Luto en el tinerfeñismo por el fallecimiento de Morilla

Morilla, el primero por la derecha en la fila de jugadores agachados

Canarias Ahora Deportes

Santa Cruz de Tenerife —

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El CD Tenerife se ha unido a las muestras de dolor por el fallecimiento, a los 78 años de edad, de su exjugador Rodrigo Martínez Morilla (Madrid, 28 de febrero de 1943). Futbolista blanquiazul durante la campaña 66/67, disputó cinco partidos oficiales con el representativo (cuatro de Liga), entrenado por entonces por José Luis Riera. 

Morilla, como era conocido, llegó al CD Tenerife en el verano de 1966 tras ser destinado a la Isla para realizar el servicio militar. Procedía del Rayo Vallecano, con el que había debutado en Segunda División el curso anterior. En el cuadro de su ciudad natal —donde coincidió con Félix Barderas Felines, coetáneo suyo y una de las leyendas vallecanas— se había ganado una titularidad (27 apariciones) a la que respondió con tres goles.

Incorporado a la disciplina blanquiazul, no gozó de la misma regularidad. El Tenerife se había reconstruido tras los traspasos de Martín Marrero y José Juan a la UD Las Palmas y las marchas al Castellón de Paquillo y Felipe Alberto y de otro fijo como Martínez. Apoyado en el alicantino Gómez en la portería, el liderazgo de Molina en la zaga (hasta su gravísima lesión el 1 de enero de 1967) y en los quince goles de Justo Gilberto, Riera recurrió a la cantera y a un delantero juvenil providencial (José Antonio Barrios) para armar un equipo habitual plagado de tinerfeños.

Entre tantos cambios, Morilla solo contó para el técnico catalán en cuatro de las treinta jornadas de Liga, todas en el tramo otoñal de un campeonato que dejaría al equipo undécimo, a tres puntos de la promoción. El atacante madrileño debutó en la tercera jornada (25 de septiembre de 1966) con derrota ante el Real Oviedo 3-1 y actuó en las tres siguientes, firmando en la quinta (Tenerife, 3-Logroñés, 1) su único gol como tinerfeñista. Un mes después de su estreno (23 de octubre) jugó su quinto y último partido, una cita de la Copa del Generalísimo con victoria local (2-0) sobre el Real Murcia.

Perseguido por las lesiones durante sus seis temporadas en el fútbol profesional (79 partidos), Morilla vivió su esplendor con el Deportivo, con el que consiguió el ascenso a Primera División de la temporada 67/68, con 25 titularidades y cinco goles. El último de ellos fue en el encuentro de la penúltima jornada que certificó en Oviedo (0-1) el regreso a la élite de los coruñeses y permitió al jugador entrar, por derecho propio, en la historia del deportivismo.

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