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La restauración saca los colores originales: la muralla de la Macarena era blanquecina y el arco, de tonos rojizos

El alcalde, Antonio Muñoz, en un tramo del lienzo intramuros que se ha restaurado ahora.

Antonio Morente

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Toda intervención arqueológica suele revelar detalles desconocidos, y la muralla de la Macarena en Sevilla no está siendo una excepción. La restauración completa de sus 560 metros se está haciendo por fases, la primera de las cuales (la cara interna del lienzo) ya se ha concluido mientras en paralelo se sigue trabajando en el arco ubicado junto a la basílica. Y aunque este martes lo que se presentaba era la conclusión de rehabilitación del lado interior, al final lo que más ha acabado llamando la atención ha sido el comentario de que en su parte exterior el muro tenía un color blanquecino que contrasta con el amarillento que hoy puede verse. Aunque para contraste el del arco de la Macarena –una de las puertas de entrada a la ciudad que adquirió su aspecto actual en el siglo XVIII–, que era de tonos rojizos.

Los detalles los daba este martes el arqueólogo Óscar Ramírez, que forma parte del equipo que ha restaurado una cara intramuros que, como en el exterior, luce una tonalidad amarillenta que incluso roza el anaranjado en algún punto. Esto se explica porque el muro está hecho con cajones de tapial de argamasa que combina cal, guijarros y una arena que por lo que se ve era rojo. Eso sobre todo en las partes inferiores, ya que en las superiores la impresión es más clara porque se le echó más cal a la mezcla.

Y, por lo analizado hasta ahora, parece que el exterior tenía un revestimiento más acabado que incluía un enlucido en blanco y puede que algún tipo de decoración. No hablamos de que se le diera una mano de cal como es costumbre todavía hoy en muchas zonas de Andalucía, sino que probablemente se recubriera con algún tipo de mortero fino que acababa dándole este aspecto más blanquecino.

En el caso del arco continúan los trabajos, pero han aparecido restos de tonos almagra que le darían ese aspecto rojizo, aunque también han aflorado detalles ocres. La idea ahora es rematar la restauración manteniéndole el actual y ya característico color albero, aunque rebajándole la intensidad del amarillo.

Una muralla que se mantiene firme

En cuanto a la muralla, la rehabilitación de la cara intramuros ha permitido confirmar que, pese a la imagen deteriorada que presentaba, no está ni mucho menos afectada desde el punto de vista estructural, tal y como confirmaba Fernando Sánchez, el arquitecto que ha dirigido el proyecto. Los trabajos han incluido tareas de limpieza, erradicación de la vegetación parásita, eliminación de sales, consolidación, relleno de fisuras y reintegración de las partes más deterioradas, sobre todo los acabados, “sin un impacto visual grande y reversible”.

Óscar Ramírez, por su parte, señaló que los análisis confirman la cronología histórica de la muralla, construida por los almohades en el siglo XII y con suplementos almorávides. Durante la restauración se ha aprovechado para como quien dice radiografiar el muro, lo que ahora permitirá construir un modelo infográfico completo y con un elevado nivel de resolución.

Esta cara interna ha tenido un presupuesto de casi 740.000 euros, que el Gobierno central ha cofinanciado al 43,24% a través del Programa 1,5% Cultural. El conjunto de la restauración de este monumento es “la intervención más relevante en patrimonio del presente mandato”, subrayó el alcalde, Antonio Muñoz, que estuvo acompañado por el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández. El montante total rondará los tres millones de euros, ya que ahora le toca el turno al lado extramuros, unos trabajos que costarán 1,7 millones (el Estado pondrá el 45%), que arrancarán a mediados de año y que se prolongarán durante 18 meses.

Zonas que se puedan visitar

Esta rehabilitación exterior no se centrará sólo en la muralla en sí, sino que también se extenderá a la barbacana (el muro anterior al lienzo principal) y a dos elementos que se quieren abrir al público como son la liza (el espacio entre la barbacana y la muralla) y la Torre Blanca, la de mayores dimensiones de todas las que se van a restaurar. A esto se le añadirán medidas para reordenar la movilidad de este entorno y mejorar de paso el paisaje urbano.

El proyecto comprende todo el tramo de muralla que va del arco de la Macarena a la puerta de Córdoba, las únicas puertas de la ciudad que siguen en pie junto al arco del Postigo. La de Córdoba está integrada en la iglesia de San Hermenegildo, un templo del XVII, y lo trabajos empezarán cuando dé su visto bueno la Comisión Provincial de Patrimonio.

El arco de la Macarena, por último, ha completado su restauración ya al 70% y se espera que culmine antes de Semana Santa. Ahora se está consolidando la estructura, reparando los pináculos de remate e impermeabilizando la cubierta, y se han eliminado elementos impropios de un bien de interés cultural como cemento y pinturas acrílicas. Los trabajos han sacado a la luz muestras del almenado medieval, elementos decorativos del XVIII y una antigua cámara que usó hasta el XIX el cuerpo de guardia de la muralla para el cobro del portazgo, que ahora se va a recuperar y proteger con un vidrio para que pueda verse desde el exterior.

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