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La mano que mece la cuna de oro macizo

Cuna de oro Dodo Bassinet, de la firma Suommo, luxury for babies

Begoña Huertas

Confieso que esta semana leí el ¡HOLA!, lectura que, dicho sea de paso, en este momento me proporciona más sobresaltos, asombros y golpes de efecto que ningún bestseller. Entre otras cosas me quedé perpleja con las declaraciones de Blanca Cuesta sobre el sexo de su futuro bebé, niña. La esposa de Borja Thyssen se mostraba contentísima porque ¡por fin podía salir de compras! ¡Por fin podría comprar vestidos, muñecas, bolsos y todo ese surtido de productos que el hecho de haber tenido anteriormente tres embarazos de varones le había vedado! Pensé: la alegría de tener un bebé eclipsada por la alegría de comprar cosas para ese bebé.

No obstante, a la luz de lo que fui viendo luego, la pobre Blanca Cuesta, en su ambición de comprar vestiditos, había sido casi tan espartana como un monje franciscano. Y es que de un tiempo a esta parte el sector del lujo está volcado en proveer de todo tipo de nuevos objetos de deseo a ese pequeño porcentaje de población que son los multimillonarios. La próxima primavera el grupo editorial Condé Nast organizará en Florencia un congreso bajo el nombre de Hard Luxury. Durante esos días se tratará de elucubrar qué más cosas se les puede vender a esos “ultra high net worth (UHNW) individuals”, en español: individuos con patrimonio neto ultra alto. ¿Un móvil con incrustaciones de diamantes?, ¿un lápiz de memoria de esmeraldas?, ¿una cuna que cuesta doce millones de euros?

Realmente ¿qué se puede hacer con un patrimonio neto ultra alto? Beneficiencia, sí, pero siempre será una pequeña parte del conjunto. Tal vez comprar aviones, empresas o, atención, invertirlo en nuevos negocios. Leo en bbc.co.uk que los nuevos billonarios están empezando a comprar granjas “ya que al crecer la población, y con ella la demanda de alimentos, este tipo de negocios puede resultar muy rentable”. ¿Suena ruin? Lo es.

El enriquecimiento de unos pocos conlleva la demolición de la clase media y la extinción de la baja: Unos quedan maltrechos y los otros excluidos. Ante una situación así ¿qué impide que el 99% de la población le saque los ojos (perdón por la metáfora) a ese 1% que acumula la riqueza del planeta? El truco siempre es el mismo, generar la fantasía de que todos podemos acceder a ese selecto club, o al menos que todos, en mayor o menor escala, pertenecemos a él algún ratito.

Hipercor “regala” 12.000 diamantes. Claro que antes hay que gastar unos 800 euros, pero la recompensa es un colgante en forma de estrella o de lágrima, puedes elegir.

Hablando de elegir, estás comprando en Caprabo y de repente se interrumpe el hilo musical para dar paso a un anuncio que con voz cantarina te saluda: “¡Hola, librecomprador!”

Hago un punto y aparte para que te repongas, librecomprador.

La premiada campaña publicitaria “Hola librecomprador” fue diseñada por la consultora Apple Tree Communications para Caprabo con el fin de resaltar la libertad de elección del cliente entre las diferentes marcas y productos que ofrecía la cadena de supermercados, jugando, claro está, con el término “librepensador” (aquellas personas que en el siglo XVIII renunciaron a falsas creencias y supercherías a favor de un pensamiento propio, lógico y basado en la ciencia). La campaña no pasa desapercibida, desde luego, pero es lo que nos faltaba. Para otras cosas no, pero para elegir entre el ofertón de cordero lechal o el de marisco tenemos una libertad tremenda. El vuelco en las encuestas que dan a Podemos un lugar principal entre las fuerzas políticas señala el hartazgo de los ciudadanos ante esta tomadura de pelo.

Cuando los billonarios no supieron qué comprar, compraron la política. Mediante el mercado financiero tienen en sus manos el destino de todos los gobiernos, son esas manos las que mecen no sólo la cuna de oro macizo sino las cunas de todos los bebés del mundo. Comprando la deuda de España (como la de cualquier país) nos compran a nosotros, sí, verdaderos productos de hard luxury. Así, en nuestro país, mientras crece el paro, los sueldos bajan y se desmantelan los servicios públicos, el sector del mercado del lujo ha aumentado este año.

Ante un panorama así, ¿qué pasa si ganara las elecciones Podemos, junto con IU y EQUO por ejemplo?, ¿si ganaran formaciones, partidos, coaliciones con programas que regularan los mercados? Y es que si los ricos manejan la política, ¿qué libertad tenemos de votar contra ellos? ¿Existe esa libertad? Veremos. De momento las llamadas al miedo, a la inseguridad y al peligro ante una posible victoria de un frente de izquierdas ya se han lanzado a rebato. Un informe económico de la entidad financiera Barclays que señala a Podemos como un factor “desestabilizador” encontró enseguida eco en los medios estadounidenses (aquí). De momento esa cuna de ciento ochenta y ocho kilos de peso proporcionará “sueños de oro” a los bebés, como dice su publicidad, lo que no puede asegurar es la ausencia de pesadillas a sus padres.

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