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Una jueza rechaza investigar un crimen del franquismo pese a reconocer que pudo ser una desaparición forzada

Ana Andaluz deposita flores en el lugar en que se cree que fue enterrado su abuelo / Foto: Anna Turbau

Carlos Hernández

Abundio Andaluz deberá seguir esperando a que se haga justicia. Tendrá que hacerlo bajo tierra, en el fondo de la fosa en que fue enterrado hace 81 años. Este abogado, militante de Izquierda Republicana y director del orfeón del municipio soriano de El Burgo de Osma ocupaba en el verano de 1936 el cargo de vicepresidente de la Diputación de Soria cuando fue asesinado por los franquistas. Ahora, un juzgado de la localidad ha declinado investigar el caso y se niega a abrir la fosa en la que fue depositado su cuerpo, a pesar de que reconoce que pudo tratarse de una desaparición forzada.

Tras el golpe de Estado del 18 de julio, toda la provincia cayó rápidamente en manos de los militares sublevados. No hubo, por tanto, combates ni víctimas entre los derechistas. Aún así, los rebeldes asesinaron en unos meses a cerca de 600 personas de la órbita republicana soriana: maestros, cargos públicos, sindicalistas o militantes de partidos democráticos.

El 18 de agosto le tocó el turno a Abundio. Un grupo de falangistas le arrastró hasta un lugar llamado La cuesta del temeroso y le fusiló. El azar y la chapucería de sus verdugos le provocaron una lenta agonía; antes de morir, se arrastró durante más de un kilómetro hasta adentrarse en el término municipal de Calatañazor. Un vecino encontró su cuerpo destrozado por las alimañas y lo enterró en el lugar en el que sigue reposando a día de hoy.

Ocho décadas después, el empeño de sus nietas Ana y María Luisa y la experiencia de la Asociación Recuerdo y Dignidad (ASRD) permitieron localizar el lugar de su enterramiento. Tras presentar la correspondiente denuncia para que la justicia asumiera la investigación de los hechos y la  exhumación de los restos, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Soria se hizo cargo del caso.

Después de realizar diversas actuaciones, la juez acaba de dictar un auto, al que ha tenido acceso eldiario.es, sobreseyendo la causa. En él se reconoce que “los hechos (…) presentan características que hacen presumir la posible existencia de delito de desaparición forzada de personas y homicidio, fundándose en el contexto de crímenes contra la humanidad”. Sin embargo, la jueza se declara “no competente”, argumentando que debe aplicarse “el protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la guerra civil y la dictadura” y que, en cualquier caso, el delito de asesinato habría prescrito.

Iván Aparicio, presidente de la ASRD, cree que esta derrota judicial, sin embargo, tiene un aspecto positivo: “El hecho de que la juez asuma que hablamos de desapariciones forzadas y de que los asesinatos pudieron cometerse en un contexto de crímenes contra la humanidad supone un acercamiento a lo que, finalmente debe acabar ocurriendo. En casos como este, lo que debe aplicarse es el Derecho Internacional. Los jueces tienen que darse cuenta de que los crímenes contra la humanidad ni prescriben, ni pueden ser amnistiados. Eso es, ni más ni menos, lo que han interpretado el resto de países que han sufrido dictaduras y situaciones de violaciones de derechos humanos similares a las ocurridas en España”.  

El olvido institucional

Esa misma argumentación es la que han utilizado los abogados de la ASRD para recurrir el auto ante la Audiencia Provincial de Soria. En el escrito se recuerda, además, que  “ninguna autoridad del Estado ha dado razón del paradero de esta persona hecha desaparecer por la fuerza y por tanto, a día de hoy, Don Abundio continúa desaparecido”.

Ana Andaluz, una de las nietas del político “desaparecido”, ha sufrido en primera persona ese olvido institucional: “Todo lo que sabemos lo hemos averiguado por nuestra cuenta. Es un problema de las leyes, que no nos amparan, pero también de actitud de los jueces. La colaboración de la Justicia ha sido nula”.

Ana, aún así, se considera afortunada ya que su búsqueda comenzó hace poco tiempo. “Yo crecí en un hogar en el que apenas se hablaba de mi abuelo. Había miedo y mucho silencio. De pequeña, iba captando cosas y cuando fui creciendo me sorprendía que tuviésemos tan pocos datos de él. Fue hace dos años cuando me puse a investigar; ya había fallecido mi padre y el resto de hijos de Abundio. A día de hoy, puedo decir que conozco mucho mejor a mi abuelo de lo que le conocieron sus hijos”.

Su nieta sabe que “fue un hombre que se dedicó toda su vida a hacer el bien. Amaba la música, se implicaba en proyectos solidarios y utilizaba su trabajo de abogado para defender a los más débiles”. Hace poco más de un año, con la ayuda de la ASRD, Ana y su hermana María Luisa encontraron el lugar en el que estaba enterrado Abundio. “Me sorprendió comprobar que algunas personas del pueblo sabían, desde siempre, dónde estaba la fosa. Fue el propio alcalde de Calatañazor el que nos llevó hasta ella. Quien le enterró marcó el lugar con varias piedras formando una gran cruz”.

Paralelamente al recurso judicial, voluntarios de la ASRD están organizando ya la exhumación del cuerpo de Abundio. Será, previsiblemente, en el mes de septiembre. Ana confiesa estar nerviosa a la espera de que llegue ese momento. “Hemos compuesto una canción con ayuda de un amigo músico y se la cantaremos ese día a Abundio. También he seleccionado unas piezas musicales que él interpretaba con el orfeón… Lo triste es que las instituciones, además de no ayudarnos con la exhumación, nos ponen obstáculos. Cuando la pasada Nochebuena escuché al rey Felipe VI decir aquello de ”no reabrir heridas“… Me gustaría haberle preguntado: ¿Tú tienes algún abuelo en una cuneta? Si lo tuviera sabría que las heridas no están cerradas. Si pretendes ser el rey de todos los españoles, demuéstralo”.

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