La cosa llegó al pleno del Ayuntamiento e incluyó una mala reacción del alcalde Marcos Brito, como es menester. Apenas 36 horas después, el regidor rechazó un ruego de la oposición socialista en el que sólo se pedía reprobar la violencia y defender la libertad de expresión. Pero ya se sabe que este pedazo de alcalde, que rebosa humanidad por los cuatro costados, prefiere conservar sus vínculos con el agresor y con la televisión local, que se ha convertido, sobra decirlo, en todo un órgano al servicio de la causa britista y de Coalición Canaria. Imagínense ustedes cómo está el nivel, que el programa estrella de la tele de marras se titula El Chanchullo. La sombra de Marcos Brito, de la que, según parece, también anda detrás su colega de Los Realejos, Oswaldo Amaro, se proyecta sobre su tierra televisiva de él, donde otro telepredicador hace méritos para ser el próximo jefe de prensa del Ayuntamiento portuense. Un pesebre para muchas bocas, sí señor.