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Espacio de opinión de La Palma Ahora

Tres novelas, recientes, de lo mejor

Nicolás Melini

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He reseñado solo estas tres novelas por tratarse de las que me han parecido excepcionales de entre unas 30 del ámbito español publicadas mayoritariamente en 2013 y que he leído a lo largo de los últimos meses. Importante me parece señalar que no conozco a los autores.

'Paraísos', de Iosi Havilio

(Caballo de Troya, 2013, 350 pág.)

Ni siquiera sabemos su nombre. Su marido muere de pronto, atropellado, dejándola con un bebé pequeño, Simón. El hermano del marido, Jaime, se ocupa de los trámites. No parecen tener una buena relación ella y su cuñado, parece que éste nunca la considerara de la familia; ni él ni su mujer. La tratan con condescendencia. No volverán a verse después de la muerte del marido. Unos días después llega la orden de desalojo de la casa y la finca en la que viven ella y su hijo, que se encuentra en el campo, en un lugar llamado Open Door: hay una deuda y el propietario quiere recuperarla. Le ofrecen dinero, muy poco, para unos meses. No le queda más remedio que aceptar. Con su bebé a cuestas, deja la finca y se dirige a la ciudad, adonde llega justo el día de las inundaciones. Toma una habitación en un hotelucho regentado por una gallega. Allí conoce a una rumana, de Transilvania, Iris, que lleva 2 años en el país...

Relato lineal, 'Paraísos', de Iosi Havilio (Buenos Aires, Argentina, 1974), comienza con un suceso catártico que mancha al personaje principal en adelante. A partir de ese momento lo que mantiene nuestro interés es su vulnerabilidad, la posibilidad de que caiga, así como aquellos momentos en los que descubrimos que es capaz de seguir adelante a pesar de todo. Se trata también, en cierto modo, de una novela episódica. El transcurrir natural, en términos realistas, de la historia (tanto como el transcurso del tiempo y las acciones en intensidad cotidiana), permite al lector viajar despacio de pequeño episodio en pequeño episodio. El mayor logro de la estructura de esta novela (una estructura que no se ve) es conseguir, mediante un argumento nimio, dejar sitio a algo que debe parecerse mucho a la vida.

Lo excepcional de los personajes es su condición de gente corriente, como rara vez se encuentra esa condición expresada a través de la literatura. Al principio pensamos que esa mujer que protagoniza la historia va a ser menos capaz, que nada puede más que empeorar en su vida, pero no, se mantiene, sale adelante sutilmente, flota sobre su propia vulnerabilidad, ni más ni menos que como cualquiera de nosotros en nuestras propias vidas. Gracias a Iris comienza a trabajar en un zoo. Ahí conoce a varios compañeros. Yessica, la compañera que debe formarla pero la trata mal. Canetti, “con doble T”, jefe de ordenanza que se le pega y le propone presentarle a una persona que necesita que le pongan inyecciones todos los días, la señora se llama Tosca y es una gorda inmensa con un tumor benigno en el cogote. Ella se da cuenta de que Canetti le hace el favor porque quiere salir con ella, y se zafa. Tosca le comenta que arriba de su piso hay uno libre y le dice que puede ocuparlo a cambio de los pinchazos. Se traslada allí con su hijo. Es un sitio muy particular, un edificio ocupado desde hace décadas, conocido como el Buti por uno que murió resistiendo un desalojo allí 10 años atrás...

Novela escrita en un falso presente, presente histórico, de manera gélida, distante, contenida, acerada, que es la voz de la protagonista, el autor no incurre en frases buenas o demasiado literarias que no encajarían en la voz del personaje. Tampoco detiene su mirada en lo que no se detendría la suya. Parece cumplir el precepto de Hemingway, “escribe la historia, quita las frases buenas y mira a ver si todavía funciona”. El estilo, en su austeridad, resulta muy seductor. Expresa bien el dilema existencial de esta madre que de pronto pierde al hombre tosco del que se enamoró como “sin querer”, tardíamente, y, sola en el mundo, tiene que irse a la ciudad a buscarse la vida. Se trata de un estilo que permite al lector vivir la historia, y no es sencillo lo que consigue Iosi Havilio. Lo que podría parecer banal, no lo es en su caso, o, dicho de otro modo, lo banal no resulta nada banal escrito por este autor. Se interesa por todo aquello que no suele ser de interés para la literatura, algo que lo emparenta a muchos buenos cineastas contemporáneos, aquellos que depositan la mirada en sucesos de aparente baja intensidad dramática. En este sentido, 'Paraísos', de Iosi Havilio, resulta ser una novela rabiosamente contemporánea. Sin duda entre lo mejor que hemos leído últimamente.

Reseña publicada en la revista digital microrevista

'Memorias de Andrés Chiliquinga', de Carlos Arcos Cabrera

(Alfaguara Ecuador, Quito, 2013, 212 pág.)

Andrés Chiliquinga, músico Otavalo y dirigente indígena, se dirige a Nueva York invitado a participar en el curso Literaturas Andinas. Desconfiado como buen andino ante prácticamente todo lo que le acontece, al principio no puede menos que sentirse abrumado y, al oír hablar a los demás, hispanistas consumados, sentir lástima de sí mismo. Él es músico, no es estudiante de literatura, no sabe de qué modo se ha metido en este lío, hasta se plantea si no habrá gato encerrado y lo hayan metido ahí por alguna razón. La directora gringa del curso pide a una de las estudiantes que le ayude, y, además, le exime de las obligaciones de los demás. No tendrá que aplicar para nota. Y le encarga la lectura de 'Huasipungo' (1934), de Jorge Icaza, novela indigenista que habla de la gente que es como él. De hecho, enseguida descubre que uno de los protagonistas del libro lleva precisamente su nombre, Andrés Chiliquinga, y otro de los personajes principales el apellido de la estudiante (María Clara Pereira) que le ayuda. Pereira es un cacique y Andrés Chiliquinga un runa, un indio, como él. María Clara Pereira dice ser lesbiana, pero entre ella y él se establece una curiosa relación de camaradería que no parece postergar del todo la sensualidad; él la coge por la cintura y ella le pasa el brazo por el hombro cuando pasean por el campus y sus alrededores.

La historia que Carlos Arcos narra, 'Memorias de Andrés Chiliquinga', transcurre entre las clases, la habitación de la universidad en la que Andrés se hospeda, la biblioteca en la que él y María Clara preparan sus respectivos trabajos, las salidas a restaurantes y algún bolo que el músico realiza con un viejo amigo que vive en la ciudad. Aunque se siente en desventaja intelectual con todo el mundo, Andrés es un tipo cosmopolita, conoce toda Europa; todos los años viaja a Holanda, donde se junta con varios músicos Otavalos y se va con ellos en una furgoneta a recorrer el continente, haciendo buenos dineros tocando y pidiendo en las calles de las ciudades. Además, recientemente Andrés ha participado en la revuelta que ha tumbado al Mahuad en Ecuador, y que, finalmente, tras un brevísimo gobierno en el que los indígenas participan, acaba con un acuerdo para que gobierne el país Gustavo Noboa, así que se ha convertido en un líder indígena (aunque, tal como lo cuenta, ha debido de ser casi a su pesar).

El relato del viaje de Andrés y su estancia en EE.UU. es franco: hombre que llega de fuera y se enfrenta a una realidad que desconoce. Choque de culturas (con la sutileza en ese choque que es propia de un mundo que está muy mezclado y tiende a mezclarse cada vez más). El proceso del personaje, a lo largo de la historia, es un proceso identitario, de confrontación con su pasado y de recomposición de quién es ahora. Andrés Chiliquinga, que parecía tener muy claro quién era, entra en crisis al enfrentar nueva información acerca del pasado de los suyos y tener que vérselas intelectualmente con lo que no es propio de su oficio ni de su condición; y de esa crisis sale un hombre distinto. La lectura de la novela de Icaza enfrenta la visión del indígena actual a la que el autor kitchwahablante arroja sobre su pueblo. Como andino, además, no acaba de comprender que lo que allí lee no sea real –o no tenga nada que ver literalmente con él (y con su tutora)—, lo que propicia interesantes reflexiones sobre la literatura; sobre ficción y realidad, etc. Su tocayo le visita mágicamente en sueños que parecen reales. Su visión de la novela no puede ser la de un hispanista, y parece que eso le piden: que no trate de imitar a los otros, que hable de lo que siente al leer el libro, nada más. Sospecha incluso que se trata de un experimento, o que se encuentra ahí porque los gringos quieren saber lo que piensa, al darse cuenta estos de que los indios son lo suficientemente fuertes para tumbar a un presidente que era amigo de ellos.

Novela narrada en primera persona en la voz del personaje principal, este resulta un personaje completo, del que conocemos y reconocemos matices prácticos, prejuicios, talentos, su forma de expresarse, y la vertiginosa evolución de su compleja identidad desde el principio hasta el final de la novela. En este sentido, el personaje protagonista de esta novela resulta espectacular. El resto de los personajes de la novela, vividos desde la perspectiva de Andrés Chiliquinga, son verosímiles, interesantes (más los más próximos a él que aquellos con los que no tiene que interactuar), y, sobre todo, ayudan de manera determinante a que accedamos a los matices más variados de la identidad compleja de Andrés; incluidos en este caso los personajes de la novela que está leyendo.

El de esta novela es un estilo realista casi funcional, en la medida que podríamos considerar que lo es el empleado, por ejemplo, en el 'Lazarillo de Tormes'. No hay una propuesta de esteta. Lo más interesante es cómo se mezcla y confronta el lenguaje propio del personaje principal con el nuestro o con el lenguaje propio de aquellos a los que encuentra en EE.UU. Más que en la escritura, la estética de la novela se juega en un plano sociológico, y en este sentido se trata de un relato muy lúcido, capaz de ofrecernos matices muy interesantes de todo lo que nos cuenta. Es una literatura estupenda porque para transmitirnos esos matices debe acertar con los significados de un modo que resulten polisémicos, ofreciendo al lector la posibilidad de discernir entre los matices que confluyen en una misma frase, hecho o descripción. La novela, por ello, se encuentra cargada de sentido. Parece inaugurar su propio espacio literario, el del personaje, y tiene mérito porque se trata de un espacio que, como sucede hoy, abarca mucho más que un país o etnia o clase social o tiempo histórico. Es el lugar de Andrés Chiliquinga en un mundo globalizado. Una identidad cada vez más compleja. Y que evoluciona deprisa.

Reseña publicada en la revista digital OtroLunes

'Divorcio en el aire', de Gonzalo Torné

(Literatuta Mondadori, 2013, 305 páginas)

Jon comienza narrando un viaje con su mujer, Helen, a un balneario, como intento in extremis para salvar su matrimonio, una relación dialécticamente tortuosa. Ambos quieren pero parecen no poder arreglar las cosas. Helen corre y desaparece y él va tras ella. Jon se remonta a los tiempos en que se conocieran en Madrid y comienza a contárselo a su segunda mujer, un matrimonio posterior al de Helen. Uno de los grandes hallazgos de 'Divorcio en el aire' es el modo en que el autor maneja el tiempo de la historia, cómo pasa de un tiempo a otro sin previo aviso, estableciendo a cada paso un singular vaivén desde el pasado a un tiempo aún más remoto, y luego al presente, que es un tiempo muy posterior al del arranque de la novela... Gonzalo Torné moldea el tiempo para dar cabida a su antojo a los más minuciosos detalles de la historia, para alcanzar niveles extremadamente íntimos, psicológicos, y además hacerlo por extenso sin que la historia pierda interés (al contrario).

En uno de esos saltos sin previo aviso, Jon y Helen (un joven catalán de familia burguesa que corre el peligro de venirse a menos y una joven norteamericana que disfruta de las noches locas de España) se instalan en Barcelona, donde él comienza ocultándole a su familia. Finalmente accede a presentarle a algún miembro de esta: su madre se encuentra en un piso, sola, medio loca desde antes de que su padre la dejara. En esa primera visita, Helen descubre también algo terrible sobre el padre de Jon.

Los personajes de 'Divorcio en el aire' resultan extraordinarios por la minuciosidad y el rigor con el que sus vidas están contadas. La voz de Jon, personaje principal y narrador, resulta lúcida y analiza hasta un extremo radiográfico sus sentimientos ante cada situación que se le hubo planteado, y tampoco escatima en elucubraciones sobre lo que cree que sucedió a los demás personajes en cada preciso momento. Jon atesora además una forma muy personal e inimitable de ver las cosas. Es un personaje específico. Resulta memorable por su modo de razonar e interpretar el mundo.

Los personajes de 'Divorcio en el aire' están perfectamente poli dimensionados gracias a la voz compleja del narrador, y resultan conmovedoramente reales. Helen, sexualmente muy placentera, una amante que parece tener las mismas apetencias que un tío, que cae en el alcoholismo a fuerza de divertirse con su marido en la noche barcelonesa, con aspiraciones sociales pero que no encaja en la alta sociedad catalana a la que él pertenece, de la que él parece huir porque observa que sus negocios se van al garete y cree que están más seguros –tanto él como ella— si pone un poco de distancia con personas que no les perdonarán su ruina, que no dudarán en humillarlos llegado el momento. La hermana de Jon, que no puede tener hijos, casada con un empresario enclenque en cuanto su padre desaparece, más por guarecerse que por amor, lo que admite con cinismo, y que tiene una capacidad verbal descomunal para humillar a su hermano –que no se defiende por pena hacia ella— y joderle la vida y su matrimonio por simple y llano resentimiento. Los personajes están bien insertados en el espacio histórico, a través de ellos se sugiere y narra complejamente la sociedad en la que se mueven. El autor consigue situar la narración en un plano al que solo se puede acceder a través de la buena literatura.

El estilo es lo suficientemente personal e intransferible, excepcionalmente interesante por literariamente específico en las apreciaciones que el protagonista realiza sobre la realidad: prácticamente en cada frase el narrador dice algo que nos espabila por cómo está dicho y la rotura de algún cliché o la sorpresa de transgredir la previsibilidad de lo dicho para acabar convirtiéndolo en algo original y bien encarnado en la voz del personaje. La novela resulta densa, pero no por retórica, sino porque al conseguir situar la narración en planos que son de calado psicológico y sociológico prácticamente en cada frase acaece algo de cierta relevancia. Admirable y talentoso trabajo el de Gonzalo Torné.

Reseña publicada en la revista digital OtroLunes

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