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Estímulo europeo sin solidaridad

Andrés Ortega

Europa, la zona euro, dio ayer un gran paso adelante cuando Mario Draghi, presidente del  Banco Central Europeo (BCE), anunció la compra masiva de deuda pública y privada de los países miembros y de las instituciones comunitarias, lo que en Estados Unidos se ha llamado Quantitative Easing (QE), o aquí  Expansión Cuantitativa. 60.000 millones de euros al mes (13% para España), entre marzo próximo y septiembre de 2016.

Es comparable a la operación de la Reserva Federal de EE UU que ascendía a 85.000 millones de dólares o 73.000 millones de euros al mes en los momentos más álgidos, aunque  ésta ha durado más. Pero frente a las pretensiones iniciales el consejo del BCE dio un paso atrás que puede tener graves consecuencias sobre el proyecto europeo, al decidir que son los bancos centrales de cada país los que asumirán las compras y el riesgo de sus bonos nacionales en cada uno de ellos, y sólo habrá asunción común de riesgos para los (12% del total) de instituciones comunitarias. Es decir, la mutualización del riesgo y la solidaridad son prácticamente inexistentes. En caso de problemas, de impagos, cada palo aguantará su vela.

El paso dado por Draghi se ha dado contra el parecer de Alemania. Pero el italiano, a pesar de la independencia formal de su institución, debió llegar a un acuerdo con la canciller Merkel para esta nacionalización del riesgo, presionado por la idea de que de otro modo estaría actuando contra la Constitución alemana –el Tribunal Constitucional alemán tendrá a buen seguro que pronunciarse-, contra los tratados de la UE  y el mandato del BCE y sobre todo contra la política alemana y la posición mayoritaria de su Parlamento. Pues la mutualización del riesgo de la Expansión Cuantitativa podría dar aún más alas a la Alianza por Alemania, AfG, el partido euroescéptico (y anti inmigración) que le está comiendo terreno a la CDU de Merkel.

Esto aleja infinitamente la idea de unos Eurobonos. Alemania no está sola. Hay otros países, como Finlandia, en esta misma posición, y que temen que ante esta expansión los Estados beneficiado dejen de hacer las reformas necesarias. Detrás de todo esto hay, básicamente,  una desconfianza en los demás. Y es la que también puede estar detrás de la idea de que los países bajo programas de rescate (Grecia e Irlanda, esencialmente) se queden, de momento fuera de esta Expansión Cuantitativa que, sin embargo, necesitarían. A tres días de las elecciones en Grecia.

El BCE ha vuelto a actuar tarde, siempre tarde, frente, por ejemplo a Estados Unidos y el Reino Unido que empezaron hace cinco años, como tarde siempre ha ido la Unión Monetaria y la propia UE en toda la crisis. Aunque no demasiado tarde. Pues la decisión del BCE era necesaria. Previsiblemente, será buena corto y medio plazo para las maltrechas economías de la Eurozona, de modo a conjurar el espectro de una deflación e impulsar el crecimiento.

Es el último recurso que le quedaba al BCE para sacar a esa parte de Europa del estancamiento económico en el que se encuentra. Debería generar algo de inflación, lo que es necesario –aunque cuidado- cuando los precios al consumo en la Eurozona cayeron en un 0,2% en diciembre, y sólo aumentaron el 0,7% en el año, cuando el objetivo de inflación fijado en los Tratados, y al que ahora se ata por fin oficialmente Draghi, es del 2%.

tras la buena reacción inicial de los mercados, está por ver si esta medida bastará para fomentar un cambio en las expectativas de los ciudadanos. ¿Pueden unos trabajadores inseguros ser unos consumidores confiados?, se pregunta Colin Crouch. La inflación –“imprimiendo” dinero- por sí sola no bastará para impulsar la demanda, cuando los salarios siguen bajando o ya no suben, aunque algo han aumentado en Alemania de acuerdo con los sindicatos.

Haría falta un plan de inversiones. El paralelo Plan Juncker supondrá 315.000 millones de euros de inversión. Pero sólo 21.000 millones de dinero europeo, casi nada nuevo, pues rebaña de partidas no gastadas, de otros fondos ya existentes o de préstamos del Banco Europeo de Inversiones, mientras se espera que la inversión privada y pública nacional cubra el resto. Cada euro invertido con dinero europeo debe generar 15 euros en planes de inversión. Ojalá.

Todo ello supone un cambio de mentalidad de la austeridad más rígida a una mayor flexibilidad. Hace tiempo que Europa debía haber lanzado un Plan Marshall propio. Ayer se intentó abrir el camino para “más Europa”, pero el paso dado por el BCE va en una dirección más confederal que federal.

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