Antonio Serrano: “Me tiré a la piscina del flamenco con la armónica y salió bien”

Alejandro Luque

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Sucedió en la Expo 92 de Sevilla: Antonio Serrano, un joven madrileño de apenas 18 años, se acerca a su ídolo, el belga Toots Thielemans, leyenda de la armónica. “Yo venía tocando este instrumento desde hacía algunos años”, recuerda Serrano. “Pero nunca había imaginado que se pudiera tocar como lo hacía Toots. Fue muy amable conmigo, me dio muy buenos consejos sobre cómo introducirme en el jazz, ya que hasta entonces yo me había movido sobre todo en la clásica”. Con los años llegaron incluso a tocar juntos, en el festival de Tarrassa. Ahora, Serrano le dedica su nuevo espectáculo, Tootsology, que la semana pasada aterrizó en el Festival de Jazz de Cádiz.  

“Toots siempre ha sido muy cariñoso y amable conmigo, me provoca mucha inspiración y respeto, y desde luego sigo estudiando su música”, explica el madrileño. “Posee una obra llena de material que investigar y del que aprender. No solo es el armonicista más importante, sino uno de los músicos más grandes de la historia del jazz. Siempre ha desplegado una frescura y una imaginación sorprendentes a la hora de improvisar”.

Con estas premisas, cabe suponer que para Serrano no ha sido nada fácil escoger el repertorio de este recital de homenaje. “Toots tiene muchísima producción desde los 40 hasta la actualidad [falleció en 2016, a los 94 años], con etapas muy diferenciadas. He intentado reflejar esos cambios y esas evoluciones en mi selección: una primera época en la que tocaba más swing, otra más virtuosa en la que tocaba como los saxofonistas de la época, luego una etapa más introspectiva, en la que no toca tan rápido como antes, pero lo hace con un gran sentimiento y emoción, porque es un baladista impresionante”.

Pionero en España

“Siempre fue un músico muy solicitado, con algunas colaboraciones míticas, como las de Jaco Pastorious o Bill Evans”, prosigue Serrano. “También destaca su faceta como compositor, que completa estas líneas generales. La verdad es que podrían hacerse muchos homenajes distintos, de modo que me he dejado llevar por lo que más me gusta y me motiva. Y he añadido alguna composición mía dedicada a él. Pero sigo investigando: últimamente han aparecido algunas grabaciones suyas de finales de los 40-principios de los 50, en las que tocaba pre-swing, ragtimes, fox-trot… Pienso incluso en editar algún día un libro con sus transcripciones”.

Entre tanta devoción, tal vez se olvida Serrano de que él ha sido una revelación similar para muchos músicos, sobre todo desde la publicación en 1999 de su disco En el Central, junto a Joshua Edelman. “Sí, puede que en España haya sido pionero en llevar la armónica a un nivel profesional”, admite con modestia. “En los 50 y 60 hubo mucha afición hacia este instrumento, en los 90 fue muy popular la armónica de blues, pero es cierto que la armónica de jazz era muy desconocida. Toots nunca fue aquí tan conocido como Miles Davis o Charlie Parker. Pero mi mayor aportación quizá haya sido en el flamenco”.

Fue una feliz conjunción de casualidades, pero lo cierto es que con Serrano la armónica aterrizó en el flamenco para quedarse. “Me tiré a la piscina y salió bien”, se encoge de hombros el músico. Corrían los primeros años del siglo y Madrid era un hervidero de inquietudes. “Yo era asiduo a las jams, me subía a tocar con músicos de calidad. Era un momento de apertura para el flamenco, y empezaron a llamarme de forma natural”, recuerda.

La llamada de Paco

Los primeros fueron gente como Vicente Amigo o Tomasito. Serrano asume que todavía era un neófito, ignorante de la verdadera dimensión del flamenco. “Llegaba al estudio y veía donde podía encajar, nada más. Hasta que Paco de Lucía, que estaba en plena renovación de su sexteto, decidió contar conmigo. Le habían dado mi nombre por mi versatilidad, y yo, por supuesto, me dejé llevar”.

El fichaje de Paco de Lucía sí supuso un salto de nivel considerable para Serrano, que se adaptó de maravilla. “Solo he pretendido ser útil en este mundo de la música”, declara el madrileño, que tras el fallecimiento del guitarrista algecireño decidió profundizar en sus proyectos personales, como Harmonius. Del flamenco nunca se ha separado del todo, colaborando con gente como Josemi Carmona, y recientemente se ha embarcado en un espectáculo de homenaje al propio Paco.

Visión de futuro

“Sueño con hacer un proyecto de flamenco con una instrumentación un poco más grande. En esta música la guitarra asume un papel muy grande, todo gira a su alrededor, y me gustaría hacer algo donde otros instrumentos tuvieran ese papel, como cinco o seis vientos que llevaran el peso armónico. Tal vez lo haga cuando tenga tiempo”, agrega.

Después de tocar con infinidad de artistas de primera línea, desde Chano Domínguez o Tomatito a Luis Salinas, Wynton Marsalis, Paquito de Rivera, Ivan Lins o Rosa Pasos, pasando por Andrés Calamaro, Pedro Guerra, Joaquín Sabina, Estopa, Rosana o Ana Belén, Antonio Serrano improvisa una respuesta cuando se le pregunta a quién más le gustaría acompañar: “Soy bastante old-fashioned, y últimamente me interesa mucho el gospel. Querría tocar con algún organista realmente bueno como Cory Henry”, afirma.

Y sobre el futuro de su instrumento, concluye aseverando que “la armónica es muy expresiva, de los instrumentos más cercanos a la voz humana. Hoy oímos a armonicistas de Irán, de la India o de China, y en cualquier música de raíz, fundada en lo vocal, se muestra muy flexible, muy maleable”.  

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