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Pirómanos
En su propensión a buscar culpables de sus propias fallas, el PP saca de la manga anti incendios al pirómano. Para el PP de Alberto Núñez Feijóo, la culpa de que el fuego haya arrasado más de 410.000 hectáreas en España con una agresividad pocas veces vista es de los pirómanos y no del cambio climático, aparte claro está del Gobierno de Pedro Sánchez, cómo no. Con ambos chivos expiatorios, Feijóo y sus obedientes presidentes autonómicos se sacuden la mala conciencia de una pésima gestión en la prevención de incendios, además de la caótica dirección en sofocarlos, según denuncian los bomberos, asfixiados por mal pagados y por la tacaña dotación de personal. Las competencias en la gestión contra los incendios son autonómicas, salvo que estas se inhiban en favor del Gobierno central. Cuando más agua se necesitaba, es decir, más calma y cooperación de todos, el líder del PP apareció en uno de los puestos de mando avanzado en León como voluntario a atizar las ascuas a su sardina.
Feijóo ha llegado a calificar de “terrorismo incendiario” la situación cuando más caldeada estaba, a mediados de un agosto infernal en el noroeste de España. Habló de un ochenta por ciento de incendios intencionados. El primero de los presidentes autonómicos en seguirle el paso fue Juan Manuel Moreno, quien desde un desconocido lugar de vacaciones clamó en una entrevista radiofónica por reformar el Código Penal para endurecer las penas a los incendiarios. Aludía al caso del incendio en Tarifa, donde dos mil personas tuvieron que ser desalojadas de sus residencias y que según las investigaciones pudo ser provocado por mano humana. A la vuelta de sus vacaciones, el presidente andaluz se ha pronunciado a favor de otra tontuna de Feijóo de elaborar un censo de personas condenadas por provocar fuegos y colocarles una pulsera de localización.
La Real Academia Epañola (RAE) define al pirómano como una persona que padece una tendencia patológica a provocar incendios. Los expertos han reaccionado con estupor a lo del censo. Censo ya tiene la Guardia Civil, como de todo delincuente investigado o condenado, pero las propias estadísticas desmienten el alarmismo de Feijóo. La Memoria de la Fiscalía en los últimos años sitúa en uno de cada cuatro incendios los originados por acción humana. Dos de cada tres de estos son fruto de negligencias o accidentes. Nada que ver con la tendencia patológica a ver arder el monte. La propia Guardia Civil admite la dificultad de identificar a los incendiarios, entre otras cosas porque las pruebas perecen muchas veces en el mismo fuego que provocan.
La humareda creada por Feijóo para ocultar la responsabilidad de sus presidentes pone en la diana al Gobierno de Pedro Sánchez como si se hubiera desentendido de la tragedia. Primero pide a Sánchez la intervención del Ejército, como si la UME (Unidad Militar de Emergencias) no tuviera ya el 13 de agosto desplazados más de 1.400 efectivos y 440 tanques, además de todos los recursos de emergencias de Protección Civil. Esa UME a la que Mariano Rajoy llamó “capricho faraónico” del presidente Zapatero y que una consejera del PP dice ahora que no puede contar como refuerzos del Gobierno. Feijóo insistió dos semanas después en un Gobierno “paralizado y ausente”, pese a los desplazamientos de Sánchez y ministros a los puntos álgidos de Galicia, Castilla-León, Extremadura y Asturias para conocer in situ la evolución de la operación contra incendios o el despliegue de medios europeos llamados por el ejecutivo.
¿Está sondeando el PP de Feijóo la recentralización de competencias autonómicas? Es algo que defiende a cara descubierta la ultraderecha, pero no el PP. Hasta ahora. Juan Manuel Moreno, que tanto respalda a Feijóo en todo, debe aclarar esta importante cuestión a meses de las elecciones andaluzas
En esta guerra hubo un disparate del todo intencionado: Cuando Elías Bendodo llamó “pirómana” a la directora general de Protección Civil, Virginia Barcones. En las redes sociales ya había calado lo de que los fuegos era cosa de pirómanos y no del cambio climático y de la pésima prevención de las autonomías, cuando se coló intencionadamente el mismo perfil a la responsable del Gobierno de coordinar los recursos estatales. Barcones se quejó de cómo los presidentes autonómicos habían inundado una noche su correo de peticiones de recursos y a las pocas horas criticarla porque no habían llegado. Como si movilizar bulldozer o militares de apoyo fuera cosa de un soplo.
El mensaje lo colocó Bendodo desde Andalucía, comunidad cuyo consejero de Presidencia, Antonio Sanz, responsable de la gestión de emergencias, siempre ha hecho gala de la buena colaboración institucional Gobierno-Junta, incluido el fuego de Tarifa. Hasta que Feijóo habló. Sanz sigue instrucciones, no de Feijóo, sino de quien únicamente puede dárselas, Juan Manuel Moreno. “El Gobierno de Sánchez no ha estado a la altura de las circunstancias”, dijo Sanz en una fragante contradicción después de agradecer la intervención de la UME, la Guardia Civil y la Policía en el incendio de Tarifa.
Toda esta humareda del PP de pirómanos y responsables orquestada por Génova para contrarrestar la propuesta de Sánchez sobre emergencia climática, es lo que se ve en la superficie, pero las consecuencias son de más calado. En su ofensiva para desviar las críticas a la gestión de algunas comunidades del PP en la crisis del fuego y centrarla en Sánchez está minando también el propio sistema autonómico.
Cuando insiste en acusar a Sánchez de no ponerse al frente de lo que llama una crisis nacional, pero al mismo tiempo insiste a sus comunidades en no dar el paso para que el Gobierno asuma el mando está confundiendo a la opinión pública. Las comunidades tienen sus competencias y el Gobierno otras. ¿Está sondeando el PP de Feijóo la recentralización de competencias autonómicas? Es algo que defiende a cara descubierta la ultraderecha, pero no el PP. Hasta ahora. Juan Manuel Moreno, que tanto respalda a Feijóo en todo, debe aclarar esta importante cuestión a meses de las elecciones andaluzas.