El tesoro vegetal de los riscos de La Caldera
La orografía y las condiciones climáticas presentes en el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente determinan la vegetación existente. El pino canario (Pinus canariensis), símbolo vegetal de La Palma, es el mejor representante del tesoro botánico de la catedral de la Naturaleza de la Isla. Sin embargo, “en las paredes más escarpadas del Parque, donde el pinar apenas tiene acceso, queda libre el espacio para la comunidad de plantas rupícolas (amantes de las rocas), que es extraordinariamente rica y variada”, señala Jonás Rodríguez, guía del principal espacio natural protegido de La Palma.
Indica que “el principal problema al que se enfrentan estas plantas, además de la falta de suelo, es la sequía”. Para superar “la larga sequía que caracteriza este medio rocoso, algunas especies acumulan agua en sus hojas durante la época de lluvias, dosificándola en los meses secos. Así lo hacen los abundantísimos bejeques que pueblan estos riscos, plantas crasas de hojas arrosetadas y floración espectacular, tal vez las mejor adaptadas a estos enclaves verticales”.
Otras especies de “los roquedos se desprenden de sus hojas en la época seca reduciendo así la superficie transpirante, vegetales de aspecto arcaico, muy extendidos en estos ambientes”.
Apunta que “son muy variadas las curiosidades botánicas que se refugian en este medio, tal vez el mejor conservado por ser de difícil acceso para los herbívoros y apenas sufrir el castigo del fuego”. Este mundo vegetal colgante, añade, está formado por “cabezotes, cinco uñas, gacias, pimpinelas, coles de risco, vinagreras, tagasastes, silenes, hierbas capitanas, lechugones y una larga lista de plantas capaces de enraizar en las fisuras de las rocas”.
Con las primeras lluvias, comenta, “las paredes rocosas, sobre todo las más umbrías, se recubren de la noche a la mañana con un fino tapiz verdoso apreciable a simple vista desde lejos. Se trata de musgos y líquenes que se hinchan tras recibir el agua”.
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