Recuerden el caso Jinámar, que también acabó como el rosario de la aurora sin que sepamos a ciencia cierta a qué vino tanto crujir de dientes. En el de Tindaya, montaña que en estos momentos está sometida a pruebas geológicas para ver si es realmente viable el proyecto de Chillida, seguiremos viendo cosas portentosas, como que los hermanos Bittini se querellen o que el Gobierno explique al mundo mundial qué piensa hacer, si recurrir, si seguir adelante, si ponerle una calle a lo servicios jurídicos de la Comunidad Autónoma o si empurar al PSOE, que descubrió el invento, y a Román Rodríguez, que lo puso en manos de la Justicia tras consultar a los letrados y a su socio de entonces, el PP. Cosas veredes.