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Hacia una gestión eficiente de residuos de la agroindustria, una estrategia que hay que afinar
El debate público generado por las macrogranjas en España trae asociados otros como el de la gestión de los excrementos que producen los animales. Por un lado, su tratamiento es complejo. Asimismo, buscar recursos que los recuperen, tanto en materiales como en energía, también requiere de diversas estrategias y desarrollo tecnológico.
Uno de los principales problemas de la industria agrícola y ganadera es que genera desechos, como los purines, que crean malos olores, contaminación y un impacto ecológico evidente.
Actualmente existen diversas tecnologías para el procesado de deyecciones ganaderas que permiten recuperar productos de valor a partir de estas. Su viabilidad depende, en gran medida, de las características fisicoquímicas de los restos, de la capacidad de inversión de los ganaderos, así como de las oportunidades para valorizar los productos generados, y del desarrollo tecnológico e incentivos para su implementación.
Es importante destacar que en los últimos años las tecnologías focalizadas en un tratamiento que ponga fin a estas deyecciones han dado paso a tecnologías totalmente orientadas a recuperar el máximo de recursos
En la actualidad hay principalmente tres estrategias de valorización de deyecciones ganaderas: obtención de productos con valor agronómico, valorización energética y valorización en forma de productos de alto valor añadido. Dentro de cada una se desarrollan diferentes tecnologías, tanto fisicoquímicas como biológicas o, lo que es más común, combinaciones de estas. Es importante destacar que en los últimos años las tecnologías focalizadas en un tratamiento que ponga fin a estas deyecciones han dado paso a tecnologías totalmente orientadas a recuperar el máximo de recursos.
Existen tecnologías en diferentes fases de desarrollo. Algunas de ellas como el compostaje, la digestión anaerobia, separadores sólido líquido, tecnologías de desorción (stripping) y absorción, están ampliamente estudiadas, por lo que también podrían considerarse como tecnologías probadas y validadas para el tratamiento de deyecciones ganaderas.
Por otro lado, cabe mencionar las más innovadoras, cuya aplicación a escala real está muy cerca, como por ejemplo el biosecado, que ya cuenta con las primeras experiencias en plantas reales o tecnológicas térmicas como la pirolisis o la gasificación.
Finalmente, entre las emergentes se encuentran en fases avanzadas de desarrollo los tratamientos con microalgas, la crioconcentración, la fermentación en estado sólido, la carbonización hidrotermal o los contactores de membranas, entre muchos otros. Estos tratamientos ofrecerán nuevas vías de valorización de estas deyecciones en un futuro relativamente próximo, obteniendo una gran variedad de productos de valor añadido.
Producir alimentos implica utilizar el territorio y recursos, por lo que es muy importante que se haga de manera sostenible, ya que, de otro modo, el impacto ambiental de este sector tendría un peso enorme en el contexto ambiental
Uno de los principales retos para garantizar la sostenibilidad de la actividad ganadera es que los costes asociados a la gestión de las deyecciones sean distribuidos de forma justa y equitativa en toda la cadena alimentaria, incluido el consumidor, en lugar de recaer sobre el eslabón más débil que suele ser el ganadero.
El sector ganadero siempre ha sido muy consciente de la necesidad de su desarrollo sostenible, pero no siempre se ha conseguido lograr en la medida que era necesario. Producir alimentos implica utilizar el territorio y recursos, por lo que es muy importante que se haga de manera sostenible, ya que, de otro modo, el impacto ambiental de este sector tendría un peso enorme en el contexto ambiental.
Las deyecciones ganaderas son la fracción más visible de los residuos orgánicos generados por el sector agroalimentario, pero no se trata de la única. También genera residuos agrícolas, de procesado de alimentos, fangos de depuración e incluso residuos químicos u otros que son equiparables a los orgánicos urbanos.
Algunas de estas actividades tienen una alta concentración geográfica y esto es lo que ha desencadenado situaciones que a menudo no son sostenibles. Las deyecciones por sí mismas no son un problema, el problema es tener un acceso con respecto a la superficie agraria disponible donde aplicarlas como fertilizante.
La economía circular- o la bioeconomía si se habla estrictamente de recursos biológicos- es sin duda una parte fundamental de la solución.
El proyecto Circular Agronomics, tiene por objetivo cerrar los ciclos de agua y nutrientes en las explotaciones agrícolas y ganaderas, y en la industria de transformación agroalimentaria. Por otro lado, en lo que se refiere a nuevas cadenas de valor, existe el proyecto AgriMax para el desarrollo de procesos viables del biorrefinado de residuos de cultivos y subproductos alimentarios. Está enfocado en generar nuevos bioproductos para los sectores químico, bioplásticos, agroalimentario, fertilizantes, y embalajes.
Es necesario actuar sabiendo cuál es la gestión y/o tratamiento más adecuado para implantarlo en las explotaciones. Antes de invertir dinero, es importante identificar la mejor estrategia para cada escenario
Por su parte, el proyecto FERTIMANURE tiene cinco trenes de tratamiento piloto en cinco países diferentes (España, Francia, Bélgica, Alemania y Países Bajos) y se plantean como una solución innovadora a escala real para valorizar en origen las tres deyecciones ganaderas más significativas en un contexto europeo: el purín de cerdo, el estiércol de vaca y la gallinaza.
La planta piloto está instalada en una granja de la población de Muntanyola, en la comarca de Osona (Barcelona) e incluye una unidad de separación sólido-líquido y varias unidades basadas en diferentes tecnologías colocadas en cascada.
Es necesario actuar sabiendo cuál es la gestión y/o tratamiento más adecuado para implantarlo en las explotaciones. Antes de invertir dinero, es importante identificar la mejor estrategia para cada escenario.
La estrategia actual es fomentar un sector agroalimentario competitivo y sostenible que logre más de menos. Debe asegurar un suministro constante y suficiente de alimentos y bioproductos, mientras contribuye a la gestión sostenible de los recursos naturales en armonía con el medio ambiente. No es algo fácil, pero sí es posible.
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