Bodegas: fusión o defunción
El destino está cantado:
apunta a la defunción;
fusión es la solución,
la banca lo ha demostrado.
Un sector tan fragmentado
tiene corto porvenir
imposible competir
con la producción de fuera,
más rentable y traicionera
que no quiero describir.
Jócamo, 1.VIII.2023
NOTA: La fórmula es de sobra conocida y está ilustrada por numerosos ejemplos, que no siempre han culminado con éxito. En el fondo siempre late el mismo sentimiento: “cola de león o cabeza de ratón”.
Qué podemos decir para el sector vinícola que no se haya postulado ya para el sector platanero, donde el ideal de la comercialización bajo una “marca única para Canarias”, se ha frustrado en múltiples ocasiones por egoísmos y avaricias personales o colectivas, de ámbito local, insular o regional.
Sabemos que la fusión no será fácil, pero es evidente que en un campo semiabandonado, malamente sostenido por mano de obra envejecida y alguna subvención oportunista, no puede sostener la cantidad de bodegas “individuales o corporativas” existentes en La Palma.
Volvemos a los orígenes: resisten las bodeguitas para el consumo o el negocio (guachinche o similar) familiar, pero pretender abrir un nicho competitivo en el disputado mercado del vino, en las condiciones actuales, es una utopía.
Veo en La Palma una bodega insular única, acogida a la denominación de origen insular, refrendada por la Reserva Mundial de la Biosfera, con comercialización y reparto centralizado. A cualquier otra fórmula no le auguro buen futuro.
Muchos dirán que estoy equivocado o que soñar es gratis, pero miremos para el sector bancario, que sabe más de números que de sentimientos chovinistas: ¿Qué fue de la Caja de Ahorros Insular de La Palma?; o más reciente ¿qué fue de CajaCanarias o de la Caja de Canarias; más aún ¿qué fue de Bankia?
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