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Orgullo por lo andalusí
La alarma y aflicción que el incendio de la Mezquita-Catedral de Córdoba ha producido en Andalucía debería hacer reflexionar a quienes azuzados por la ultraderecha coligen y vocean el discurso de islamofobia que va desde los sucesos preocupantes de Torre Pacheco a la moción racista de Jumilla. Un discurso que Vox articula sobre un pasado falsario que excluye el legado andalusí para afirmar que la verdadera y única identidad cultural de España es la católica. “España no es Al-Andalus”. Cuán equivocado están Santiago Abascal y sus seguidores.
Si pregunta a cualquier andaluz sobre monumentos de su tierra, sea chico o grande o más o menos culto, responderá que la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla, todos hitos conservados de la presencia musulmana en nuestra tierra durante ocho siglos. El andaluz se enorgullece de dichos monumentos más que de ningún otro, a pesar incluso del importante legado de bellísimas iglesias góticas, renacentistas y barrocas, incluida la que alberga la Mezquita proyectada por Hernán Ruiz (el mismo que diseñó el cuerpo de campanas del alminar de la mezquita de Sevilla, que hoy conocemos como la Giralda).
El incendio comenzó en una de las capillas de la Catedral, levantada entre las columnas de la parte de la aljama (mezquita principal) impulsada por Almanzor. Aún así, la voz de preocupación de cuantos se hicieron eco del peligro no fue por la pérdida de tan importante templo cristiano, sino por la de los antiguos vestigios de la mezquita, incluida como Patrimonio de la Humanidad en 1984 y la más antigua del mundo, con esplendorosas cúpulas y mosaicos dorados de la quibla y mihrab.
Vox ha situado a Infante como un islámico traidor de la cultura nacional católica y no ha escatimado insultos contra su figura, desde «lunático islamófilo» a «tarado»
Lo paradójico es que es la Iglesia católica la responsable de su gestión y beneficios (más de 22 millones de euros en 2024 recaudó el Cabildo). Miles de visitantes de todo el mundo viajan hasta Córdoba para ver solo el monumento. El incendio ha vuelto a abrir el debate sobre si un edificio de tales características debería ser de titularidad estatal y no particular de la Iglesia. Hay quien incluso ha apostado por un doble culto del edificio, el católico actual y el musulmán del pasado. Una apuesta esta que tuvo como contrapunto durante un tiempo el esfuerzo del Obispado de Córdoba por eliminar del monumento el nombre de mezquita para llamarlo solo Catedral de Córdoba. Intentos vanos uno y otro. Lo relevante es que gracias a la rápida actuación y pericia de los bomberos el fuego no llegó a propagarse y la Mezquita ha podido salvarse. Los daños podrán ser reparados y luego sí sería justo que Gobierno, Junta de Andalucía y Ayuntamiento se sienten a negociar con la Iglesia para una gestión conjunta del importante monumento.
Ojalá no hubiera ocurrido el incendio. (Ojalá es una palabra de origen árabe como azúcar, acequia, aceite, aceituna, café, naranja, alcalde, Almería, Algeciras, Alcalá… hasta cuatro mil vocablos y numerosos topónimos en lengua española). El fuego prendido el pasado día 8 ha coincidido dos días después con la conmemoración del fusilamiento por falangistas o franquistas de Blas Infante, padre de la patria andaluza. Como desde hace años, todas las fuerzas políticas le han rendido homenaje en el punto de la carretera de Carmona de Sevilla en el que fue asesinado. Todas menos Vox. Su inquina hacia el considerado por el Estatuto padre de la patria andaluza no es solo por su posición política contra el estado de las autonomías y alineación con el franquismo. Viene de lejos y se sustenta en la islamofobia y contra la inmigración de países árabes o subsaharianos que la ultraderecha nacionalista europea sostiene como artificio electoral.
Blas Infante defendió, entre otras cosas, la herencia árabe en España y particularmente en Andalucía, incluso una relación de hermandad con los territorios de Marruecos. A pesar de su admiración por ese pasado árabe (idioma que llegó a aprender), también reivindicó el legado romano de la Andalucía libre dentro de una España federal. El escudo de la bandera andaluza que ideó está inspirado en Cádiz con la figura de un Hércules que sujeta a dos leones entre columnas. Pese a ello, Vox ha situado a Infante como un islámico traidor de la cultura nacional católica (incluso con el bulo de que se convirtió a la religión musulmana en un viaje a la tumba del rey y poeta sevillano Al Mutamid en 1924) y no ha escatimado insultos contra su figura, desde “lunático islamófilo” a “tarado”.
Todo hilo de la ultraderecha conduce a lo mismo, a alimentar el odio hacia el extranjero de otro color o religión para captar a los votantes descontentos
Vox heredó ese desprecio por Blas Infante de Alejo Vidal-Quadras, uno de los fundadores de la formación, quien siendo eurodiputado del PP en 2007 llegó a calificar de “cretino” al histórico ideólogo del andalucismo. Unas declaraciones que pusieron en un aprieto a Javier Arenas cuando se postulaba en 2008 para presidir la Junta. Aunque Vidal-Quadras abandonó Vox como antes el PP, su opinión de Infante arraigó en los sucesivos dirigentes de la ultraderecha en Andalucía.
En las elecciones andaluzas de 2018 Vox estrenó su reivindicación nacional católica con el lema “Reconquista”, que luego exportaría al resto y aún hoy mantiene hasta vociferar Santiago Abascal ante líderes europeos de la ultraderecha su promesa de que España será un “muro de contención” contra la invasión islamista que atribuye a la inmigración. Todo hilo de la ultraderecha conduce a lo mismo, a alimentar el odio hacia el extranjero de otro color o religión para captar a los votantes descontentos.
Vox consiguió entrar en un Parlamento en 2018 en Andalucía con algo más de 400.000 votos, lo que fue una sorpresa. No se trataba solo de un pellizco a partidos de la derecha, ya que se ha mantenido al alza su pujanza electoral al tiempo que la izquierda perdía fuelle y representantes en Andalucía. Me cuesta creer que haya sido por haber calado su mensaje islamófobo, antiinmigrantes y racista en Andalucía. Ni siquiera en El Ejido tuvo éxito su intentona de reproducir un Torre Pacheco o Jumilla este verano. Quizás sea más fuerte el sentimiento de orgullo de que lo moro también forma parte de nuestra cultura. O es solo un deseo. Ojalá lo primero.