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Conciertos contra la reclusión del coronavirus: “En momentos de crisis humanitaria se recurre a lo más humano que tenemos: el arte”

Ruibal

Alejandro Luque

Sevilla —

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10 de marzo. Teatro Melico Salazar, San José, Costa Rica. Ante un patio de butacas completamente vacío, el cantautor uruguayo Jorge Drexler brinda un concierto de casi una hora y media, atendiendo las peticiones que sus fans le han hecho llegar a través de las redes sociales. El concierto se difunde en Internet y llega a muchos más espectadores que los que podrían haber abarrotado el coliseo: 86.000 según las últimas cifras de Youtube. Un modo de aprovechar las nuevas tecnologías para romper el aislamiento de estos días, tras la declaración del estado de alarma y la reclusión forzosa, con la música.

Miguel Rivera, cantante del grupo sevillano Maga, empezó a pensar en ello cuando, como todos sus compañeros del mundo del espectáculo, empezó a ver cancelados sus conciertos. “Empezaba a tener una extraña sensación de fracaso, hasta que pensé que una manera de quitarme el mal sabor de boca, y de paso acompañar un poco a la gente, podía ser dar conciertos por Internet. Claro que hay otras posibilidades de ocio, la lectura, las películas… pero el factor humano, aunque sea a través de una pantalla, es algo que se agradece”.

Rivera empezó dando un recital, con tan buen resultado que ha acabado prometiendo un mini-concierto de tres temas todos los días. La logística resulta más sencilla de lo que cupiera imaginar: “Tengo una habitación con instrumentos, solo tuve que crear un pequeño set de iluminación con lámparas y flexos, para que la imagen tenga la mejor calidad posible. Y mi pareja, Celia, hizo de realizadora, me ayudó con todo y me iba leyendo los comentarios de la gente”.

“Todo irá bien”

“Se trata de transmitir el espíritu de que esto va a durar poco, o como dicen los carteles de los niños, ‘todo irá bien’”, prosigue el músico, que tuvo unos 500 seguidores de media durante su primer concierto en Instagram, “con el añadido de que se queda 24 horas colgado, de modo que llegamos al millar de media, además de todas las stories que hacen los fans, viendo el concierto y cantando con sus hijos”. Su último reto, previsto para este mismo lunes, era conectar con su amiga, la dibujante María Hesse, para hacer una actuación conjunta, “ella pintando y yo tocando. Será bonito y lo pasaremos bien”, vaticinaba.

Otros músicos, como El Kanka, Rozalén o Javier Ruibal, han dado este fin de semana conciertos exitosos por Internet. “Estoy en mi confinamiento bastante a gusto, ya me volveré loco”, comenta el primero a Eldiario.es. “Ha sido una experiencia altamente positiva, muy bonita, con un punto incluso emocionante. Yo ya había hecho directos de este tipo para otras cosas, pero con este estado de nerviosismo e incertidumbre la gente agradece algo como esto, y poder interactuar con los artistas que le gustan”.

“Nunca había hecho un directo tan largo, una hora, ni con tanta gente: casi 30.000 personas en total, no a la vez. Con bastante feedback. Mi familia y amigos a veces se meten, pero en este directo estaban todos, mi padre, mi hermana con mi sobrinito, muchísimos compañeros músicos… Creo que fue un pequeño paréntesis dentro de la locura esta”.

La ocasión no solo tenía un propósito lúdico: también se trataba de ayudar a concienciar. “Hay gente que no lo va a tener claro nunca, pero intenté informarme bien del tema y de las medidas que se estaban recomendando, para no decir ninguna tontería. Y el resto fue cantar canciones mías, alguna versión, un pasodoblito de Carnaval… Me tomé un roncito, se me hizo hasta corto. Como no he vuelto a tocar desde el Wizink Center en Madrid, también tenía mono de tocar, así que fue también un acto un poco egoísta. Se vivió con emoción y con ese punto de kit-kat en medio de esta incertidumbre tan única”. El tema más solicitado de su repertorio venía al pelo: Sí que puedes.

“Compañía y calor”

“Es realmente extraño hacer esto”, comenta Javier Ruibal, que el sábado ofreció uno de los conciertos más seguidos. “Estoy completamente solo en casa, lo preparé como buenamente pude. Parece que por Facebook se cortaba, en Instagram es donde mejor se ve y se oye, y funcionó muy bien. Habría como 6000 personas entre una red y otra; resulta conmovedor saber que está todo el mundo en su casa deseoso de que lo distraigan y lo acompañen. La sensación es extrañamente reconfortante, porque das a todos lo mismo que necesitas tú, compañía y calor. Pasé muchos nervios, más que cuando estoy en un escenario. Un nudo en la garganta muchas veces, porque echabas una miradita al teléfono y te decían cosas muy hermosas. Cuando te das cuenta, ya ha terminado, te despides. Y luego me derrumbé, la verdad”.

“Espero volver a hacerlo algún día de estos. Anunciar otro y cantar canciones que no haya cantado. Los compañeros también están colgando canciones una con una, así se pueden seguir viendo”, añade. ¿Y ahora? “Qué sé yo, todos los músicos han suspendido sus conciertos, sabemos que nuestros ingresos van a depender de un hilo. El público, las administraciones, tendrán otras prioridades, y no sabemos cuándo volverá para nosotros la actividad. Pero ahora lo importante es cuidarse y cuidar a los demás, evitando salir a los focos de contagio. Nadie sabe si tiene o no el virus, de hecho yo tuve un par de noches con un poco de fiebre… Todos estamos en contacto, hablamos por chat y whatsapp. Hay una corriente de amor espontáneo, que no estaba previsto, y que está bullendo constantemente, y notas que todo el mundo está deseoso de decir a los demás que los quiere”.  

La ocurrencia se ha convertido en tendencia, y ya son decenas los músicos que han anunciado para los días sucesivos conciertos de este tipo por toda España. Incluso desde fuera de nuestras fronteras: tal es el caso del gaditano Jose Simonet, afincado en Estados Unidos desde hace años. “Aquí internet va muy bien; la zona de Seattle es donde están Microsoft y Amazon, y Google y Facebook tienen oficinas aquí, así que la infraestructura digital está al orden del día”, comenta para explicar que la empresa no ha comportado la menor complicación técnica.

“Hay poco que pueda hacer desde por mi gente de España.... Hace 8 años que vivo aquí y viajo a casa muy poco, así que la principal forma que tengo de sentirme conectado con aquello es Internet. Para mí fue también una forma de sentir esa conexión, de crear una plaza, un espacio público virtual en el que encontrarme con mi gente y ayudarnos a todos a olvidarnos del virus y el confinamiento por un rato, aunque sea”.

Sobre el balance de su actuación, comenta que “la respuesta ha sido mucho mayor de lo que esperaba, lo que me confirma que estas cosas hacen falta ahora mismo. El hecho de que en momentos Internet se haya llenado de conciertos, recitales, etc. nos recuerda la función esencial que músicos, poetas y artistas tienen en la sociedad. Parece que en un momento de crisis humanitaria se recurre a lo más humano que tenemos: el arte”, apostilla.

 

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