Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El trampantojo

Tuit de Pablo Iglesias el 18 de febrero de 2016

Miguel Roig

El trampantojo clásico es el pictórico y, como su etimología evidencia, es un engaño, un trampa que se hace a los ojos para simular lo que no es. Una pintura que simula ser parte del ábside de una iglesia o en la pared de un jardín crea la ilusión mediante una imagen de prolongar el espacio verde con una falsa perspectiva.

La lucha libre mexicana, a su manera, también lo es: un trampantojo dinámico. Tiene de deportivo el entrenamiento que se requiere para poder realizar todo tipo de acrobacias sobre el cuadrilátero, pero además posee un componente teatral. Este es el más importante, ya que sin él no habría espectáculo, y hace de la lucha un arte de representación total. Los roles son representados por máscaras y su público ve los golpes que propina y recibe pero el protagonista no los siente, salvo cuando por error su cuerpo recibe algún castigo pero en este caso, estamos en presencia de algún accidente.

¿Acusó recibo del golpe Rajoy cuando a un falso Carles Puigdemont, en la conocida entrevista radial en la que un humorista se hizo pasar por el presidente de la Generalitat, declaró que tenía una semana libre por delante? Sin duda. Todo un accidente en el que exponía con claridad que no pensaba pasar por el calvario de tres investiduras como Susana Díaz o dos y una capitulación como Artur Mas. Él no iba a ir a una investidura a por un no. «Esta semana está el Rey con sus consultas, según como quede este asunto, porque claro, yo no sé como va a quedar este asunto», dijo al ficticio president.

Pedro Sánchez también, en su estilo, viajó a Lisboa para escenificar –más a la interna de su partido que al resto de las fuerzas de izquierda– el interés por el modelo portugués mientras los barones socialistas, encabezados por Susana Díaz, le señalaban que el pacto con Podemos era una vía muerta. La performance de Sánchez se extiende hasta el «sincericidio» que expone a la luz cuando hace público su pacto con Ciudadanos al tiempo que estaba sentado en la mesa a cuatro de la izquierda convocada por Alberto Garzón junto con el dirigente de IU-UP, los representantes de Podemos y Compromis. Ni siquiera Rey Mysterio, uno de los últimos mitos de la lucha libre profesional que surgió en México y se ha hecho popular en Estados Unidos, podría superar un vuelo acrobático, sin perder la máscara, como el de Pedro Sánchez en esta maniobra.

No menos espectacular fue la rueda de prensa dada por Pablo Iglesias al salir de la Zarzuela cuando ofreció su pacto al PSOE, reclamó para sí la vicepresidencia, ofreció un ministerio a Garzón y propuso la creación de un ministerio de Plurinacionalidad. Si bien aquí el ejercicio táctico, por su singularidad, supera las cotas conocidas, el golpe se lo lleva Pedro Sánchez quien, mientras esta representación tenía lugar, estaba a puerta cerrada con el Jefe del Estado sin saber que allí fuera la «fábrica de amor» le ofertaba cariño eterno.

El mejor, sin duda, en este escenario en el que Lisístrata hubiera exigido no el fin de la guerra sino el de las negociaciones, fue Albert Rivera ya que solo se mantuvo oculto en el armario de la alcoba de Pedro Sánchez mientras en la habitación aparecía algún representante de la izquierda.

Genera cierto pudor caer en el registro humorístico para describir una situación no insólita pero si curiosa: el 21 de diciembre ninguno de los cuatro partidos en disposición de formar Gobierno asumieron ese fin. La estrategia fue llegar al 26-J y todos operaron con la táctica pertinente para alcanzar ese propósito y lo representaron, como no podía ser de otro modo, con todos los elementos del espectáculo a su disposición.

Guy Debord apuntaba que la mayor ambición de lo espectacular sigue siendo que los agentes secretos se hagan revolucionarios y que los revolucionarios se hagan agentes secretos. Cuando Pablo Iglesias le pidió a Pedro Sánchez, como vicepresidente de un hipotético Gobierno presidido por el socialista la dirección política del Centro Nacional de Inteligencia, escenificó de manera cabal la figura propuesta por el líder situacionista.

En su ensayo La cena de los notables, Constantino Bértolo afirma que frente a cualquier poder, sólo caben tres alternativas: entretenerlo, interrogarlo o ignorarlo. Durante la última campaña electoral, el cuerpo social entretuvo a los partidos políticos asistiendo con relativa participación, tanto desde la red como ante los medios o en los actos políticos. En el transcurso de la investidura los interrogó reclamando, según lo afirman todas las encuestas, un gobierno de izquierdas. En las próximas semanas y en el desenlace del 26-J, si no hay un abandono explícito del accionar táctico y se expone la estrategia de una confluencia vigorosa tal como se reclama, todo indica que se les ignorará.

Etiquetas
stats