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¿Estamos saliendo de la crisis?

Inmaculada Rodríguez-Piñero Fernández

Secretaria Federal de Economía y Empleo del PSOE —

El Gobierno está centrando el eje de su discurso en una supuesta salida de la crisis con el fin de no tener que hablar de la financiación y sobresueldos del PP y poder mejorar sus expectativas electorales.

Es cierto que la coyuntura ha mejorado respecto a hace un año gracias a que las amenazas sobre la estabilidad del euro y la presunta salida de Grecia se han desvanecido, a que el riesgo de la intervención se ha disipado, a que la prima de riesgo ha bajado y a que el plazo de ajuste fiscal es más realista. La temporada turística ha ido bien y las exportaciones han vuelto a tirar.

Pero llevamos 5 años de crisis, tiempo suficiente para conocer la gravedad y complejidad de los problemas de la economía española y para que nadie se deje engañar con triunfalismos. En estos 5 años, España ha retrocedido 8 años en término de riqueza.

2012 ha sido uno de los peores años de la crisis. Todas las variables económicas fueron a peor (crecimiento, empleo, déficit, deuda pública, consumo, exportaciones, etc.) y, ahora, en el tercer trimestre, estas variables están yendo menos mal que hace un año. Todo apunta a que en el segundo trimestre del año habremos tocado fondo lo que significa, únicamente, que habremos dejado de empeorar.

¿Esto es salir de la crisis?

Me encantaría decir que sí, desde el PSOE nunca diremos, como dijo un actual Ministro del Gobierno, “que caiga España que ya la levantaremos nosotros”.

Pero debemos ser realistas, y sobre todo, respetuosos con los millones de familias cuya situación no ha tocado fondo, porque han perdido su trabajo o les han rebajado el sueldo y cada vez tienen que pagar más por los servicios públicos esenciales.

No, no estamos saliendo de la crisis. Y no solo porque el ritmo previsto de salida sea demasiado lento, sino, sobre todo, por la fragilidad de los cimientos sobre los que el gobierno quiere asentar el crecimiento.

No se sale de la crisis recortando becas, reduciendo la inversión en investigación y obligando a emigrar a nuestros jóvenes mejor preparados.

Es cierto que nuestra balanza exterior está mejorando, también lo es que lo lleva haciendo desde 2010 (aunque aquí el gobierno no habla de herencia recibida), pero las mejoras de competitividad conseguidas bajando salarios tienen un límite, y ya estamos cerca de él.

Los países emergentes están priorizando la inversión en conocimiento para crear mejores trabajos, mientras el Gobierno se centra en hacer el camino inverso. Hay que saber que China está produciendo más ingenieros que Europa y EEUU juntos.

No se sale de la crisis si no somos capaces de plantear una vía de solución a tres grandes problemas de nuestra economía: endeudamiento, financiación del sector productivo y paro, especialmente el de larga duración.

El Gobierno ha conseguido que el endeudamiento público se convierta en un problema de primera magnitud. Una deuda que está subiendo al mayor ritmo de nuestra historia reciente, dejando en evidencia las políticas de austeridad que tanto bendicen. Llegaremos al 100% de la deuda pública respecto al PIB en 2015, algo más de un billón de euros, frente al 69% que heredaron.

La financiación a las empresas sigue cayendo a un 6,3% anual y no hay perspectivas de mejora a corto plazo por el proceso de restructuración bancaria sobre el que aún pesan muchas incertidumbres.

Y más de la mitad de nuestros 6 millones de parados son de larga duración. Personas, que en la mayoría de los casos superan los 40 años, a los que no se les está ofreciendo ninguna oportunidad, y que ven como sus habilidades se deprecian, su moral se viene abajo y sus ahorros se liquidan.

Pero sobre todo, no se sale de la crisis si el reparto de los sacrificios es injusto y aumenta la desigualdad. Es preocupante ver como el peso de los ajustes recae sobre los salarios y los recortes fundamentales se aplican a los servicios públicos fundamentales.

No hay una varita mágica que solucione a corto plazo todos los problemas de la economía española. Es necesario hacer reformas permanentemente pero las reformas tienen que ser útiles y justas.

Tenemos que mejorar la calidad de nuestras instituciones y no dar un golpe intervencionista en los organismos reguladores, como ha hecho el Gobierno.

Hay que mejorar las políticas activas de empleo para reciclar a los trabajadores que han perdido su carrera laboral por el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Es necesario reforzar la apuesta por nuestros investigadores, mejorar el acceso a la formación universitaria y la formación profesional, reforzando las becas precisamente ahora, cuando las familias que sufren la caída de ingresos no pueden pagar la formación de sus hijos.

Tenemos que incentivar el crecimiento de nuestras empresas y conseguir que ningún proyecto viable se quede sin financiación.

Y hay que hacer una reforma fiscal profunda, para tapar los agujeros que permiten el fraude y la elusión de nuestro sistema, y recaudar más de los que más tienen sin subir los impuestos ni a las clases medias ni a los trabajadores.

Si España no tiene una estrategia de crecimiento económico asentada en pilares sólidos podremos poner fin a la recesión, pero seguiremos arrastrando los pies por el fondo de la crisis durante décadas.

No estamos saliendo de la crisis, pero podemos hacerlo. Lo haremos si es un esfuerzo conjunto, útil y justo.

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