Zaragoza sueña con el Hyperloop, el tren no realista en el que no cree ni su propio creador, Elon Musk

Víctor Ibáñez

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Cápsulas suspendidas en el interior de tubos de baja presión que reducen la resistencia de los vehículos con el aire. Un tren que podría alcanzar los 1.000 kilómetros por hora, velocidades imposibles por carretera o ferrocarril. El Hyperloop iría de Zaragoza a Berlín en menos de tres horas; a París o a Lisboa en una hora y es una tecnología ideada por Elon Musk.

El lunes 19 de septiembre se celebraba en el edifico Etopia las jornadas internacionales Hyperloop, una mirada a la movilidad del futuro, en las que se dieron a conocer los detalles de esta red de transporte. Un proyecto del Centro Europeo Hyperloop (EHC), en el que participan el gobierno holandés y la empresa Hardt Hyperlopp –responsable de la creación del EHC–, que contempla la capital aragonesa como una de sus paradas. Zaragoza sería una de las diez ciudades europeas a las que llegaría esta tecnología, junto a Múnich, Berlín, Rotterdam o Ámsterdam, entre otras.

Stan de Caluwe, líder del programa, visitó el Ayuntamiento de Zaragoza para ratificar la apuesta por la ciudad, destacando su ubicación estratégica y su valor logístico: “Podríamos reemplazar gran parte del tráfico aéreo continental, tanto de pasajeros como de mercancías, por otro modelo sostenible”. Por su parte, Jorge Azcón, alcalde de la ciudad, ponía el valor del proyecto para atraer empresas e inversión y generar riqueza: “Nuestras empresas podrán alcanzar un radio de 300 km en apenas 30 minutos y podrán desplazarse hasta 10.000 palets por hora”.

Azcón se mostraba convencido de que el Hyperloop, que se encuentra en una fase muy inicial, sería una realidad en 10 o 15 años –primero para mercancías y luego para personas– y aunque no se concretó un espacio para la posible parada, sí que habló del aeropuerto como posible lugar pruebas. El alcalde enumeraba las ventajas del futuro sistema de transporte: aumento de la seguridad al reducirse el transporte por carretera, reducción del consumo energético, de las emisiones de efecto invernadero y de ruidos y vibraciones.

Como todo lo que todo lo que sale de la boca de Elon Musk, gurú tecnológico que goza de la admiración y devoción de millones de personas, el Hyperloop suena muy prometedor. Pero no es oro todo lo que reluce, y más si hablamos de Musk. Así que cabe preguntarse: ¿Cómo de realista es el proyecto?

"You don´t want to live in Tube Land"

“Musk me dijo que la idea surgió de su odio a la propuesta del sistema de trenes de alta velocidad de California”, afirmaba Ashlee Vance, biógrafo de Elon Musk. En su libro, publicado en 2015, Vance deja claro que la idea del Hyperloop nace en 2013 para que los legisladores de California cancelaran los planes para el tren de alta velocidad. Unos planes que afectarían a su negocio de Tesla. 

Según el biógrafo, y tal y como recoge el periodista tecnológico Paris Marx, el magnate alegaba una baja velocidad del sistema planteado para un coste tan alto, pues permitiría viajar de Los Ángeles a San Francisco en dos horas y media, cuando se completara en 2029, mientras que en avión se tardaba una hora y en coche seis. Además, insistió en que el Hyperloop costaría entre 6.000 y 10.000 millones de dólares, iría más rápido que un avión y permitiría que la gente metiera sus coches en “cápsulas” que les llevaría a nuevas ciudades.

Sin embargo, el propio Musk decía que para “más de 1.000 millas, el coste empieza a ser prohibitivo, y que uno no quiere tubos por todos los lados. No quieres vivir en Tubolandia (You don´t want to live in Tube Land)”. Declaraciones que hay que tener en cuenta, pues 1.000 millas equivalen a 1.609 kilómetros. Una distancia que no alcanzaría los casi 2.200 kilómetros que separan Zaragoza y Berlín, el trayecto estrella con el que se está intentando vender el proyecto.

El propio Vance diría: “Con el tiempo, parecía que Musk planteó la propuesta del Hyperloop para que el público y los legisladores se replantearan el tren de alta velocidad. En realidad, no tenía intención de construirlo”. Mientras que Musk le respondió durante una serie de mails y llamadas: “Más adelante, podría fundar o aconsejar en un proyecto Hyperloop, pero ahora mismo no puedo apartar mis ojos de Space X o Tesla”.

¿Quién va a pagar el Hyperloop?

Más allá de que el empresario crea o no en su propia idea, habría que tener en cuenta si realmente es posible llevar a cabo semejante proyecto, dadas las dificultades y limitaciones existentes y todo lo que exige esta tecnología. Además de las trabas técnicas y burocráticas/políticas que pueda haber, la principal incógnita a la que se enfrenta el proyecto es la financiación.

Visto el precio que Musk estimaba para para el tramo Los Ángeles–San Francisco –entre 6.300 y 10.300 millones de euros para un tramo de poco más de 600 kilómetros–, habría que calcular cuánto costaría cubrir los más de 900 kilómetros que separan Zaragoza de Lisboa; los más de 1.000 kilómetros hasta París; y, por supuesto, los más de 2.000 kilómetros entre la capital aragonesa y Berlín –aunque lo lógico es que se aprovechara el tramo hasta la ciudad francesa, por lo que quedarían otros 1.000 kilómetros que cubrir–. Y eso sin tener en cuenta el resto de ciudades que conformaran la red de transporte. 

Siendo optimistas y haciendo un calculo rápido, solo esos tramos podrían costar como mínimo 25 mil millones de euros. El propio magnate lo avisaba y decía que a partir de los 1.000 kilómetros el coste era prohibitivo. 

Surgen muchas dudas en torno al proyecto, pero la principal es quién va a afrontar semejante inversión. Está claro que Musk no. Entonces, ¿será una colaboración público–privada como la del EHC (gobierno holandés y Hardt Hyperloop)? ¿Podrán los estados hacer frente a un gasto millonario teniendo en cuenta la crisis energética actual (entre otros problemas)? ¿O serán las comunidades autónomas por las que pase el Hyperloop las que tendrán que rendir cuentas?