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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Retratos de las cigarreras de Sevilla, mujeres adelantadas a su tiempo

Cigarreras trabajando en la Fabrica de Tabaco

José Ascanio

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Las cigarreras sevillanas suenan a personajes literarios. Y la Carmen de Bizzet ha contribuido a esa imagen. Sin embargo, fueron mujeres que adquirieron gran fuerza como grupo: se organizaron, obtuvieron importantes logros laborales, reivindicaron la flexibilidad horaria y hasta las horas de lactancia. Este mes, a través de la actividad 'Documento del Mes', el Archivo Histórico Provincial de Sevilla ha organizado la exposición 'Cigarreras sevillanas: mujeres, trabajadoras, luchadoras' que estará abierta hasta finales de agosto. La muestra, que se complementa con una selección de documentos y se articula en torno a cinco ámbitos y un audiovisual que recorre la vida de estas populares trabajadoras.

Hacer cigarros era un trabajo de hombres, pero a partir de 1812 se incorporaron a la Fábrica de Tabaco las mujeres. Fuentes del Archivo Histórico Provincial explican que “la habilidad femenina en la producción del tabaco de humo y los salarios más bajos” propiciaron la incorporación de la mujer en la Fábrica. De hecho, llegaron a ser más de 6.000, y su empleo se convirtió en “hereditario”. Hasta muy entrado el siglo XIX se ingresaba en la Fábrica por petición o recomendación. No será hasta 1887 cuando se comienza a controlar el ingreso, con un sistema de sorteo, con requisitos de alfabetización y exámenes. Precisamente, en la exposición se puede ver el examen de ingreso de una cigarrera donde se identifica un apartado de redacción y otro de matemáticas.

“Los salarios eran más altos que los del conjunto de la población activa femenina” porque las cigarreras trabajaban en grupos de 6 a 8 cigarreras y por objetivos. Por eso era un empleo muy codiciado.

Sagas cigarreras

La muestra trae a nuestros días documentos que cuentan la historia de la trianera Felisa Martin Mora (1876-1942) que fue la “primera de una saga de varias generaciones de cigarreras: su hermana, primas, cuñadas e hijas siguieron sus pasos”. Según explican desde el Archivo Provincial, la figura de Felisa es importante porque fue maestra de taller dentro de la Fábrica y llegó a ser Presidenta de la 'Nicot', la asociación de cigarreros cuyo nombre recibe de Jean Nicot, el descubridor de la nicotina. Destaca en la exposición los archivos de esta cigarrera, desde un testimonio en la 'Nicot' hasta imágenes donde aparece Felisa y su familia dentro de la plantilla de las cigarreras.

Gracias a la flexibilidad horaria de la que gozaban estas trabajadoras, “no les interesó el horario de 8 horas”, según comentan fuentes del Archivo. Además, las cigarreras “inventaron” las cunas para poder compatibilizar su trabajo con la crianza de sus hijos. Estos niños se “emborrachaban” a causa de la nicotina, ya que, permanecía dentro de los cajones de tabaco que se usaban para tal fin. Fotografías donde aparecen estas cunas y cigarreras cuidando de sus hijos dan fe de esta faceta de la vida de la fábrica de tabacos. Ellas fueron pioneras en muchos sentidos porque lograron incluso una sala de lactancia y una guardería.

Ejemplo de lucha y feminismo

Fueron pioneras y reivindicativas. Eran mujeres revolucionarias que realizaban mítines y revueltas reivindicativas como demuestra el motín de 1885 bajo el lema 'Abajo las máquinas que nos roban el pan' y a partir de la década de los años 20, con el desarrollo el sindicalismo en las fábricas.

Las cigarreras, adelantadas a la época, buscaron asistencia sanitaria por cuenta propia. El Reglamento de la Hermandad del Socorro en 1834 fue la primera asociación que otorgaba una cobertura médica a las trabajadoras de la Fábrica de Tabaco. Además, las mujeres con mayor edad se destinaban y trasladaban al taller de faenas auxiliares donde hacían labores menos penosas.

Aquellas cigarreras tradicionales que ahora recuerda el Archivo Provincia transcurrió en muchos edificios (la Fábrica de Tabaco tuvo tres sedes en Sevilla, la primera de ellas se ubicó, a partir de 1620, en la plaza del Cristo de Burgos; a partir de 1757, se trasladó a la plaza de San Fernando, siendo la ubicación más famosa y popular (hoy parte de la Universidad de Sevilla); y la última sede pertenece a la empresa privada Altadis que cerró la fábrica en 2007) pero ya han pasado a la historia. Es más, la última cigarrera de Sevilla fue una mujer llamada Carmen que ejerció como operaria de máquinas hasta el cierre de la empresa en 2007. Pero su talante reivindicativo y luchador los documentos no lo olvidan.

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