El delegado sindical de UGT en el Puerto de Málaga inicia una huelga de hambre

Juan Antonio Triviño es el delegado sindical de UGT en el Puerto de Málaga. Tiene 58 años y desde ayer lleva a cabo una huelga de hambre porque no se resigna a mirar hacia otro lado ante las irregularidades que observa en la gestión de la Autoridad Portuaria. Dejar de comer es el último aldabonazo de uno de los trabajadores que llevan 175 días encerrados en una sala de reuniones del edificio principal de la Autoridad Portuaria. En el Puerto de Málaga hay un conflicto laboral candente, otro latente y, como telón de fondo, una maraña de acusaciones de corrupción, alguna de ellas ya investigadas por un juez.

Dice Triviño que se siente cansado, pero ayer inició una huelga de hambre con la que no recuperará fuerzas. “Aguantaré hasta donde pueda, porque tengo claro que no quiero ser un mártir”, explicó en una comparecencia en la que le acompañaron una veintena de trabajadores. ¿Por qué una huelga de hambre ahora? Triviño dio a entender que él y los trabajadores encerrados se sienten abandonados por los partidos políticos “que miran a otro lado”, por la cúpula de los sindicatos y por parte de la sociedad ante lo que sucede en el Puerto de Málaga: un conflicto con dos trabajadores eventuales y un supuesto intento de tapar los indicios de corrupción. “Hemos llegado a la conclusión de que estorbamos”, lamentó el dirigente sindical, que reiteró la petición de que la Junta de Andalucía constituya una comisión de transparencia. “Nos están tomando el pelo, cada vez con mayor descaro. Nos roban en la cara”, denunció. El delegado sindical insistió en que el conflicto laboral es la cortina de humo con la que se oculta la corrupción. “Estamos luchando por nuestros puestos de trabajo, claro; pero la gente sabe que defendiendo el Puerto defendemos lo que es de todos”, aclaró.

La huelga de hambre del delegado sindical de UGT toma temporalmente el relevo del encierro que varios trabajadores del puerto han llevado a cabo durante 175 días consecutivos. Organizados por turnos, ocupan una sala de reuniones del edificio de la autoridad portuaria para llamar la atención sobre la no renovación de los contratos de tres trabajadores eventuales de la policía del puerto, si bien uno de ellos encontró otro trabajo y abandonó la protesta. Según explica Juan Camino, uno de los afectados, la renovación de su contrato semestral se produjo sin problemas durante los últimos cuatro años. Este año no ocurrió así, y el 28 de mayo (siendo aún presidente de la Autoridad Portuaria José Sánchez Maldonado) fueron advertidos de que en esta ocasión deberían “hacer ruido”. El 29 de mayo se encerraron, hasta hoy. En este tiempo han hablado una vez con el actual presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata. Fue en un pasillo y cuando el conflicto solo asomaba. “Poco más que un saludo. Nos pidió tiempo”, asegura Camino.

El actual presidente reitera que la contratación de estas personas no se ajustaría a la legalidad, y los trabajadores, que el plan de empresa de 2013 aprobado por el Consejo de Administración (con el visto bueno de Puertos del Estado) contemplaba y presupuestaba la contratación de nueve personas. Los trabajadores acusan a Plata de “dejar morir” el conflicto: de ningunearles, de no cruzar la puerta que separa su despacho del salón donde esperan ellos, y de hostigarles con la apertura injustificada de expedientes disciplinarios. Entre otros motivos, por publicar determinados comentarios en el perfil personal de la red social Facebook, expediente que fue archivado por prescripción.

Al otro lado del pasillo, Plata insiste en que la puerta de su despacho está abierta y se ha quejado a los trabajadores de la imagen que ofrece el puerto a invitados ilustres, como los almirantes de las fragatas de la OTAN que visitaron Málaga a comienzos de septiembre. Una inmensa pancarta colgante con el lema “Stop Corrupción en el Puerto” fue retirada de una de las paredes laterales hace apenas una semana, pero el vestíbulo de recepción sigue empapelado con las caras de empleados del puerto y ciudadanos de Málaga que muestran su rechazo a la corrupción. Y entre tanto, el tiempo pasa, y van 175 días de encierro de unos trabajadores varados en una sala de reuniones del puerto de Málaga.

De fondo, un conflicto latente. Plata ya ha avanzado su intención de plantear un ERE que contemple la prejubilación de unos 40 trabajadores, sobre una plantilla de 180 que considera sobredimensionada. Triviño niega la mayor: la explotación del puerto de Málaga es provechosa, y si existen pérdidas contables es por los excesos financieros y por casos de corrupción como los que viene denunciando el sindicato. Y como entiende que Plata ha sido designado para echar tierra sobre los rescoldos de la supuesta corrupción, pide la intervención de la Junta: “Descalificamos a Paulino Plata como interlocutor válido, y exigimos a quien lo ha nombrado que venga a aclarar qué pasa en el puerto de Málaga”.