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La manipulación de la televisión siria en cinco vídeos

Leila Nachawati / Leila Nachawati Rego

Hace unas semanas se emitió en la cadena de televisión estatal siria Al-Dunia un reportaje que hacía un recorrido por distintas ciudades a través de entrevistas a ciudadanos anónimos. El reportaje, con sirios de distintas edades compartiendo opiniones y comentarios favorables al régimen, muestra una realidad alejada del escenario de represión y manifestaciones antigubernamentales que nos hemos acostumbrado a ver a diario. Una de las entrevistadas es una mujer de mediana edad con grandes gafas de sol que responde a través de la ventana de su coche a las preguntas de un reportero. En el momento en que el reportero le acerca el micrófono puede apreciarse una imagen reflejada en las gafas de sol de la mujer: un grupo de soldados, con la vista puesta en la entrevistada, controla de cerca la grabación. Se ve claramente en esta captura de pantalla.

Esta imagen, compartida ampliamente en redes sociales, es una pequeña muestra del control de cualquier comunicación emitida desde los medios estatales. Desde el comienzo de la revolución siria ha sido constante el flujo de información que los activistas comparten a través de los canales digitales y, para hacer frente a la cantidad de vídeos que inundan la Red, el régimen sirio ha aumentado también su producción de contenidos que respalden una versión oficial cada vez más frágil. Esta producción oficial, en un contexto de aislamiento e ilegitimidad del Gobierno, está plagada de errores y contradicciones a las que los sirios están acostumbrados pero que quedan cada vez más expuestas en contraste con el resto de vídeos. more

Los vídeos de la revolución

Dado que el acceso de la prensa está restringido y los periodistas locales se han convertido en blanco de los ataques del régimen, resulta cada vez más difícil verificar la información que llega de Siria. Conscientes de esta dificultad, es cada vez más frecuente que quienes graban los vídeos incluyan  documentación sobre el lugar, la fecha, hora y contexto de la grabación para facilitar su contextualización a quienes los recojan. Se repiten tanto oralmente como por escrito datos tan específicos como “Damasco, barrio de ”Suq Alasmai“, huelga general en protesta por la masacre de Hula”, un aumento de la experiencia en la gestión de los contenidos que ha ido en paralelo al recrudecimiento de la violencia.

En el caso de los vídeos oficiales el proceso ha sido a la inversa. La rapidez con que suceden los acontecimientos, el caos y el clima de impunidad que propicia el propio régimen requieren de la fabricación de contenidos a un ritmo vertiginoso que deja a su paso cabos sueltos, contradicciones y errores de todo tipo.

¿Ataques terroristas?

Según la TV siria, el 6 de enero se produjo en el barrio de Midan, Damasco, un ataque terrorista frente a un semáforo. Independientemente de los orígenes y causas del atentado, difíciles de esclarecer ante el cierre de acceso a la prensa, los vídeos emitidos por Al-Dunia muestran claros indicios de fabricación.

Uno de los vídeos muestra lo que se describe como la escena del crimen, cuando aparece en cámara una mano que sostiene un micrófono colocando y cambiando de lugar unas bolsas que contienen supuestamente restos de sangre de las personas fallecidas en el atentado. La presentadora del informativo se detiene en seco al ver la mano del reportero del canal manipulando elementos en la escena del crimen.

Este otro vídeo muestra lo que supuestamente son las primeras imágenes del ataque, el escenario del atentado terrorista tal y como las cámaras se lo encuentran al llegar al barrio del Midan. El texto bajo la grabación pide disculpas “por las feas imágenes” mientras de fondo se oye una voz repetir “¿Esta es la libertad que quieren? ¿Esta es la libertad de la que hablan?”, identificando a los supuestos autores del atentado con los lemas de libertad de revolucionarios. Durante los últimos segundos del vídeo se ve a dos hombres abrazados en el suelo, uno de ellos consolando a otro que parece herido. Justo antes de apagar la cámara alguien da una señal, a la que ambos hombres cambian el gesto, se levantan sin más y se marchan cada uno por su lado.

Referéndum

El pasado 26 de febrero se celebró un referéndum constitucional en Siria, con el que se aprobó el texto propuesto por el presidente Asad por un 89.4%, con una participación del 57%. Dos ejemplos gráficos extraídos de la TV oficial siria dan testimonio de las pocas garantías de libertad durante la votación.

En el primero, una mujer enumera las cualidades del presidente ante una reportera en el colegio electoral (“No hay un presidente como el nuestro, no tendremos nunca a otro mejor...”). Cuando le cuenta a la reportera que ha traído el libro de familia para votar también por sus hijos emigrados se percibe que alguien le hace señas desde detrás de la cámara, alertándola de que esa parte de su testimonio no es adecuada. La señora se detiene en seco ante las instrucciones y mira a los lados, confusa.

En el segundo, el presidente de una mesa comparte con la reportera los datos de asistencia del día (más del 90%, según su información). Afirma a continuación que “todos los votantes han dicho sí a un proyecto que satisface las necesidades del país y de los ciudadanos”. Lo dice en plena jornada electoral, cuando no se habían cerrado las mesas todavía.

No son, ni mucho menos, casos aislados. La televisión estatal siria, que siempre se ha caracterizado por este tipo de incoherencias, queda con cada emisión más expuesta como lo que siempre ha sido: el aparato mediático del régimen de los Asad. Poco pueden hacer para contrarrestar la realidad de violaciones de derechos humanos que se graban y se difunden casi en tiempo real. Sobre la masacre de Hula, en la que fueron asesinadas más de 100 personas, la mitad de ellos niños menores de 10 años, existen pruebas y testimonios que apuntan directamente a los shabiha (matones) del régimen, a pesar de que la versión oficial lo niega. Pero de momento ni toda la documentación de la que disponemos ni la exposición de las mentiras de la narrativa oficial han servido para lograr un consenso internacional sobre cómo poner fin al sufrimiento de la pob­­­­­­­­lación.

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