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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

No nos salvará la burocracia

No nos salvará la burocracia

Sergio Gómez García

Zaragoza —

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No será nuestra salvación el informe valorativo individual del alumno. Los males de la educación no serán aliviados por la lista de aprendizajes imprescindibles o de competencias básicas. De esta no nos sacará la valoración de las competencias clave. Tampoco los informes sobre actitud, disponibilidad hacia el estudio y expectativas del alumnado. No vendrá en nuestro auxilio el plan individual de refuerzo ni el plan de recuperación. No nos ayudará la tabla de adaptación de los contenidos en las programaciones, ni siquiera las de estándares de aprendizaje o de objetivos y contenidos mínimos. El documento de conformidad (o no) con la promoción del alumno por parte de los padres no será un salvavidas sino una piedra para echar a quien se ahoga. Toda esta terminología, en la que ustedes seguro que se han perdido si no son profesores, y lo que representa no ha servido ni servirá para nada.

El próximo curso no nos salvará la burocracia, nunca lo ha hecho. No podíamos esperar nada bueno de ella en una crisis como la que hemos vivido. Es más, los profesores la temíamos como un fantasma que acechaba durante el confinamiento. A nadie se le ocurre hace informes sobre el apocalipsis y solo alguien que se encuentre lejos de su epicentro se atreve a pedirlos. Si el curso se ha salvado ha sido gracias al trabajo y a la dedicación de muchas horas del profesorado. Muchos son los docentes que han entendido qué era lo fundamental, conocer la situación de sus alumnos y ayudarles en su aprendizaje. Para ello no ha servido más documento que el difícil arte del trato con adolescentes, los conocimientos sobre la materia que se imparte y los recursos didácticos de los que uno dispone para saber adaptarlos a lo que nunca o casi nunca hemos hecho, la educación a distancia. No deberíamos olvidar qué esos tres elementos son los pilares del trabajo como profesor. No somos administrativos, tampoco nos dedicamos a la educación como espectáculo, somos piezas claves en la socialización de los individuos y, sobre todo, en el acceso universal al conocimiento.

Nadie ha obtenido consuelo en las memorias de departamento, de tutoría, de actividades extraescolares o de los programas educativos de cursos pasados ni lo obtendrá en las memorias de éste. Nadie ha consultado las actas de departamento, de tutoría, de comisión de coordinación pedagógica o de claustro. Ni siquiera las programaciones, tan reclamadas por los inspectores, han sido de gran ayuda. Se quedaron, probablemente, en algún cajón del cerrado instituto. Después de todo lo que hemos vivido parecen documentos ridículos, partes de una guerra estúpida, chistes mal contados que ahora nos sacan una sonrisa. A través de esta sonrisa deberíamos pensar lo vivido y aprender a simplificar nuestro oficio, reaprender qué es lo esencial. Hemos olvidado que la relación entre profesor y alumno ha de ser de philia, de amistad entendida como querer el bien para el otro. Cada documento nuevo, cada papel inventado para solucionar no sé qué problema, dar cuenta de no sé qué circunstancia o garantizar no sé qué procedimiento, levanta una barrera entre las personas que impide su entendimiento, judicializa una relación en la debería predominar la confianza.

No nos salvará la burocracia, aunque esa sea la única receta que han propiciado las autoridades educativas ante el próximo curso. Parece ser que no habrá bajada de ratios, lo que supondría contratación de más profesores; ni medios para los centros, que tendrán que comprar con lo ahorrado hasta ahora el material necesario; ni planes claros ante posibles contingencias, siendo cada equipo directivo el responsable de lo que suceda. Lo peor de todo es el parece ser, aún no sabemos cómo será el curso que viene aún con este ya acabado. Nos salvará el sentido común de los que trabajamos cada día en la educación, deberemos solucionar solos todos y cada uno de los problemas que vayan surgiendo y, eso sí, levantar acta de ellos. 

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