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Un nuevo estudio revela que el 48% de los casos de asma infantil en Barcelona se debe a la contaminación del aire

Barrio del Eixample, en Barcelona

Laura Rodríguez

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Casi la mitad de los nuevos casos de asma infantil en Barcelona (el 48%) podrían atribuirse a la contaminación del aire, concluye una investigación de ISGlobal que se acaba de publicar en la revista científica Environmental Research.

El estudio, que explora la relación directa del asma en niños de entre uno y 18 años con tres de los principales contaminantes de las ciudades —el óxido de nitrógeno (NO), las partículas finas (PM) y el carbono negro u hollín— advierte además que la población con mayores recursos es probablemente la más afectada.

“Cuando los niños están expuestos a mayores niveles de contaminación en el aire, se producen más casos de asma”, explica desde Estados Unidos el investigador del Instituto de Salud Global y la Universidad del Estado de Colorado, David Rojas Rueda. “En Barcelona, muchas de las zonas con mayor densidad de tráfico se concentran en el centro y lugares con un alto nivel económico, como el Eixample o la calle Diagonal, lo que explica por qué podrían estar más perjudicadas”.

La relación entre contaminación y asma ya la habían establecido previamente diversos estudios pero esta investigación indaga en la variante socioeconómica y revela que, en el caso de Barcelona, son los óxidos de nitrógeno, gases que principalmente emiten los vehículos motorizados, los que producen el mayor impacto.

Para Rojas Rueda, esto se puede deber a que en esta ciudad los niveles de este agente son más altos en comparación con las PM o el carbono a la vez que sugiere que la disminución del tráfico tendría un efecto muy positivo para la salud infantil. En concreto, si se redujeran al mínimo los niveles de NO se podrían evitar 1230 casos nuevos de asma al año.

En el caso de las PM y el carbono negro, los resultados también resultan impactantes. En un escenario con niveles mínimos de contaminación, la reducción de las partículas en suspensión supondría 992 afectados menos de asma y 789 en el caso del hollín.

Estos datos parecen respaldar la preocupación que expresan algunas sociedades de especialistas y grupos de ciudadanos.

La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (Seicap) urgía hace unos días a tomar medidas contra el problema de la calidad del aire en las ciudades por asociarse a una agravamiento de las alergias y del asma, a mayor número de bronquiolitis y a un incremento de la predisposición a desarrollar infecciones virales.

Y en Barcelona, la plataforma Eixample Respira publicaba hace unos meses un análisis que había realizado a partir de las cifras de los mapas interactivos de la empresa de inteligencia artificial Lobelia Earth en el que concluía que más de la mitad de los colegios en esta ciudad estaban expuestos a concentraciones de NO por encima de los límites que establecía la Unión Europea. “Las conclusiones quizá resultan controvertidas porque ellos solo usan las mediciones dentro del horario lectivo en vez de la media general como se suele hacer”, comenta Aytor Naranjo, uno de los directores de Lobelia. “Pero supongo que eso es lo que les preocupa a los padres”.

El estudio de ISGlobal señala el tráfico como el mayor causante de la contaminación de Barcelona y propone que se tomen medidas urgentes para reducir el número de vehículos que transitan por la ciudad, así como que se atienda a mejorar las emisiones de otras fuentes industriales o del puerto.

“Los comportamientos cuesta cambiarlos pero, igual que ocurrió con el tabaco, que antes se consideraba normal en hospitales y lugares públicos, luego veremos que se trataba de lo correcto”, comenta David Rojas cuando habla de las soluciones que proponen. “No solo mejoraríamos el aire sino que reduciríamos la contaminación acústica y promocionaríamos la actividad física frente al sedentarismo. Mejoraríamos la salud y podríamos evitar un gran número de casos de asma infantil”.

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