Salud Mental lleva la rehabilitación psiquiátrica al Centro Penitenciario de La Palma
La Asociación Salud Mental La Palma incrementa sus servicios en el Centro Penitenciario de La Palma. “De los ya conocidos y durante varios años ejecutados Talleres para el desarrollo de habilidades sociales dentro del programa Promoviendo la salud mental en el Centro Penitenciario, ahora ampliamos nuestros servicios con un nuevo proyecto de apoyo a la rehabilitación psiquiátrica”, informa la entidad en nota de prensa.
“La situación de estar en prisión, la privación de libertad, es una de las experiencias más traumáticas que puede vivir un ser humano. Este medio expone a la persona a una separación familiar, a un ritmo horario no elegido, a una limitación de movimientos, a una convivencia involuntaria, etc., que, lógicamente, pueden influir negativamente en la salud”, subraya.
“Con la experiencia que hemos vivido toda la ciudadanía de encierro con el Covid-19 y sin poder compararlo con la privación de libertad como es la cárcel, podemos ponernos, más que nunca, en la situación de las personas reclusas en un centro penitenciario”, apunta.
“La existencia de personas aquejadas de enfermedades mentales internadas en centros penitenciarios es una realidad. En muchos casos, la enfermedad mental se halla en el origen del delito que estas personas cometieron”, sostiene.
“En ocasiones, la prisión se utiliza como un recurso de carácter asistencial a estas personas, que no han sido tratadas en su vida en libertad. En este sentido, la prisión constituye muchas veces la única alternativa realmente disponible ante las deficiencias de las políticas preventivas o de los dispositivos asistenciales comunitarios que, en general, deberían ser los utilizados como de primera elección”, defiende.
“En cualquier caso, la institución penitenciaria no puede ni debe minusvalorar el problema. Hay que reflexionar sobre el papel de los servicios de salud mental comunitarios y en qué medida un adecuado seguimiento de la persona con problemas de salud mental puede evitar situaciones que conduzcan a la reclusión”, recalca.
“Hay que hacerlo igualmente sobre la relación entre la enfermedad mental y la responsabilidad penal, analizando las relaciones reales entre el sistema de salud y el sistema penitenciario a la hora de asegurar la atención que estas personas precisan”, apunta.
“También, en el seno de la propia institución penitenciaria, hay que dar respuesta a la realidad objetiva que supone la presencia del enfermo mental en la prisión y a la pregunta de en qué medida la persona con enfermedad mental recibe una atención equiparable a la que se les ofertada a las personas enfermas del resto de patologías”, remarca.
“Por último, hay que reflexionar sobre la situación de estas personas cuando, una vez libres, al volver a la sociedad, se pueden encontrar perdidas y cargando con la doble estigmatización derivada de su condición de persona con enfermedad mental y de ex presa”, resalta.
“En nuestros talleres, en los últimos años, estas labores las realizaba un trabajador o trabajadora social, pero en este proyecto incorporaremos un psiquiatra con el objetivo de mejorar la salud mental en el medio penitenciario, proporcionando a los usuarios y usuarias herramientas para vivir el día a día; preparar al interno para su futura salida a la sociedad; formar mediadores de salud mental que puedan trabajar como apoyo e influir en su medio; atender demandas puntuales; informar, si es necesario y el usuario lo autoriza, al trabajador social del centro; ofrecer escucha activa (no es un objetivo como tal, pero es lo que más necesitan), e informar, asesorar y orientar, en su caso, de los recursos que precisen”, detalla Salud Mental La Palma.
“Trabajamos con los reclusos y reclusas la salud psicosocial, el equilibrio mental y emocional como integrantes de una sociedad, constituyéndose nuestro servicio en un elemento fundamental que ayuda al desarrollo integral y a la promoción de hábitos saludables”, concluye.
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