Desde hace más de 15 años, el cantante argentino-estadounidense Kevin Johansen y el dibujante argentino Liniers comparten escenarios en un espectáculo que aúna sus dos disciplinas, convenientemente sazonadas de ironía, humor e improvisación. Ahora lanzan un disco, Desde que te Madrid (Sony Music), grabado en directo en el Teatro Albéniz de la capital española. Para promocionarlo, se han embarcado en una nueva gira internacional que incluye siete fechas españolas: Santiago de Compostela (25 de septiembre), Bilbao (día 26), Sevilla (día 27), Barcelona (1 de octubre), Alicante (día 2) y, una vez más, broche en Madrid (día 11), en el marco del programa de la Hispanidad.
“En realidad llevamos colaborando más de 15 años”, comenta Kevin Johansen para elDiario.es Andalucía desde un aeropuerto nórdico, cerca ya el momento del embarque, junto a su compañero. “Todo empezó sin querer-queriendo, Liniers dibujaba un afiche, un póster de calle para anunciar un concierto, una tapa de disco… Hasta que empezamos a dar forma al espectáculo, si bien los formatos han cambiado mucho: al principio Liniers se sumaba de espaldas a hacer un mural, luego fueron un par de computadoras entre bambalinas, y finalmente hace unos 15 años se subió en el escenario con su escritorio de dibujante”.
El músico bromea también con el hecho de que él, nacido en Alaska, viva actualmente en Argentina, mientras que el dibujante porteño se ha afincado en Vermont, Canadá. En ese cruce de vuelos se las han arreglado para seguir encontrándose a menudo y propiciar la alquimia. “Nunca hemos ensayado nada, no hay guion prefijado. Ahora nos reunimos y el espectáculo nos agarra más relajados…”, dice Johansen, a lo que Liniers agrega: “Más inmaduros”.
Amigos de asado
“La razón por la que funciona el show”, apunta Liniers, “es porque éramos amigos de antes, amigos de comer asado. Tenemos varios conocidos que se han juntado para hacer algo parecido, pero se deshilacha rápido, porque no es tan fácil que algo así funcione en el tiempo. No es algo que puedas forzar. Además, los dibujantes solemos ser más tímidos…”. “… Mientras que el músico es más un ególatra inseguro”, apostilla Johansen.
Liniers se queja jocosamente de que, si bien en su estudio dispone de “infinito tiempo para dibujar una tira, las canciones de Kevin duran solo tres minutos. Le pido que haga los solos más largos, ojalá hiciera rock progresivo, un poco de David Gilmour… Pero está bueno, me hace sacar herramientas diferentes, hay toda una expresividad que no me sale cuando dibujo tranquilo”. “Yo cada vez soy más amigo de la síntesis”, replica Johansen. “Salvo porque es una palabra muy larga. La dejaría en sint”.
Lo que tal vez no tenían claro cuando empezaban a rodar el proyecto era que pudiera tener un eco tan grande, incluso a nivel internacional. “La música es el primer idioma, como decía Youssou N'Dour, y los dibujos ayudan también a traducir las palabras y hacer todo más universal”, comenta el cantante, mientras su colega tira de ironía: “También nos ayuda nuestro dominio del sueco, del holandés, del danés…”
Humor encontrado
Un esfuerzo que no tendrán que hacer en España, país que consideran casa, y más aún en ese Madrid que homenajean en su nueva entrega. Para Johansen es, “de alguna manera, una de esas ciudades de las que uno se apropia. En todos estos años teníamos esa costumbre, ‘terminamos la gira en Madrid, ¡casita!’. España todo es un lugar que cobija, y aquí teníamos amigos, la casualidad linda de que estaba Jorge Drexler, estaban Las Migas, que colaboran en el disco, como podían haber sido otros. Es verdad que ese fin de gira nos agarró muy cansados, aprendimos que los discos en directo hay que grabarlos al principio del tour, no al final”.
Como queda de manifiesto a lo largo de la conversación, el desenfado es para estos artistas un código permanente, casi una respiración. Johansen, sin ser exactamente un músico humorístico (aunque ha colaborado con sus ilustres e hilarantes paisanos, Les Luthiers), nunca renuncia a ese ingrediente, y lo mismo sucede con Liniers. “No es tampoco un ilustrador de chiste fácil a flor de labios, pero hay una yuxtaposición en lo que hacemos: desde el escenario estoy proponiendo algo irónico y veo a la gente con lágrimas en los ojos, emocionadas por algo que él acaba de dibujar. No es una propuesta que busque el humor, simplemente lo encontramos”.
“Es raro”, prosigue el cantante, “pero en la música hay cierto tabú con el humor, mis colegas tienen miedo de no ser tomados en serio. Por suerte, hoy hay más desparpajo al respecto, los músicos jóvenes están convencidos de que pueden usar el humor y también tener mucha crítica y observación social. La ironía es un velo bajo el cual puede decirse las verdades más tremendas, y ya sabes lo que decía Mark Twain: el problema del humor es que nadie se lo toma en serio. Yo he aprendido a interpretar las risas como aplausos”.
En cuanto a la tan cacareada cultura de la cancelación, Liniers opina que “no creo que sea nada nuevo, es algo que siempre pasó. Antes era el poder, los zares, los militares, la Iglesia por ejemplo, con su lista de libros que no se podían leer. En España tienen mil millones en ejemplos, en especial con los amigos de la revista Mongolia. Pero ahora, más que nunca, nos pusieron un megáfono a todos, le dimos poder a la gente y descubrimos que muchos son también fachos. Mucha gente tiene la necesidad, como los antiguos reyes y los papas, de decir qué se puede y qué no. En algunos casos con buen tino, porque veníamos medio distraídos como grupo social, y en otros como dicen los americanos: tirando el bebé con el agua del baño”
Como los Rolling
La conversación deriva inevitablemente hacia Milei. Cuando se les pregunta si el país ha entrado en zona desconocida con tan extravagante mandatario, el dúo ríe. “Argentina conoce todas las zonas, hemos tenido Mileies para aburrir”, asegura Liniers. “Se dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero nosotros nos tropezamos ocho, diez, catorce veces… Nos encanta”.
Y ante el entusiasmo que Milei parece suscitar en una parte de la población española, y en especial en Madrid, donde ha sido aclamado, Johansen matiza que “hay de todo. Creo que muchas personas se fueron de Argentina desencantadas y enojadas y vinieron a España, porque hubo muchos errores al otro lado del binomio, como se fueron a Estados Unidos, a México… Y creen que lo que mínimamente tenga olor a cambio, eso es la solución. Yo no entiendo nada de esto, aunque como argentino puedo opinar de todo”.
Los altavoces anuncian el embarque de su próximo vuelo a Ámsterdam, pero todavía tienen tiempo para animar al público español a verlos. “No van a poder creer lo que perciben”, subraya Johansen, y Liniers le pregunta antes de lanzar una carcajada: “¿Eso es bueno?”
“En todos los shows pasa algo diferente, que nosotros mismos ni siquiera sospechamos, tanto en la música como en el dibujo. Y ahora que estamos más seasoned, con más temporadas, tenemos un relajo que favorece la creatividad”, adelanta Johansen. Liniers, por último, bromea con la posibilidad de seguir juntos otros 15 años o más. “Si Kevin me sigue invitando, yo sigo. Nos proponemos ser los Rolling Stones de la actividad interdisciplinar. En realidad aspirábamos a ser Paco y Ca7riel, pero nos está saliendo más ser Simon & Garfunkel”.