Néstor revivido por su historiador Pedro Almeida

Con el título, Néstor. Los poetas, la poesía, sus poemas pictóricos, el doctor en Geografía e Historia Pedro Almeida Cabrera que acaba de presentar un libro más, sobre el pintor grancanario Néstor Martín Fernández de la Torre (1887 – 1938). Con este doble volumen da por finalizado su ciclo sobre los estudios realizados e insertados en el total de su tesis doctoral, denominada Néstor. Vida y Arte, habiendo publicado anteriormente otros títulos secuenciados de la misma investigación, que fue leída a mediado de los años ochenta. Cumple con este teorizado trabajo con todos los contenidos del compendio de dicha tesis.

Esta labor bibliográfica ha sido revisada y sumada, con varios de los conocimientos que ha incrementado el autor investigador y mayor estudioso, siendo un docto especialista en la obra y vida del pintor grancanario. En ambos libros sobresale la firmeza, el estudio y el estilo escribiente en la retórica del doctor Almeida, persona que en su idiosincrasia personal e investigativa denotan una exhaustiva sensatez en la demandada reflexión y veraz rigurosidad a la historia que escudriña. En égida defensa de su admirado Néstor, de quien siempre manifiesta, en su facundia y dilatada experiencia, la tendencia que define al pintor en su factura plástica, dice: “Es uno de los máximos exponentes –quizá el principal– de la pintura simbolista española, cuya esencia es más canaria que europea”.

La bibliografía al respecto se compone de dos volúmenes, titulando el primer tomo con la nomenclatura “Otras reflexiones”, al cual dedica en exclusiva a varios asuntos sobre la obra y biografía del egregio innovador artístico: Nacimiento del Simbolismo en Néstor (1901-06), En este apartado realiza y un concienzudo estudio de las primeras obras: Adagio (1092-03) y Leda (1902-1907), correspondientes ambas a la etapa formativa; Barcelona. Triunfo de Néstor, 1097-10; Londres. Intermedio 1911; Madrid. Triunfo de la madurez, 1914; Néstor y la tétrada de los poetas modernistas canarios y amigos afectivos del pintor simbolista: Alonso Quesada, Tomás Morales, Saulo Torón, Domingo Rivero, todos connaturales de la isla; Madrid. La Apoteosis: El Poema del Atlántico. 1916-1924; El poema de la Tierra. 1928-1938, entre otros.

El segundo tomo, titulado “Álbum de poesías”, lo dedica a los varios poetas que han inspirado su lírica mediante las motivaciones que en las neuronas de su tálamo se han vivido con la contemplación de las obras pictóricas de Néstor para expresar sus sensaciones vividas, sobresaliendo entre los rapsodas la estimada amistad y admiración hacia el creador artístico. Tomás Morales con su “Oda al Atlántico” en su afamado poemario “Las Rosas de Hercules”; a Saulo Torón con sus poemas “La conquista de Néstor” y “Playa de Las Canteras”; Luis Doreste Silva, con “Elegía” y “Rodin”; Néstor Álamo, con “Elegía”; Alonso Quesada, “Un recuerdo infantil. Néstor”; Domingo Rivero, “La Nave”. Y Federico García Lorca, con “Néstor”.

Y el propio creador modernista y simbolista, para el que también fueron una motivación de su particular musa para la concepción de sus elementos pictóricos en las lecturas de la poética de los distintos vates: Francisco Villaespesa, Jacinto Verdaguer, Rubén Darío, etc.

En el argumento señalado se recogen diversos poemas de varios ilustrados parnasos, dedicados a las obras del Poemas del Atlántico, El Amanecer, El Mediodía, La Tarde, La Noche, Bajamar, Pleamar, Mar en Borrascas, Mar en Reposo. Y del Poema de la Tierra (inacabado en su faceta pictórica por el óbito del artista) El Orto. El Véspero, La Noche, Primavera, Verano, Otoño, Invierno.

Pedro Almeida repite el prólogo de anteriores publicaciones, mentado por el eminente investigador don Jesús Hernández Perera, muy entrañable para el autor de este libro por su amistad y haberle dirigido su mencionada tesis. De este introito, destaco lo siguiente: “Solo que el Museo Néstor, gala y joyel de su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, no estuvo abierto al público de forma regular hasta 1976, con anterioridad a esta fecha ni siquiera podía verse entera la colección porque escrúpulos moralistas y anatemas episcopales impidieron ver los paneles del Poema de la Tierra […]”.