del informe indican que uno de los riesgos de la sociedad científica española es la pérdida de contacto con los investigadores que ya se han ido.

José Manuel Macarro Osuna, otro de los premiados, también está en el extranjero, en la Universidad de Bolonia (Italia). Cuando termine su beca doctoral en Derecho Financiero y Tributario espera poder trabajar en España. “La situación parece estar mejorando poco a poco en el ámbito privado. Sin embargo, en el sector público, más concretamente en la universidad, la prohibición de contratación de nuevos profesores nos pone ante un panorama muy incierto”, concluye.

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