El día de la marmota

HazteOír ha sacado otro autobús para contaminar las calles, no sólo en el sentido medioambiental, claro. Qué más les da, si piensan que el cambio climático es un invento de la izquierda.

Gracias a ellos y a sus mensajes misóginos, a Vox y sus discursos de odio, gracias a Casado y sus exabruptos machistas y racistas, y a Rivera y sus intentos obsesivos con alquilar nuestros vientres, es imposible desprenderse de que vivimos instaladas en el día de la marmota.

El hartazgo a veces supera a la rabia. Esa sensación de que en el feminismo no podemos avanzar porque tenemos que estar explicando las mismas cosas que años atrás. Estos partidos y organizaciones son como un baúl que hay que ir arrastrando en una cuesta arriba. Un baúl lleno de odio, de ignorancia, de incapacidad de escuchar, de deseos reaccionarios, de un hedor que te impregna hagas lo que hagas, porque no puedes deshacerte de ese baúl, convive contigo en sociedad. 

Y esa gente que antes sentía vergüenza de lo que pensaba, que no se atrevía a decir ciertas cosas en público, ahora lo llevan escrito en camisetas, en fundas de móviles, en banderas con o sin aguiluchos que sacan a sus balcones. HazteOír, que antes no servía más que para llenas las redes de memes, ahora tiene un partido político con representación parlamentaria que respalda sus diarreas ideológicas.

La situación actual nos ha devuelto tan al pasado, que ya ni nos acordamos de aquello que cantábamos: “PSOE y PP, la misma mierda es”. Hemos perdido la memoria de qué es el PSOE, de cómo funcionan y qué hacen, y ahora nos parecen buenos. El cambio de caras en los partidos siempre hace que la memoria se debilite. Y si encima el miedo aprieta, desaparecen hasta los recuerdos más nítidos.

El último CIS nos descubre la subida espectacular del partido que, una y otra vez, ha traicionado a sus votantes y a sus propias siglas. Que ha incumplido sistemáticamente sus promesas durante décadas. Un partido que en el poco tiempo que lleva en el poder ha prohibido la salida de barcos de rescate al Mediterráneo, ha peleado contra una ley del alquiler que nos hubiera dado un respiro a los de abajo, y le ha dado tiempo incluso a salvar a Pablo Casado en el caso del Máster. Entre otras cosas.

El día de la marmota no acabará si el franquismo se instala en el poder, pero tampoco lo hará si PSOE gana las elecciones y deja de lado, una vez más, a las fuerzas progresistas para aliarse con Ciudadanos, ese partido que lo mismo se alía con “socialistas” que con el fascistas. Da bastante miedo, de hecho, que Rivera haya negado categóricamente un posible pacto con el PSOE, porque otra cosa no, pero en hacer lo contrario de lo que jura forma parte de su identidad. Y es que, como dijo su socio: “A ver, eso es un lenguaje, una forma de expresarse durante una campaña electoral”.

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