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The Guardian en español

Xenófoba, autoritaria y generosa, así gobierna la derecha en Polonia

Andrzej Duda, presidente electo de Polonia

Remi Adekoya*

Nunca, desde la era comunista, un gobierno polaco había recibido tantas críticas desde Occidente como ahora. Hace justo un año que el partido Ley y Justicia (PiS), socialmente conservador, euroescéptico y nacionalista llegó al poder ganando una mayoría parlamentaria con el 37,5% de los votos. Esto se produjo tras el triunfo del candidato del PiS Andrzej Duda en las elecciones presidenciales, dando al partido un control absoluto sobre el Poder Ejecutivo.

Desde entonces, el partido en el gobierno ha sido fuertemente atacado por los medios e instituciones occidentales, que lo han acusado de desmantelar la democracia con políticas diseñadas para limitar las libertades civiles, controlar a los medios, politizar la administración pública y capar la independencia judicial. En julio de este año, la Comisión Europea mandó un ultimátum de tres meses a Varsovia para abordar las amenazas al Estado de derecho o, en su lugar, enfrentarse a sanciones. El PiS reaccionó con desprecio, con el líder del partido, Jarosław Kaczyński, calificando el ultimátum de la Comisión de “gracioso”.

Kaczyński ha sido también ampliamente criticado en Europa por afirmar que los inmigrantes que llegan al continente podrían causar “epidemias” debido a los “varios parásitos y protozoos que no afectan a sus organismos, pero que aquí podrían ser peligrosos”.

Aun así, a pesar del bombardeo de opiniones críticas del mundo occidental, al que históricamente han aspirado los polacos, el PiS se mantiene como el partido más valorado en Polonia. Las encuestas le dan actualmente un 38% de apoyo, lo que es superior a la suma del resto de partidos parlamentarios. Existen varias razones que lo explican, las cuales revelan unas dinámicas observables no solo en Europa del Este.

Aunque el PiS es muy de derechas en los asuntos sociales, su estrategia económica puede ser descrita como izquierdista. Enfatiza la necesidad de abordar las desigualdades y promueve fuertes políticas de bienestar. Introdujo un pago mensual incondicional equivalente a 112 euros para todos los padres que tengan más de un hijo para el mantenimiento de cada hijo hasta que él o ella alcance los 18 años. De este modo, si tienes tres hijos, recibes 224 euros y así sucesivamente. Para los padres con un solo hijo, el pago está condicionado a bajos ingresos.

Ningún gobierno anterior se había embarcado nunca en un programa social tan generoso. La estrategia del PiS coloca a muchos polacos de izquierdas en apuros. Por un lado, deploran la retórica descaradamente xenófoba del partido; por el otro, les gustan sus visiones económicas, especialmente en comparación con los principales partidos de la oposición: Plataforma Cívica y Nowoczesna, ambos dominados por gente todavía enamorada de Hayek [economista y filósofo conocido por su defensa del liberalismo clásico]. De hecho, algunos en la izquierda polaca no están tan movilizados contra el PiS como podrían.

Mientras Occidente puede haber considerado a la exsoviética Polonia como un modelo exitoso de libre mercado, muchos polacos se han sentido marginados en una sociedad en la que los sucesivos gobiernos han promovido una actitud respecto a sus ciudadanos de “o nadas o te hundes”, sin importar si estaba la izquierda o la derecha en el poder. Se priorizó el éxito individual sobre todo. La estrategia más comunitaria del PiS está atrayendo a muchos polacos que sienten que ahora tienen un gobierno interesado en algo más que indicadores macroeconómicos.

El desencanto de Europa

Un segundo factor del mantenimiento de la popularidad del PiS es que Europa Occidental, de donde provienen la mayor parte de las críticas al partido en el gobierno, es vista ahora por muchos polacos de forma más crítica que antes. El PiS y sus medios de derechas aliados están describiendo con éxito a Europa como un antro obsesionado por la corrección política, donde políticas ingenuas desesperadas han colocado a los europeos en una situación de riesgo ante el terrorismo islamista y ante el desbordamiento de inmigrantes.

Las élites de la Unión Europea se describen como multiculturalistas fanáticas y seculares que están furiosas de que un gobierno tradicional que no sigue las normas de la corrección política esté en el poder en Polonia. Mientras tanto, Kaczyński insiste: “Es completamente falso que para alcanzar los niveles occidentales de desarrollo tengamos que adoptar sus modelos sociales. Eso son sandeces”. El líder insiste en que Polonia puede alcanzar el nivel de desarrollo económico de Occidente manteniendo los valores polacos tradicionales y permaneciendo como un país blanco católico homogéneo. En una época en la que buena parte de Europa se enfrenta a una crisis identitaria, este mensaje está calando.

Hace unos años, ningún gobierno polaco habría sido capaz de salirse con la suya retando abiertamente a las instituciones de la UE sin perder credibilidad a nivel interno. Pero la opinión de Occidente ya no tiene ese tipo de influencia en Polonia, especialmente entre la mayoría conservadora. Este es uno de los cambios de mentalidad más importantes en la Polonia contemporánea y marca una nueva era en las actitudes de la sociedad hacia Occidente, de la cual se sigue admirando su desarrollo económico, pero de la que se rechazan en gran medida sus valores liberales y cosmopolitas.

El PiS sigue siendo popular porque, aunque Kaczyński es muy polémico y generalmente rechazado, las caras oficiales del gobierno, Beata Szydlo, la primer ministra, y Duda, el presidente, son tipos amables sin pretensiones que ayudan al partido a mantener una imagen campechana.

Actualmente no hay un partido de izquierdas en el parlamento y la oposición liberal es débil y está dividida. Además, los dos líderes de los partidos de la oposición, Grzegorz Schetyna, de Plataforma Cívica, y Ryszard Petru, de Nowoczesna, son asquerosamente oportunistas; el tipo de políticos que no adoptarán una postura pública sobre ningún asunto hasta que no han visto, por lo menos, media docena de sondeos de opinión. La gente está harta de políticos calculadores y pícaros; hoy en día la gente valora la autenticidad, incluso si no coincide con sus opiniones. El PiS utiliza una retórica tosca, pero da la impresión de auténtica.

A menos que se produzcan grandes terremotos políticos o económicos, el PiS probablemente gobierne Polonia durante mucho tiempo, dando impulso a las tendencias euroescépticas, autoritarias e intolerantes que actualmente triunfan en Europa del Este. Su éxito debería servir como señal de alarma a los liberales e izquierdistas de toda Europa. Un número creciente de personas está cada vez más dispuesto a tolerar tendencias autoritarias y xenófobas de partidos que les ofrecen un sentido de comunidad y de seguridad.

Ignorar está realidad no hará que desaparezca. Por el contrario, si no respondemos adecuadamente a esta dinámica, puede que todos nos levantemos en una Europa donde partidos similares al PiS se hayan convertido de repente en la corriente principal.

*El autor es ex redactor jefe de Política en el Warsaw Business Journal. Ha colaborado con numerosos medios polacos, Foreign Affairs, Politico, la BBC, Foreign Policy, Stratfor y Radio France International. 

Traducción de Javier Biosca Azcoiti

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