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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

21 de Agosto de 1968: la insoportable pesadez del poder... burocrático

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Dicen que la patria es / un fusil y una bandera /

mi patria son mis hermanos / que están labrando la tierra.

Mi patria son mis hermanos / que están labrando la tierra

mientras aquí nos enseñan / cómo se mata en la guerra.

Ay, que yo no tiro, que no

ay, que yo no tiro, que no

ay, que yo no tiro contra mis hermanos.

Ay, que yo tirara, que sí,

ay, que yo tirara, que sí

contra los que ahogan al pueblo en sus manos.

Esta canción se cantaba en las minas asturianas en huelga y durante la guerra civil española, pero su eco ha alentado a movimientos emancipatorios de Hispanoamérica y del mundo entero.

Yo no daría una gota de sangre por un trapo simbólico con bellos colores y bellos dibujos, pero me arriesgaría por ayudar a quienes buscan la libertad y un mundo mejor. La Historia nos ha enseñado cómo se han tergiversado ideales y representantes de religiones de amor han sembrado odio y terror, y no sólo los talibanes afganos o los generales norteamericanos en Vietnam, sino en Camboya con Pol Pot o en las purgas de Stalin en Rusia. La ocupación de Camboya por tropas de Vietnam terminó con el genocidio camboyano  (1975-1979) ordenado por Pol Pot, llegado al poder durante la Guerra Civil Camboyana ( 1967-1975) y tras derrocar al mariscal Lon Nol, Presidente de la Khmer. El conflicto, además de mostrar la tradicional amistad de los pueblos de Camboya y Vietnam, también reveló el conflicto chino-soviético que dividió profundamente al movimiento comunista de esa época. El Partido Comunista de Vietnam  (PCV) tenía apoyo unilateral de la Unión Soviética, en cuanto al Partido Popular de Kampuchea tenía como aliado a la República Popular China.

Por otro lado, los Estados Unidos y el Imperio Británico establecieron o cooperaron a su establecimiento en Dictaduras como la de Pinochet en Chile, o la de Franco en España. O favorecieron golpes sangrientos de Estado en el Iran del Sha Pahlavi o en la Indonesia de Suharto. Durante la ocupación japonesa de Indonesia, Suharto sirvió en las fuerzas de seguridad indonesias organizadas por los japoneses. O sea, un colaborador contra su país, que, más tarde con ayuda americana estaría 30 años sentado en la ensangrentada silla presidencial, después de haber derrocado al gobierno de izquierda de Sukarno

Nadie sabe qué ocurrió exactamente en la madrugada del primero de octubre de 1965, quizá el día más importante en la historia postcolonial de Indonesia. En la madrugada de ese día fatídico, seis generales del Ejército fueron secuestrados separadamente por grupos de hombres uniformados y posteriormente asesinados. Tan sólo los generales Nasution y Suharto, de entre los de mayor graduación, lograron escapar al expeditivo golpe de descabezamiento de las fuerzas armadas. Con estos asesinatos Suharto tenía el camino libre para asumir el mando militar aunque fuentes americanas dicen que no estaba en la lista de los asesinos.

El camino hacia el Poder estatal parece marcado por sangre y brutalidades cuando la democracia ha sido aplastada o burlada. Y ese camino lo han recorrido religiones y partidos no religiosos. En Asia, Africa, América y Europa.

En la noche del 20 al 21 de agosto de 1968 el Ejército Soviético pone fin a la Primavera de Praga. La historia de después de la Segunda Guerra Mundial en el lado oriental de lo que Winston Churchill llamó ‘Telón de Acero’, es decir, los países socialistas bajo la órbita de la Unión Soviética; Telón de Acero formado por la Guerra Fría y la creación de la OTAN desde Occidente.

El movimiento de la Primavera checoslovaco del 68 fue algo que marcó aquel año como los movimientos en Vietnam, EEUU, el Mayo Francés, Tlatelolco, el Cordobazo. Fueron por el movimiento de la Paz y también expresión de un proceso antiburocrático que había comenzado luego de la muerte de Stalin en los países del Este y la propia URSS.

Un capítulo anterior al que aconteció en Checoslovaquia fue la Revolución Húngara de 1956, 12 años antes, en las que Imre Nagy junto a su pueblo, buscaron ser un país con libertades y autonomía que, si bien no salían del paraguas soviético, sí querían un modelo político distinto. El resultado fue que la población civil fue una invasión militar con alrededor de 3.000 civiles muertos.

Si el experimento húngaro resultó ser brutal, la suerte de Checoslovaquia, encabezada por Aleksander Dubček, podía ser diferente. En un momento que el Pacto de Varsovia parecería débil ya que los Estados Unidos y la OTAN cada vez tomaban más relevancia; el hecho de otorgar libertad de prensa y expresión a la población, les parecía caldo de cultivo a las aspiraciones antisoviéticas, algo que no iban a permitir.

Con apoyo de los principales líderes del Pacto de Varsovia, la Unión Soviética se dispuso a invadir Checoslovaquia, en especial Praga, llenándola de tanques para amedrentar a la población y a Dubček,. Finalmente terminaría con varios cientos de muertos, la destitución de Dubček, la vuelta a la represión; aunque se mantuvo la división federal entre Bohemia / Moravia – Silesia y Eslovaquia.

La invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia fue una guerra no declarada en la que tropas de cinco países socialistas miembros del Pacto de Varsovia en la noche del 20 al 21 de agosto de 1968, liderados por la Unión Soviética, invadieron la República Socialista de Checoslovaquia. Su objetivo era frenar las reformas de liberalización económica y política impulsadas por el dirigente checoslovaco, Alexander Dubchek, las cuales habían conducido, a la Primavera de Praga.

Participaron en la operación militar tropas de las repúblicas de Polonia, Hungría y Bulgaria, comandadas por tropas soviéticas. Las tropas de Alemania Oriental, aunque listas para la acción, no cruzaron la frontera de Checoslovaquia —a excepción de un pequeño número de especialistas—. Posiblemente para evitar el recuerdo comparativo con la invasión alemana del tiempo nazi. El único país miembro del Pacto de Varsovia que no participó en la invasión fue Rumanía, además su presidente Nicolás Ceaucescu condenó abiertamente la invasión.

En la operación, cuyo nombre clave fue Danubio, 500.000 soldados atacaron Checoslovaquia. Alrededor de 500 civiles checoslovacos fueron heridos y 108 fallecieron en la invasión, que provocó que las reformas de liberalización fueran detenidas y anuladas, y que además se reforzase la autoridad del nuevo grupo dirigente del Partido Comunista de Checoslovaquia (KSČH) que sustituyó a Dubchek. Eran Husak como secretario general y Svoboda como Presidente, dispuestos a ser sumisos con los patrones soviéticos. A Dubchek lo degradaron a jardinero de parques públicos y yo recuerdo con pena y vergüenza cuando estuve en Praga en 1976, ya salido de la carcel y con pasaporte concedido por el nuevo gobierno de Fraga y Arias Navarro, viajé a París y luego a Praga pidiendo a la policía fronteriza checa que no me pusieran el sello en el pasaporte. Me hubiera gustado hablar con él. Lo recuerdo con pena y vergüenza porque si llego a contactar con Dubchek y me hubiese detenido la policía secreta checoslovaca habría tenido que pedir ayuda al moribundo régimen franquista. Y no me atreví no por miedo a la policía checa, sino por la eventualidad de dar ocasión al franquismo de aparecer como “libertador”.

La política exterior de la Unión Soviética durante esta época fue llamada “Doctrina Brezhnev” de “soberanía limitada” imitando quizás la “soberanía controlada” de los países bajo la férula norteamericana.

Alejandro Dubchek era de familia comunista. Su padre fue un obrero emigrante en la Unión Soviética. Su educación la recibió en la URSS. Su familia regresó a Eslovaquia en 1938. Al año siguiente, Dubček ingresó en el Partido Comunista Checoslovaco. Durante la Segunda Guerra Mundial tomó parte en la resistencia contra la ocupación nazi. Era un gran organizador y lo demostró al protagonizar el levantamiento nacional eslovaco contra las tropas alemanas durante el invierno de 1944 a 1945, Resultó herido en varias ocasiones durante los enfrentamientos.

En 1949 fue elegido secretario de Distrito del Partido en Trencin y en 1951fue elegido miembro del Comité Central y diputado de la Asamblea Nacional, lo que motivó su traslado a Bratislava, donde estudió Derecho en la Universidad Comenius.

Entre 1955 y 1958, Dubček asistió a la Escuela Superior de Mandos del Partido en Moscú. Dos años después ya era miembro del Presidium del Comité Central. En mayo de 1963, Dubček reemplazó a K. Bacílek como primer secretario del Partido en Eslovaquia. Y en enero de 1968, desplazó al mismo presidente de la República, Antonín Novotny, que seguía siendo medio estalinista, como primer secretario del Comité Central.

Dirigió el intento de democratización socialista en su país. Su propósito, destinado a democratizar el Estado y las estructuras internas del Partido, y abrir el Estado a las mejores relaciones occidentales, fue refrendado por gran parte de la población checoslovaca. El intento (el socialismo en libertad o de rostro humano) sería abortado sangrientamente con la invasión del Pacto de Varsovia dirigido por la URSS de Breznev. Dubček y otros cinco miembros del Presidium fueron secuestrados por la policía soviética de ocupación y llevados a Moscú, donde “se les hizo entrar en razón”, con la pistola en el pecho, firmando el Protocolo de Moscú. Cuando volvió a Praga, demacrado, parecía un cadáver político.

Uno solo, František Kriegel, político comunista por convicción, se negó a firmar el llamado Protocolo de Moscú tras la ocupación soviética de Checoslovaquia. Tras la victoria de los comunistas en las elecciones democráticas en 1946, František Kriegel había sido en uno de los altos cargos del Partido Comunista Checoslovaco, habiendo sido uno de los que había tomado parte anteriormente en la Guerra Civil Española. Kriegel a inicios de los años 60 viajó a Cuba como asesor para organizar los asuntos relacionados con la sanidad. Hablaba muy bien el español.

En 1968 Kriegel se encontraba entre los políticos del ala reformista que impulsaban un ‘socialismo con rostro humano’, dentro del movimiento de apertura y liberalización. No lo hicieron desaparecer en Siberia o las mazmorras del Kremlin porque Svoboda, ya presidente, les pidió a los soviéticos que no hicieran un mártir de un antiguo luchador.

Como se ve ni Dubchek ni Kriegel ni la dirección checoslovaca podía ser considerada “sospechosa”, eran hombres probados en la lucha a muerte contra el fascismo y no calientasillas como algunos otros.

Repitamos:En la noche entre el 20 y 21 de agosto de 1968 la URSS junto a la mayoría del Pacto de Varsovia invadió Checoslovaquia. La intervención militar tenía el objetivo de derrotar en las calles el ascenso obrero-estudiantil que se había enfrentado a la fracción más conservadora de la burocracia estalinista representada por Breznev en la URSS (primer secretario del Partido Comunista de la URSS desde 1964 hasta su muerte en 1982) y Novotny en Checoslovaquia. Este último había asumido la presidencia del Partido Comunista Checoslovaco (PCCh) como un seguidor de Nikita Krushchev, conocido como el iniciador de la “desestalinización” en la URSS. Entre 1948 y la muerte de Stalin se habían realizado grandes purgas (que incluyeron ejecuciones) en los países del Este. Hungría del 56 fue parte de la rebeldía contra el estalinismo. Surgió exigencia de mayor democracia en las decisiones del gobierno, primero dentro del PC, pero también en las universidades y más tarde las fábricas.

Este proceso se había profundizado durante la crisis económica de 1967. Checoslovaquia era un país industrializado. Pero se había creado una gran “tijera” entre la producción de industria pesada designada por la URSS y las demandas de la población. Por otro lado, Novotny, luego de la destitución de Kruschev siguió la nueva línea oficial burocrático-conservadora de su reemplazante en 1964, Leónidas Brezhnev y trató de oponer a obreros contra estudiantes. Pero el tiempo de Krushchev había impulsado a los que veían la necesidad de cambios y reformas dentro de los partidos comunistas y de la sociedad, sobre todo a los sectores intelectuales dentro de la URSS y en Europa del Este. Justamente en 1963 empezó a crecer la oposición que publicaba los samizdat (cuadernos-revista clandestinos). En 1965 los estudiantes consiguen por primera vez autorización para realizar una manifestación por el Primero de Mayo. Los sectores de oposición ganan la mayoría del Comité estudiantil en la Universidad de Praga. Los estudiantes se radicalizan.

Una parte de la Unión de Congreso de Escritores en 1967 (Milán Kundera entre ellos) comenzó a reclamar mayores libertades y critican a la censura, pronunciándose por el “reino de la libertad y no del terror”. Sale el primer samizdat checo.

Una parte de la dirección comunista se coloca al frente de los sectores que pedían reformas dentro y fuera del partido, y terminó poniéndose a la cabeza del movimiento con el proyecto de un “socialismo con rostro humano”. Así canalizó este proceso de las masas que echaron a Novotny el 4 de enero de 1968 y lo reemplazó como secretario general del Partido Comunista Checoslovaco al día siguiente.

El movimiento de la Primavera de Praga fue aplastado desde Moscú con los tanques de la invasión del Pacto de Varsovia. Los máximos representantes checoslovacos fueron secuestrados y llevados a la Unión Soviética, donde bajo presión fueron obligados a firmar el Protocolo de Moscú, documento que trataba de legitimar la invasión. František Kriegel fue el único que se negó a firmar, con lo cual se convirtió en el símbolo de la resistencia contra la agresión. Y se arriesgó a ser liquidado.

No se detuvo ni secuestró a la Dirección del supuesto y ficticio Centro Contrarrevolucionario Antisoviético, sino a la mismísima Dirección del Partido Comunista checoslovaco. Una curiosa agresión a un partido hermano disfrazada de “solidaridad”- el abrazo del oso soviético era sofocante y mortal.

Los procesos europeos eran seguidos por los antifranquistas en España con intensidad. Yo recuerdo haber llorado lagrimas de dolor e impotencia en mi casa la mañana del 21de agosto al escuchar la invasión por la radio con las últimas noticias. Y luego esperar ansiosamente la toma de posición de la Dirección del Partido Comunista de España. Días después, una noche con la radio dentro del coche de José Luis Gallardo en Las Escaleritas oímos por fin, pese a las interferencias continuas en las ondas producidas por los servicios franquistas, a La Pirinaica, Radio España Independiente, con la toma de postura del Comité Ejecutivo del PCE.

Años más tarde, Josè Luis Gallardo y los detenidos de los Sucesos de Sardina del Norte de aquel mismo año 1968, estaban todavía en la cárcel, y yo, huido clandestinamente, a la Península y varado en Madrid, conocí a Fernando Valenzuela, camarada casado con una checa, y testigo presencial de la invasión militar y de la resistencia. Valenzuela es traductor al castellano de obras checas y en especial de “La insoportable levedad del ser” de Milán Kundera, llevada con éxito y premio Oscar al cine por Milos Forman en el exilio americano.

Nacido en España y crecido en Argentina, Fernando de Valenzuela ligó su vida a la cultura checa cuando se marchó a estudiar filosofía a la Universidad de Carlos de Praga a mediados de los sesenta. Allí, mientras se gestaba la Primavera, fue alumno de Karel Kosík y Jan Patocka, bajo cuya dirección terminaría doctorándose.

Además de con ambos, Fernando Valenzuela trabaría una honda amistad con el escritor antes mencionado Milan Kundera. La obra de todos ellos, y de muchos más, como Jaroslav Hasek o Bohumil Hrabal, traduciría más tarde al castellano, a lo largo de los años. Sobre sus vivencias y experiencias en Checoslovaquia durante esa época, que novelaría recientemente en Un largo hilo verde, dando especial relieve a su relación con Kosik.

De Fernando Valenzuela pude recibir informaciones de primera mano y presenciales.

Estaba claro aquella fisura era irreparable mientras la burocracia soviética mantuviera sus privilegios y su “infabilidad”.

La Dirección de PCE en Canarias unánimemente aprobamos el Comunicado y pasamos a discutirlo en todo el Partido encontrando apoyo sin fisuras, aunque algunos oían Radio Moscú como los católicos oyen Radio Vaticano. Entre los más entusiastas estaba Fernando Sagaseta que había leído los libros publicados en castellano de Dubchek y la Primavera de Praga, (más tarde cambiará bajo la influencia de José Satué con quien estuvo en la cárcel y llegaría a separarse del PCE)

A nivel europeo se inicia lo que se llamará Eurocomunismo que era un comunismo democrático opuesto a la dictadura burocrática del partido único. Era la posición de Santiago Carrillo, luego denunciada como “carrillismo”, y la posición de los partidos comunistas europeos más grandes e influyente, el PC francés y el PC de Italia, entre otros.

La dirección del Partido soviético no podía mandar tanques a Europa y menos a España para acabar con tal disidencia, pero empleó todos los medios económicos y políticos a su alcance para frenar tal “democratismo” y originó varias rupturas y originó varios partidos comunistas “revolucionarios” y prosoviéticos, cuya característica era en España el “anticarrillismo”, que en realidad era decir sí al derecho unilateral del Estado soviético de intervenir militarmente en los países socialistas.

De ese “anticarrillismo” no parecen haberse librado ni siquiera algunos de los actuales dirigentes del PCE. Y como Stalin hacía borrar la imagen de Trotsky y otros, el pasado en que la dirección del PCE estaba encabezada por Santiago Carrillo parece haberse difuminado de las publicaciones actuales del PCE. Pero el sistema burocrático soviético se desmoronó arrastrando tras sí al propio Estado soviético.

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