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Cabras con GPS para llevar el oficio de pastor al siglo XXI

Rebaño de cabras con el GPS en Valle del Lago

Selina Bárcena

Somiedo (Asturias) —
6 de enero de 2024 22:16 h

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A 1.200 metros de altura, en el pueblo de Valle de Lago (Somiedo, Asturias) Borja Riesgo, de 22 años, dibuja con el dedo un perímetro sobre la pantalla de su móvil. Lo que se ve en el dispositivo es un mapa del Parque Natural de Somiedo, donde pastan sus animales. “Estos puntos de aquí son las cabras”, explica el joven señalando unos pequeños iconos que se desplazan sobre el fondo, “puedo saber por dónde han estado hoy, dónde pasan más tiempo y la zona aproximada en la que se mueven ahora mismo”. El perímetro que ha dibujado funciona como un vallado virtual “si se salen de esta zona, el collar que llevan puesto las avisa con un pitido. Si continúan, les da una pequeña descarga eléctrica para que retrocedan”, concluye.

Él es uno de los pastores que participa en el proyecto Aldea Cero, financiado por la Fundación del Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) y que llevan a cabo con la colaboración del ayuntamiento y del Parque Natural de Somiedo. La idea es implantar proyectos que ayuden a mejorar las condiciones de trabajo de los pastores a la vez que permiten fijar población y mantener el paisaje natural y cultural de la región.

De hecho, si a Riesgo le hubieran dicho de niño de que iba a ser ganadero y recoger el testigo de sus abuelos, no le habría resultado nada extraño. Mientras trata de convencer a alguna de sus 35 cabras para que bajen de los riscos que rodean el pequeño pueblo, cuenta que creció en Oviedo pero que su lugar está en Valle de Lago, donde además se ocupa de más de 60 vacas de carne.

El suyo es uno de esos casos, cada vez menos habituales, en los que un joven toma el relevo de una ganadería familiar. Entre los censos agrícolas de 2009 y 2020 el número de explotaciones agrícolas de pequeño y mediano tamaño disminuyó en 75.000 -hasta quedar en 914.000 en toda España -, según el informe “Policies For The Future Of Farming And Food In Spain” elaborado por la OCDE. Además, este mismo documento puntualiza que es “particularmente notable” la pérdida de trabajadores familiares, que cayó un 50% entre 2009 y 2020.

La de Blanca Cobrana (56 años, Somiedo) es una de esas pequeñas explotaciones familiares que sigue funcionando. Junto con su marido cuida de 75 vacas y se resiste a deshacerse de sus más de 65 cabras. “Ya somos mayores y no son muy rentables, porque por un cabrito te pagan alrededor de 100 euros y eso contando con que logres salvarlo”.

Los collares están muy bien porque antes salíamos pensando que las cabras estaban en un sitio y no era así, podían estar a kilómetros y algunas veces caminábamos todo el día y no las encontrábamos.

Blanca Cobrana Ganadera

Cuenta que el ganado menor da más trabajo por lo agreste del terreno en el que se mueve y debido a que es mucho más sensible a los ataques del lobo o del oso, pero Cobrana no renuncia a su vocación. “Las vendí todas una vez y me dio tanta pena que lloré todo el día […] Pero resulta que se nos quedó una por aquí que se había escapado y con esa volví a empezar otro rebaño”.

Ella no utiliza vallados virtuales, pero sí la geolocalización. “Los collares están muy bien porque antes salíamos pensando que las cabras estaban en un sitio y no era así, podían estar a kilómetros y algunas veces caminábamos todo el día y no las encontrábamos. Esos dispositivos se actualizan cada dos horas y nos orientan”. Aunque puntualiza que el instinto del pastor sigue siendo clave porque hay que saber por dónde les gusta estar o qué pastos les resultan más apetecibles en cada época del año.

La idea de adquirir herramientas tecnológicas que hiciesen más cómodo y eficiente el trabajo partió de los propios ganaderos. “Vi por la tele los cierres virtuales, se lo comenté al director del Parque, Fernando Alonso, y él nos puso en contacto con CTIC”, explica la ganadera. Además, desde la dirección del Parque Natural han aprobado la creación de un cercado eléctrico de 17 hectáreas en el que los pastores pueden recoger sus animales para protegerlos de los ataques sin tener que encerrarlos.

Esto es también un paisaje cultural habitado desde hace siglos y concebirlo como mero paisaje natural es un error

Emilio Tereñes Técnico del CTIC

Las peculiaridades del paisaje de alta montaña y la regulación propia de un parque natural hacen que el desempeño de la actividad de pastoreo extensivo sea singular en esta región. “Esto es también un paisaje cultural habitado desde hace siglos y concebirlo como mero paisaje natural es un error”, explica Emilio Tereñes, el técnico de CTIC responsable del proyecto.

Él aboga por una visión holística que combine el cuidado del medio ambiente con la protección de las costumbres de pastoreo que le han dado forma. De hecho, la idea que vertebra el proyecto Aldea Cero es modernizar las actividades que se desarrollan en estos entornos rurales sin forzar un proceso de industrialización que destruya el paisaje y las formas de vida asociadas a él.

“Nosotros vinimos aquí a trabajar porque sabíamos que ellos estaban haciendo cosas, que existía un espíritu comunal de recuperar los usos del pastoreo”, concluye Tereñes. Cobrana cuenta que tratan de ayudarse y de trabajar conjuntamente con otros pastores para instalar cercados o hacer propuestas de mejora. Además, tanto ella como Riesgo, coinciden en que este esfuerzo conjunto ha llevado a que más jóvenes se animen con el ganado menor en la zona.

Una dinámica que contrasta con las cifras a nivel nacional, donde lo que se constata es el aumento de las grandes explotaciones y la disminución de las pequeñas y medianas. Así, de acuerdo con el informe “El futuro del sector agrícola español”, elaborado por la consultora PWC, “en España se evidencia un alejamiento de las pequeñas explotaciones familiares tradicionales hacia empresas comerciales más grandes”.

Sin embargo el técnico insiste en “ver el bosque” y puntualiza que para poder ofrecer soluciones efectivas es necesario considerar más factores y no solo la capacidad de incrementar la productividad, porque el ganado menor ayuda a eliminar matorral y a reducir incendios, pero también fija población en las zonas rurales y refuerza la economía circular.

Otra de las propuestas que están barajando desde CTIC es emplear drones que ahuyenten a los depredadores del entorno de los rebaños o ir mejorando la capacidad de monitorización

Cuenta que otra de las propuestas que están barajando desde CTIC es emplear drones que ahuyenten a los depredadores del entorno de los rebaños o ir mejorando la capacidad de monitorización con sistemas que aumenten la cobertura disponible. Sentada en puerta de su casa, en una mañana de diciembre sin una sola nube, Cobrana asiente. “Al principio pensé que esto no iba a funcionar, pero ahora estamos contentos. Antes estaba pensando en vender animales y ahora creo que voy a esperar un poco más”, concluye.

Decía Miguel Delibes en Viejas historias de Castilla la Vieja, que la ciudad, “por aquello del progreso”, es ese lugar en el que andando el tiempo todo ha cambiado “y no resta allí ni un testigo del nacimiento de uno”. Pero en el pueblo, por el contrario, todo cambia más despacio, “al ritmo de las generaciones”. Por eso, si Borja Riesgo siempre tuvo claro que quería ser ganadero y vivir en las espectaculares montañas de Valle de Lago, como buen nativo digital no duda de que su rutina laboral también pasará por aplicaciones móviles, mapas, localizadores y tecnología. “Acabamos de empezar”, concluye.

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