Historia de la Plaza de las Escritoras de Sevilla: cuando los niños dan un paso contra la desigualdad de la mujer

Paula y Ángel, representantes del colegio Julio César, saludan al alcalde, Antonio Muñoz.

Antonio Morente

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Paula y Ángel rompieron a aplaudir en el pleno del Ayuntamiento de Sevilla, pero se cortaron cuando vieron que nadie más lo estaba haciendo. El concejal Juan Manuel Flores, que en ese momento presidía la sesión, salió al rescate: “Pueden aplaudir sin ningún tipo de pudor”. Y así lo hicieron, acompañados ya de ediles y público asistente. La ocasión bien merecía la pena, porque se acaba de rematar un año de trabajo en el que el alumnado del colegio público de Educación Infantil Julio César, en Pino Montano, había conseguido su objetivo de que la calle en la que se ubica el centro pase oficialmente a llamarse Plaza de las Escritoras. 

De esta manera, los alumnos de entre 3 y 6 años del colegio han puesto su granito de arena para combatir una más de las muchas formas de desigualdad que sufren las mujeres, la infrarrepresentación en el callejero. Así lo comprobaron los pequeños cuando, en el marco del proyecto bautizado Mis calles tienen oficio, descubrieron que sólo 12 de las 72 vías de su zona –que precisamente se llama Los Oficios– tienen nombres femeninos.

Así empezó una aventura que culminaba este jueves, cuando el pleno municipal oficializaba que se bautice como de las Escritoras la plaza en la que se ubica el colegio, un pequeño espacio con arbolado y bancos que surge de la confluencia de las calles Cocheros, Soladores y Cortijo de las Casillas. Y por eso estaban allí Paula y Ángel muy en su papel en representación de todos sus compañeros, a los que por cierto tuvieron que informar sobre cómo había ido la cosa nada más volver al colegio.

“Descubrieron que hay un desequilibrio”

El Julio César es un colegio con 150 alumnos que aplica la metodología Aprendizaje-Servicio, y en el contexto del pasado 8-M se puso en marcha lo de ver los nombres de las calles. “Descubrieron que hay un desequilibrio, y eso generó un aprendizaje”, que a su vez llevó a una reflexión “y al compromiso de mejorar su barrio y su entorno”, señala la directora del centro, Soledad Oliva. 

El proyecto, enmarcado en el plan de igualdad y convivencia del colegio, ha recibido el Premio Nacional de Aprendizaje-Servicios en la categoría de Equidad de Género y cristalizó tras una serie de propuestas de los niños para cambiar la situación, que iban desde contactar con el presidente del Gobierno a poner un cartel. Alguien dijo entonces que mejor llamar al alcalde, lo que en la práctica significaba llevar la iniciativa al Distrito Norte (al que pertenece el barrio), pero para eso había que contar con el apoyo de la Comunidad General de Propietarios y Residentes de Pino Montano. Dicho y hecho, se le mandó una carta y la entidad asumió la iniciativa, que llevó al distrito, donde se aprobó y se remitió al pleno municipal.

En el pleno en representación del colegio

Y por eso estaban este jueves en el Salón Colón del Ayuntamiento Paula y Ángel, los representantes elegidos en un sorteo exprés este mismo miércoles. Allí que acudieron “muy emocionados y con conciencia de grupo, sabiendo que su protagonismo era relativo” porque iban en nombre de todos sus compañeros, explica Soledad Oliva. Tuvieron tiempo de saludar al alcalde, Antonio Muñoz, y en la sesión plenaria fueron reconocidos como “insignes representantes” del colegio por la delegada de Presidencia y Hacienda, Sonia Gaya. 

El Julio César (que recientemente también recibía el primer galardón de los Premios Anuales a la Promoción de la Cultura de Paz y la Convivencia Escolar del curso 2020/2021 que concede la Consejería de Educación) ha contado en esta aventura con el impulso de APY Solidaridad en Acción, y ahí que han estado también la Comunidad de Propietarios, la asociación María Coraje y el propio Distrito Norte. Su delegado, José Antonio Barrionuevo, intervenía en el pleno para resaltar que los pequeños “han trabajado para equilibrar la balanza del callejero” y que iniciativas de este tipo conseguirán que “más pronto que tarde proliferen los nombres de mujeres como merecen”.

“Hemos normalizado algo que no es normal, de 72 calles sólo hay 12 con nombres de oficios de mujer y todos asociados a la ética del cuidado”, apunta Soledad Oliva: Bordadoras, Lavanderas, Puericultoras, Zurcidoras, Costureras… Para la plaza se barajaron Doctoras, Cocheras o Maestras, que ya existe, hasta que se quedó en Escritoras tras un viaje que “ha cambiado la mirada de los alumnos a una más igualitaria y ha movilizado al barrio entero”.

Un cuento y un documental

El proyecto además es como una muñeca rusa, ya que su historia se narra en el cuento Gente pequeña cambiando el mundo y a su vez se puede considerar el punto de partida del vídeo documental Huertanas: mujeres haciendo barrio. En él se recuerda el trabajo de mujeres trabajadoras y activistas (las huertanas, como las llaman aquí) que fue clave para que los servicios públicos llegasen a un barrio recién nacido.

“Ha sido un proceso muy bonito de aprendizaje”, resume Soledad Oliva, que ejemplifica la implicación de su alumnado en lo que llaman las Patrullas Solidarias, en las que los pequeños de 5 años se forman para ayudar a los de 3 y hacerles las cosas más fáciles. También han desarrollado su propia Agenda 2030 asumiendo compromisos concretos, o hace unos meses impulsaron otro proyecto, Mi corazón está contigo, con el que mandaron en memorias USB poesías, grabaciones y todo lo que se les ocurrió para así acompañar y animar a los pacientes ingresados en la UCI del hospital Virgen Macarena. Ahora tienen a la vuelta de la esquina una fecha subrayada en rojo en el calendario, el próximo martes 8 de marzo, el día en el que un trocito de Pino Montano se rotulará como Plaza de las Escritoras.

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