Yose Fernández consigue su objetivo: publicar una novela con crowdfunding

Yose Fernández junto a su novela 'Pensar un árbol'.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

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Consiguió el objetivo. El palmero Yose Fernández (Santa Cruz de La Palma, 1971), escritor y profesor de Filosofía, ha logrado publicar su novela Pensar un árbol gracias a una campaña de micromecenazgo, la primera que se realiza en la Isla para la edición de una obra literaria. “Con la publicación de la novela se cierra el proceso, que comenzó con el crowfounding por el mes de febrero, a través de la plataforma Verkami, y que continuó con la edición por parte de Ediciones El Drago con resultados excelentes, podríamos decir que inmejorables, pues se sobrepasó con creces el presupuesto inicial establecido para la publicación”, ha señalado a La Palma Ahora

Pensar un árbol cuenta en su primera edición con una tirada de 100 ejemplares y está también disponible bajo demanda a la editorial. Un total de 75 mecenas permitieron sacar a la luz esta interesante e intensa novela corta donde el autor juega a confundirse con el texto y recoge los sinsabores de la pérdida. En medio de este ciclo surge la personalidad del protagonista y su voluntad de escribir como artefacto necesario para garantizar su supervivencia. 

“La editorial ya ha hecho llegar los ejemplares y recompensas a sus respectivos mecenas, que se encuentran repartidos por toda el área peninsular, Canarias y, por supuesto, La Palma”, explica Yose, quien recuerda que “lo que comenzó siendo unas notas sueltas en la pantalla de un ordenador, sin mucho sentido ni tiento, y luego un manuscrito en papel, que más parecía un trabajo de clase, con el pasar de los meses se ha convertido, por fin, en un auténtico libro, que muestra una encuadernación cuidada, de textura al tacto agradable y que está excelentemente maquetada”. 

Pensar un árbol es la segunda referencia en el apartado de novela que Ediciones El Drago publica, con una presentación novedosa y a la vez original. Yose muestra también su agradecimiento al escritor y fotógrafo Roberto A. Cabrera, que le ha cedido de forma desinteresada la fotografía de portada y que, afirma, “recoge acertadamente el pulso de la obra”. 

La novela de Yose Fernández puede adquirirse ya en librerías de Madrid, Barcelona y Tenerife. En La Palma, Pensar un árbol se encuentra a la venta en la Librería Trasera de Santa Cruz de La Palma y en Librería Ler de Los Llanos de Aridane. En próximas fechas se llevará a cabo en ambos municipios la presentación de la obra a cargo del autor y de los invitados propuestos para el evento literario. 

El autor de Pensar un árbol asistió al Festival Hispanoamericano de Escritores celebrado recientemente en Los Llanos de Aridane y allí vivió “una anécdota literaria” que le gusta contar. “Llegué casi in extremis a la conferencia de Luis Goytisolo, y la verdad es que como me perdí el principio no me pareció gran cosa, mucha anécdota, pero tener allí a uno de los tres mejores escritores españoles del siglo XX no era cuestión de dejar pasar la oportunidad de intercambiar unas palabras con él (los otros dos son Juan Goytisolo, le di el pésame por su fallecimiento, y Juan Benet)”, cuenta. “Me pareció una persona cercana, sencilla, jovial, joven para los 83 años que tiene. Y me presenté sin más, el primero, tras la espantada de la gente, pues tengo la impresión de que casi nadie habría leído no más de uno o dos de sus libros. Con mi talega llena de toda su bibliografía, o casi, más de diez libros, y tras el intercambio de presentaciones, no se me ocurre otra cosa si no decirle que su presencia en La Palma era como si a nivel musical nos hubiera visitado Bob Dylan; y qué cara puso, creo que no me oyó bien, pues padece de cierta sordera”, detalla Yose, y prosigue: “Saco mi ejemplar de Antagonía, su obra cumbre (1.300 páginas, cuatro novelas en una...) y me la firma con un cordial saludo. Luego se lo llevan de acá para allá, pero sin mucha ceremonia, un poco perdido el hombre, pero siempre afable. Pasa un rato y me decido, llevaba un ejemplar de Pensar un árbol y para allá que voy, temblando, sin saber muy bien qué decirle, mostrándole mi veneración de nuevo... y él muy gustoso lo acepta, pero me pide que se lo dedique, como él me dedicó el suyo; casi sin poder escribir le apunto una patochada: que si era la luz de la literatura…, qué vergüenza, y ahí va ese hombre jovial, elegante, con el árbol bajo el brazo... qué puedo decir si no gracias a todos y a todas”.

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