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La asignatura pendiente

José Miguel González Hernández

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¿Cuál es la verdadera asignatura pendiente de nuestro sistema productivo más allá de una ostensible mejora en el ámbito de la mera duración estadística de los contratos, teniendo como finalidad la inserción social a través de una inserción laboral? La productividad. Ésta, literalmente, se define como la cantidad de producción de una unidad de producto o servicio por insumo de cada factor utilizado por unidad de tiempo. En definitiva, mide la eficiencia de producción por factor utilizado.

Según la teoría económica, el objetivo final del mercado es, por un lado, la maximización de la utilidad por parte de la demanda de consumo de bienes y servicios y, por otro, la maximización del beneficio empresarial procedente de la minimización del coste de producción de dichos bienes y servicios. Uno de los procedimientos matemáticos para calcular las producciones y consumos óptimos es a través del marginalismo, o lo que es lo mismo, primeras y sucesivas derivadas hasta encontrar lo que va sucediendo unidad a unidad.

En el campo del empleo, la forma más simple de calcularla es tomando el PIB, en términos reales, y dividirlo por el total de horas trabajadas. Y así con cada uno de los factores de producción que tengamos en nuestra estructura productiva. Regiones como son los Estados Unidos de América o Alemania se han convertido en verdaderas locomotoras en materia de eficiencia productiva. Por el contrario, en el ámbito mediterráneo, se sigue teniendo limitaciones en su evolución. De hecho, estadísticamente hablando, en el caso de España, los incrementos de la productividad se daban de forma más importante cuando se generaba un mayor número de amortizaciones de puestos de trabajo en lugar de tener como variable explicativa una mejora innovadora en nuestra estructura económica.

Pero ¿por qué es tan importante? Para el nivel de competitividad de la economía es innegable y todo lo que ello conlleva sobre el tipo, tamaño y rentabilidad de las empresas y, por ende, de las personas que desarrollan su actividad profesional dentro de ellas. Pero también para el consumo, porque los salarios nos vienen a mostrar la remuneración de dicha productividad. O lo que es lo mismo: en aquellas regiones de mayor productividad, mayores salarios. Y viceversa ¿les suena?.

Bueno. Hasta aquí el diagnóstico. Pero ¿qué se debería hacer para mejorar las ratios? La forma más visible de incrementarla es a través de la inversión en innovación, tanto en maquinaria como en recursos humanos, dado que es un concepto mucho más complejo que tener una máquina más en el lugar de trabajo a cambio de menos personas. De esta forma, el ritmo de progreso tecnológico mejora el nivel y la calidad en la producción. Y eso desde la perspectiva interna, porque desde el ámbito externo, los marcos institucionales condicionan y mucho la evolución de las macromagnitudes, porque asumiendo que el incremento de la productividad impulsa el crecimiento de la economía, el no tener estabilidad en las instituciones genera justamente lo contrario. Y a las pruebas nos remitimos.

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