ENTREVISTA
Gervasio Cabrera, creador plástico: “Me interesa involucrarme en lo manual, que es mi sino artístico’
El artista plástico Gervasio Cabrera (Santa Cruz de Tenerife, 1963) autodefine su proceso de creación, en esta misma entrevista, con sencillez y sin petulancia alguna: “No es mi pretensión diferenciarme de nada. Solo intento ser lo más fiel a mi modo de ver el arte. Me interesa involucrarme en lo manual, este es mi sino artístico. Con ello me siento cómodo; me encuentro a mí mismo. Para mí, lo manual es siempre un reto apasionante”.
Formado en la antigua Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la capital tinerfeña, en la especialidad de Dibujo Publicitario, desde el 2 de mayo y hasta el 29 de este mismo mes, Cabrera cuelga parte de su producción más reciente, formada por pinturas, dibujos y esculturas, en la lagunera sala Bronzo. Con amplio camino desarrollado en el mundo del arte y diversas exposiciones en salas centrales de Canarias, este creador recuerda que trabajó “muchos años para la histórica sala Conca” y que se inició en el arte “utilizando el cuerpo como forma y soporte expresivo, tanto en escultura como en dibujo”. Luego ya fue “evolucionando hacía una abstracción en la que los dibujos han sido la línea de trabajo más utilizada, donde me siento más a gusto y cercano a lo que quiero decir”, explica.
Este artista muestra que en su camino creativo “la escultura siempre está ahí, es adictiva”, y además reconoce que, “cuando te embarcas en ella, es tremendamente estimulante: te olvidas de todo. Mi deriva me lleva -añade- a seguir experimentando, tanto con el dibujo como la escultura. Entretanto, sigo con la observación y la curiosidad, tareas en las que la naturaleza juega un papel primordial”, remata.
¿Por qué esta muestra que presentas en La Laguna, con el uso de materiales tan diferentes y técnicas también alejadas entre sí, en tres bloques singulares, se podría decir, la denominas El tiempo en pausa? ¿Qué has querido trasladar con este título?
La elección de los materiales con los que trabajo está fundamentada en que busco aquello que pueda dar respuesta a mi necesidad estética y simbólica sobre lo que pretendo decir. Respecto al título de la exposición, es un sentimiento propio el que expongo, un sentimiento muy característico en mí: el de la observación de lo que me rodea, el de valorar la capacidad creativa que tiene la naturaleza y el de trazar un paralelismo con los procesos creativos artísticos en los que sumerjo. Es la foto fija del instante, del momento en que decides dar por finalizada la obra, aunque podría seguir evolucionando, igual que evoluciona la naturaleza.
El trabajo que cuelga de las blancas paredes de la sala Bronzo se divide en las secciones Fragmentos, con esculturas robadas a la materia prima pasta cerámica; Paisajes, en este caso con dibujos a bolígrafo sobre PVC; Viento, también con bolígrafo pero al que se suma la tinta, y Vínculos, esculturas de alambre que son modelos abstractos que cuelgan del techo y juegan con sus sombras, a la vez que simulan formas que el espectador se ve obligado a identificar como realidades inexactas. Hay mucha diversidad: ¿por qué esta selección de obra y la idea de una instalación o montaje tan limpio? ¿Cuál es el hilo conductor de todo esto?
Mi intención fue clara desde que empecé a concebir toda la obra. Existía la necesidad de que las piezas fueran pequeños detalles, aunque con gran fuerza simbólica, que permitieran una atmósfera muy limpia y que además se aprovecharan las características que el espacio ofrecía, para así invitar a la observación de las piezas con mucha más intimidad. Creo que el hilo conductor es la observación y la libre interpretación de las obras. Sobre la selección, busqué el equilibrio. La fuerza de los dibujos se compensa con la sutileza de las piezas blancas, por su irregular colocación, y con la importancia y la fluidez de las piezas de alambres, que crean movimiento, ligereza y sombras cambiantes.
Es relativamente fácil descubrir que el proceso de creación que usted ejecuta se acerca mucho a las prácticas más artesanales, al trabajo pegado al detalle, a veces a la insistencia en la menudencia, al uso desmedido de manos y dedos, al desempeño físico con esa parte de su cuerpo… ¿Qué ha encontrado en estas técnicas y cómo consigue con ellas diferenciar su obra de otras manifestaciones plásticas quizá más convencionales?
No es mi pretensión diferenciarme de nada. Solo intento ser lo más fiel a mi modo de ver el arte. Me interesa involucrarme en lo manual, este es mi sino artístico. Con ello me siento cómodo; me encuentro a mí mismo. Para mí, lo manual es siempre un reto apasionante.
En ‘El tiempo en pausa’ impacta la combinación de las luces, los blancos con las sombras, las zonas oscuras, apagadas… Hay cuadros que están en la noche y casi de repente despiertan: tienen su llamarada de luz. Y todo combinado con otras formas asimétricas, alocadas a veces, que nacen tras su conexión o nuevo amorío con el alambre… ¿Cómo llega a estas flamantes figuras y por qué ahora toca esta escultura de la abstracción?
Realmente, las piezas te van diciendo a dónde ir: te muestran el camino a medida que las vas trabajando. No hay nada preconcebido. Solo basta la unión de dos, tres o cuatro elementos para que todo coja camino, o bien la intervención en un simple hueco te indica cómo tienes que acometer tu trabajo. Todo parte de la nada, pero antes tienes que observar mucho y ver qué te pide para poder visualizar la obra. Cada pieza tiene su particularidad. La abstracción en mi escultura tiene mucho que ver con la búsqueda de algo más espiritual, no tangible, casi inconcreto; en definitiva, es el tránsito por un camino en el que vas descubriendo lenguajes diferentes que me resultan más cercanos, más reconocibles, más propios, que se acercan y transcriben mis ideas.
Tras poner el punto final a esta exposición en la Ciudad del Adelantado, ¿qué proyectos le quedan por delante y en qué línea de trabajo va a insistir?
La verdad es que hoy no tengo claro en que otros proyectos embarcarme. Dependerá de muchas cosas, sobre todo de trabajar mucho. Diría que el próximo proyecto es ese: trabajar. Pienso que eso me dará pistas de lo que quiero hacer en el futuro. Siempre estoy en continua experimentación y ya tengo claro otros lenguajes y soportes a utilizar. Sacaré conclusiones de este proyecto y sobre eso seguiré trabajando.
¿Merece la pena todo este esfuerzo a pesar de que no siempre el arte es muy visitado o, peor aún, a veces se valora de forma tan despreocupada?
El artista tiene una misión, que es la de crear, y tiene que estar ajeno a lo demás. Siempre he dicho que un artista debe ser egoísta en su planteamiento, ya que son sus tripas las que pone sobre la mesa y el mundo que le rodea ayuda o perjudica, con lo que uno tiene que estar al margen de todas esas cuestiones. Hay que ser un gran observador y poder mostrar con libertad todo aquello que se siente y piensa. No hay que tener en cuenta ni los gustos ni a los censores ni los tiempos que nos tocan vivir: hay que crear sin condicionantes.
¿Cómo ve usted la creación plástica en la isla, en Canarias: las nuevas cosas que se hacen y ya conoce? ¿Cuáles son los autores y autoras que más lo han impactado o los que sigue con mayor atención?
El panorama artístico en las islas está bien. Hay diversidad y los artistas se mueven con más frecuencia; eso sí, con grandes esfuerzos y muchas dificultades por parte de ellos o de las galerías que los representan ya que las ayudas institucionales no llegan o no hay para todos y todas. Nos adaptamos a nuestras circunstancias, más viviendo tan apartados, pero esto ya sabíamos que iba a ser así. Se echa de menos mayor preocupación por la cultura, pero no la del escaparate. Me refiero a la de base, que es fundamental. Aun así, seguimos a lo nuestro, trabajando duro. Esto es lo importante. Sigo a muchos artistas que son inspiradores. La lista sería muy larga, pues aprendo mucho de todos y todas y los admiro, desde Anselm Kiefer, Georg Baselitz y Louise Bourgeois hasta Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Julio Blancas, Carlos Nicanor, Marco Alom, Enrique Oramas...
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