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Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar

¿Y si resulta que somos radicales?

Foto: Mr.FoxTalbot

Begoña Huertas

Ocho años después de que “se desencadenara” la “crisis” seguimos soportando el aumento del paro, la precariedad cada vez más extendida y la creciente desigualdad. Y por si fuera poco, todo ello acompañado por una corrupción de dimensión asombrosa en la que ha participado lo más granado de nuestra clase política y empresarial.

Perdón por comenzar de manera tan desagradable, pero revisando mi libreta del año pasado encuentro que las anotaciones de frases cogidas al vuelo en la calle están llenas de mala hostia:

-“Que se jodan” dice uno saliendo de un bar después de ver allí las noticias en televisión sobre el rescate de Grecia. No se sabe a quién se refiere, ¿a los griegos?, ¿a la Troika?

-Grito de conductor a la agente municipal que le acaba de poner una multa por aparcar en zona azul: ¡Eres tonta del culo, hostia que te dé un cáncer!

-Señora en El Corte Inglés lleva ocho bombillas pero el cajero le dice que deberían ser 10 para poder optar al descuento. “Es que nos tomáis el pelo ¡Tengo 12 puntos en el muslo coño!”

La gente está harta. Llevamos demasiado tiempo en una especie de habitación a oscuras sin ver la luz, encerrados con un televisor de plasma por el que se emite un canal absurdo en un lenguaje sin sentido.

Tras las elecciones del pasado diciembre nada ha cambiado todavía, obviamente. Pero el talante en la calle es otro, y también las conversaciones oídas al vuelo son otras. Ahora que no tenemos gobierno parece que más gente empieza a interesarse por él, se debate y se toma partido. El hecho de sentir que las políticas pueden depender, que dependen de diálogos y negociaciones abre un margen de posibilidad de cambio allí donde antes no cabía la mínima esperanza de hacerse oír.

La perspectiva de un pacto de izquierdas abre una brecha por donde pudiera entrar la luz. Aunque ya no hay inocencia que valga y se sabe que la mitad derecha del PSOE pondrá límites. También el propio sistema impedirá su transformación porque, ¿se puede cambiar algo dentro de la lógica capitalista? Yo no sé si el Estado del bienestar europeo ha sido algo excepcional en la historia del capitalismo, algo forzado por la lucha obrera en un momento dado. Un lugar al que ya no podemos volver. De manera que, viviendo en un sistema que tiende a privatizar los bienes comunes, en el que el aumento de la riqueza nunca revertirá en favor de todos ¿se puede hacer algo?

Lo que ocurre en nuestro país no puede desligarse de su contexto, y en Europa parece casi imposible plantear cambios esenciales. En ese “casi”, como en la grieta que abre el pacto progresista, es donde puede estar nuestra esperanza. El Movimiento por la Democracia en Europa 2025 (@DiEM25) que lidera el exministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, se puso en marcha este martes en Berlín y su motor es precisamente la reivindicación de políticas sociales. El fin de semana del 19 al 21 de febrero tendremos a Varoufakis en el Matadero de Madrid participando en unas jornadas contra el plan de austeridad europeo.

Hoy se verán Pedro Sánchez y Mariano Rajoy para no decirse nada, presumiblemente. El plasma de Rajoy está a punto de apagarse. O de quedarse hablando para nadie en una habitación, oscura y vacía como el cosmos por donde sigue vagando la botella de vodka de la instalación de Joan Fontcuberta, con ese mensaje que no se sabe si es una broma póstuma o una llamada de auxilio*. En todo caso al PP y al ala derecha del PSOE les interesa la foto. Una foto que transmita “lo seguro”, “lo conocido”, “lo sensato” frente a todo el miedo a lo que pueda haber más allá, fuera del cuarto.

Pero, afuera, en contraste con el silencio al que nos quiso acostumbrar Rajoy se escucha ahora hablar y hablar. Varoufakis también invita al diálogo a todos aquellos “que demandan transparencia, democracia, una integración europea justa y generosa”, y añade: “Resultaría cómico que estas demandas pudieran parecer radicales. Si es así, ¡en DiEM25 estaremos orgullosos de ser extremadamente radicales!”.

A mí me pasa lo mismo. Si pedir una sociedad más justa es radical, pues seré radical. El miedo sólo paraliza si no sabes hacia dónde hay que correr. Así que habrá que inventarse o construir sitios hacia los que dirigirse.

*Me refiero a una fotografía de la exposición “Imago, ergo sum” de Joan Fontcuberta que se exhibe actualmente en la sala del Canal Isabel II de Madrid

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