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Nuestras ocho paradas para saborear la ciudad de Cádiz

Chicharrones en Casa Manteca.

Nacho S. Corbacho

El Faro de Cádiz · San Félix, 15 

El Faro de CádizSi preguntas en ciudad, la mayoría de gaditanos te dirá que el mejor restaurante local es El Faro de Cádiz. Casi por unanimidad. Por eso, si la gastronomía fuese una religión, este lugar podría ser su catedral. Se encuentra en el corazón del barrio de La Viña y, quizás, lo más recomendable es acceder a él a través de La Barra del Faro, ubicado a su lado y donde Gonzalo y Pepa comenzaron este negocio: era 1964 y el pescado se servía en cajas de madera en la calle.

Allí, te reciben varias acuarelas de Pepe Baena donde puedes ver una muestra de lo mejor de la casa: salmonetes, acedías, boquerones... Son parte de los productos que te tentarán frescos en una barca con hielo en mitad de la barra. Y que un equipo de camareros te servirá con delicadeza.   

Tras este bautizo farero, merece la pena adentrarse en alguno de sus salones, ubicados en lo que antiguamente fue una carpintería. Están repletos de historia y fotografías que lo atestiguan. Alejandro Sanz, los reyes, Halle Berry o Paco de Lucía son algunos de los protagonistas de más de medio siglo de historia del establecimiento.

Comida tradicional con los mejores productos de cada temporada (atún, corvina, erizo) forman parte de una extensa carta que invita a tomar raciones “para probar un poco de todo”, como cuenta Mayte Córdoba, hija de los fundadores del restaurante y actual gerente. Tortillas de camarones, pastel de cabracho o urta a la sal son algunos de esos bocados, aunque en El Faro de Cádiz dan ganas de no parar nunca.

Y si te quedas con ganas, la familia también regenta establecimientos como BarraSie7e en el Paseo Marítimo o El Ventorrillo del Chato, a las afueras y en la carretera que une la capital gaditana con San Fernando. 

 

Casa Manteca · Corralón de los Carros nº 66 

Casa Manteca Cabezas de toro, carteles de corridas de Pedro Romero y Joselito Huertas. Los nombres de Curro Romero y Rafael de Paula. Y el de Sarkozy. Estampitas de la virgen y la foto de Camarón. La lista sería infinita... Porque su intensa decoración refleja que este local es otro santuario del buen comer. Y su alta afluencia cualquier día de la semana, tanto de vecinos del barrio como de turistas llegados de cualquier rincón, demuestra que su fama es mundial. Taberna Casa Manteca es otra de las leyendas gastronómicas gaditanas. Y eso que no tienen cocina.  

Su especialidad son las tapas frías, con los chicharrones de Cádiz como plato estrella. Queso de cabra payoya con confitura de espárrago o el revuelto de tagarninas (uno de las pocas propuestas calientes de la casa) componen una carta protagonizada por las chacinas y las conservas selectas.

Fue fundada en 1953 por el santanderino Lorenzo Ruiz Manteca, que posteriormente lo cedió a su hijo Pepe Manteca. Hoy, son los hermanos Tomás y Pepe los que gestionan un establecimiento que refleja perfectamente la vida en la barriada de La Viña, donde todos se llaman por su nombre y la alegría deslumbra. ¡Y qué viva el carnaval! 

 

  

Arsenio Manila · Paseo Marítimo, 12 

Arsenio ManilaArsenio Manila es uno de esos lugares al que llegas para comer y, si te despistas, puedes salir de madrugada. La carta, sus dulces y el buen dominio de los cócteles funcionan a modo de amarre para fondear sin prisas en un espacio diferente en Cádiz. Cuando nació hace diez años era un bar de copas, pero poco a poco ha ido modificando su esencia hasta el actual restaurante “fino, elegante y, también, macarrilla”, como dice su gerente Raúl Cueto. Algo que se nota especialmente al final del día, cuando el servicio de cenas encara su recta final, las luces bajan, la música sube y la noche empieza a arrancar.  

Su inicial carta de comida internacional ha ido mirando cada vez más a tierras gaditanas. “La idea ha sido renovar esas recetas usando productos locales”, añade Cueto. Filosofía slow food que ahora aplican a unas propuestas donde hay una apuesta especial por la comida sana; pero también por actividades culturales como exposiciones o conciertos.

En Arsenio Manila trabajan todo el año el atún rojo de almadraba (tartar, barriga, chuletón, lasaña fría...), así como las excelentes carnes de retinto que llegan desde Vejer de la Frontera. Pluma ibérica con aceite de trufa, wok de fideos con algas, croquetas de puchero o arroces marineros son algunas de las muchas ideas para disfrutar. Las tartas caseras son perfectas para endulzar el menú.  

  

 

  

La curiosidad de Mauro Barreiro · Veedor, 10 

La curiosidad de Mauro BarreiroTras cinco años en Puerto Real, el chef Mauro Barreiro decidió en 2016 trasladar su forma de entender la gastronomía a la capital gaditana. Se mudó de local, pero no de filosofía: una cocina de vanguardia, divertida, atrevida y que siempre mira de reojo a la tradición.

Su trabajo se basa en los productos de calidad, que en Cádiz son más bien mayoría. Y su bagaje (cocinero de Skina -Marbella- y responsable de I+D en El Campero -Barbate- entre otras experiencias) le han bastado para llamar la atención rápidamente: fue en diciembre cuando abrió La Curiosidad de Mauro Barreiro en el Mentidero y en apenas unos meses las principales guías gastronómicas han destacado su trabajo.   

Para el cocinero el mejor reconocimiento es ver cómo todo el que va a “su casa” disfruta con la experiencia gastronómica. Tiradito de presa ibérica al estilo Nikkei-Marroquí o Pulpo de roca con setas, miel, comino y cremoso de patata son algunos de los platos de una carta que no se olvida de grandes clásicos como Patatas aliñadas con algas, mojama y lima o el rico Salmorejo con lomo embuchado. 

  

  

Quilla · Antonio Burgos s/n 

QuillaRafael Machuca es gaditano, pero hasta hace no mucho vivía en Madrid. Siempre le rondó por la cabeza tener un negocio propio y, a poder ser, en su ciudad natal. Hace una década vio la oportunidad y junto a Maribel Téllez ideó un restaurante que a la vez era un centro cultural y, de paso, un lugar donde ver los mejores atardeceres del mundo cuando el sol se esconde en el horizonte de La Caleta. Le llamaron Quilla, abrió en diciembre de 2008 y hoy es un referente junto a la playa, a apenas un paso del Castillo de Santa Catalina y el Parque Genovés.

El espacio permite un tapeo informal, pero también platos que agradecen la calidad de la fauna local, como el atún rojo salvaje o el retinto. A partir de ahí, desayunos, meriendas y cócteles mientras la vida va pasando alrededor de La Caleta.  

Entre su actividad cultural destacan las exposiciones mensuales, así que como un concurso anual de pintura rápida al aire libre o un maratón fotográfico. Sin olvidar la denominada Bibliotequilla, que cuenta con un amplio catálogo de libros y revistas para olvidarse del reloj. “Siempre quisimos que Quilla fuera un instrumento para disfrutar de La Caleta. Un lugar con identidad que transmitiera las peculiaridades de Cádiz”, afirman Maribel y Rafael. Lo han conseguido.  

    

Ultramar&nos · Enrique de las Marinas, 2 

Ultramar&nosLa esquina que históricamente ocupaba el ultramarinos Barreda, junto a la Plaza de la Mina, cuenta desde hace dos años con un nuevo inquilino. Se llama Ultramar&nos y nació en junio de 2015 gracias a la iniciativa de los hermanos Francisco y Tomás Ruibal y el chef Pancho Jiménez. Un espacio moderno, joven, informal y con intenciones de sorprender al cliente haciéndole probar bocados poco habituales. En buena parte, gracias a la influencia de la larga experiencia inglesa del cocinero. Y acompañados de vinos de la tierra, cerveza o, por qué no, un buen vermú. 

Precios apetecibles y ambiente distendido y cosmopolita para disfrutar de platos de corte internacional con presentaciones mimadas. Todo ello se refleja en el bao de choco, las croquetas thai de pescado, las costillas asadas a dos temperaturas, la ensalada de sashimi de atún o un riquísimo arroz de ortiguillas. Sin olvidar las Zamburiñas Rockefeller, una de las propuestas de una carta que se renueva dos veces al año para no dejar de sorprender.  

  

    

El Palillo · San Félix, 10 

Este no es uno de esos bares modernos que proliferan en muchas ciudades españolas. No tiene una carta amplia, ni una decoración a base de chalk paint. Ni siquiera su propietario y camarero lleva barba. Pero El Palillo sí que es un lugar de peregrinación, un bar de toda la vida donde la vida pasa a otro ritmo. Y donde las preocupaciones varían según dónde juegue el Cádiz el siguiente fin de semana, qué asunto municipal esté en la portada de los periódicos y, por supuesto, el carnaval.  

Abierto en 1952, desde hace seis años es Jesús Galán el responsable de un local al que muchos acuden para degustar un plato nada fácil de encontrar: la morena en adobo. “No es algo común y mucha gente viene aquí a probarla”, cuenta Galán, que cuenta que esta especie es un pescado muy gelatinoso y nada fácil de trabajar. La otra especialidad de la casa son las ortiguillas, sin duda uno de los mejores bocados del Atlántico gaditano. A partir de ahí, boquerones, puntillitas, chocos, salpicón de marisco o papas aliñás. Y todo sin cocina, con únicamente dos freidoras junto a la barra.  

    

El Balandro · Alameda Apodaca, 22 

El BalandroUno de los grandes clásicos de Cádiz que sigue siéndolo con el paso de los años. A El Balandro se va principalmente a su barra, temprano, para encontrar sitio. Y siempre con la intención de picotear, de probar un poco de muchas cosas: su carta entra por los ojos y es difícil elegir. Pero a este restaurante nacido en los años 90 también se va con la tranquilidad de sentarse en alguno de sus tres salones, elegir un buen vino de su amplia bodega y disfrutar sin mirar al reloj.

Fueron los hermanos Vélez quien pusieron en marcha este restaurante y quienes no han hecho más que crecer desde entonces con más propuestas en la propia capital gaditana como Avenida 28, Casino y La Tienda de Vélez.  

Arroces, pastas frescas y carnes completan una carta donde los pescados son los protagonistas gracias a platos como cous cous de ahumados, tortillas de camarones, pescaíto frito, ortiguillas de mar, atún rojo en caviar de wasabi, rollitos de dorada con langostinos en tempura y un sinfín de experiencias hechas bocado. Acumulan numerosos premios en la ruta de la tapa de Cádiz y, eso, en esta ciudad, es todo un seguro: en El Balandro se acierta siempre.  

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