Aminatou Haidar, cercada para “evitar sobresaltos”

La tensión que rodeó su llegada a El Aaiún, capital administrativa del Sahara Occidental, ha dado paso ahora a una calma chicha, a pesar de que su casa sigue cercada por las fuerzas del orden marroquí. La activista Aminatu Haidar cumplirá este domingo por la noche un mes tras su regreso a la capital de la ex colonia española tras superar una dura huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, donde fue expulsada por Marruecos el 14 de noviembre.

Haidar aterrizaba ese día en el Sahara Occidental después de recibir en Nueva York el Premio al Coraje Civil de la Fundación Train. No situó a El Aaiún en Marruecos ni se identificó como marroquí en la ficha de control de pasajeros. Y aunque tanto ella como su entorno aseguran que había actuado de la misma manera en varias ocasiones, ésta la valió la expulsión.

El pasado 17 de diciembre, Marruecos accedía a su regreso tras intensas negociaciones diplomáticas con Francia y España, en las que también intervino Estados Unidos. Su vuelta convirtió a El Aaiún por una noche en una fiesta en la que participaron cientos de saharauis, que se concentraron en el barrio de la activista para darle la bienvenida lanzando proclamas saharauis.

Prevención

Para evitar que “actos de esta naturaleza” vuelvan a repetirse “poniendo en peligro la seguridad de la ciudad” y “perjudicando la actividad de nuestras arterias comerciales”, se ha mantenido hasta ahora el cerco policial que sigue rodeando la casa de la activista, señalan fuentes locales de la wilaya (gobierno) de El Aaiún.

Las mismas fuentes aseguran que Haidar no está en situación de arresto domiciliario. “Entra y sale de su casa cuando quiere, la vigilancia de las fuerzas del orden sólo tratan de evitar altercados”.

Lo cierto es que una barrera de policías y militares de las Fuerzas Auxiliares bloquea los accesos a la casa de la activista, donde sólo pueden entrar sin problemas hasta el momento sus familiares más cercanos, y “cuando la vigilancia se despista” también amigos y camaradas de Haidar.

La activista, apodada como la Ghandi saharaui, ha podido salir ya de su casa en varias ocasiones. “Ha salido al hamman, los baños tradicionales, alguna vez a hacer compras y a casa de algunos de sus compañeros de activismo, como la de Hamad Hmad o Djimi El Galia”, cuenta un familiar muy próximo que prefiere guardar el anonimato por miedo a represalias.

Recuperación

“Sí es cierto que ha salido ya de casa, pero en todas sus excursiones es perseguida por la policía”, cuenta su amiga El Galia, vicepresidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de los Derechos Humanos (Asvdh) al tiempo que se congratula de que “su salud va mejorando poco a poco y se está recuperando de su huelga de hambre”.

Contactar a Aminatu, en cualquier caso, “es imposible en estos momentos”, cuenta su compañero y también activista Bachir Lejfani. “Ni fuera de su casa, ni por teléfono, ni por ningún medio; su médico según nos cuenta la familia le ha prohibido hacer declaraciones hasta dentro de un tiempo para que no sufra sobresaltos”.

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