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Risco Caído: seis años de patrimonio mundial, catorce de una idea
Risco Caído lo dio a conocer Julio Cuenca, junto a Pepe Montelongo y Pilar Ramos, entre otros. En el año 2011 se puso en marcha la primera actuación, y poco después surge la ocurrencia: ¿Por qué no presentar Risco Caído a Patrimonio Mundial? El expresidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, el consejero, la alcaldesa de Artenara y el director insular, en una visita al yacimiento, apoyan la idea. Fue clave el apoyo del Cabildo, con un acuerdo plenario; del Gobierno de Canarias, encargado de presentar el expediente; y del ministerio y de una persona, imprescindible en este proceso, Cipriano Marín. Pero lo que consiguió el patrimonio mundial fue el esfuerzo de mucha gente y una fuerte convicción de que nuestra isla tiene méritos para ser un referente mundial de las culturas.
Minutos antes de defender el expediente pedí un mapa. Los representantes de las distintas comunidades autónomas lo vieron y tomaron conciencia de que éramos un archipiélago africano a 2.000 kilómetros de Europa. Empezó a entenderse lo excepcional de ser islas habitadas por culturas africanas amaziges, que no eran herederas ni de íberos, romanos, visigodos o musulmanes, y de las que aún tenemos pervivencias.
La primera tarea era sostener un patrimonio hecho una ruina. El primer milagro: adquirir la propiedad, gracias a unas afortunadas coincidencias. Por un lado, las gestiones de Julio Cuenca y Juan Cubas; por otro, la buena disposición de Pedro Melián, sus primos, Leonardo o Pino; y la gran experiencia y predisposición de Germán Grimón, responsable de Patrimonio del Cabildo que, hilvanando todas las posibilidades jurídicas y administrativas, pudo comprar unos bienes que están debajo de la tierra y no figuraban en el catastro. Esta adquisición suponía cortocircuitar una herencia venida de lejos. Pedro Melián me dijo: “Prefiero que se la quede el Cabildo para que sea de todos, pero tienen que cuidarla”. Además de unas cuevas, adquirimos una gran responsabilidad.
Otro de los milagros fue dar con la gente adecuada. Pequeñas empresas locales, Juan Ventura, Matías García o Paco Romero, trabajaron con un exquisito asesoramiento técnico: El arquitecto José Miguel Márquez, el CSIC y P. Tuner; los geólogos Ismael Solaz, Francis Fernández, el ingeniero J. A. Solanilla. La monitorización geofísica y microclimática la han hecho los físicos Vicente y Kevin Soler. Participaron la empresa Ring, de trabajo vertical, Propac, en las excavaciones arqueológicas, el topógrafo C. Gil, las restauradoras S. Argano, I. Senén y la mula de Víctor. No podíamos meter maquinaria; no podíamos llevar helicópteros, porque la vibración afectaba a la visera. Una mula trasladó toneladas de material y equipos. Tuvo un papel muy importante el arquitecto técnico de Patrimonio Histórico Gonzalo Santana por su experiencia, seguridad y el apoyo de J. L. Moreno.
Incorporamos a dos asesores con experiencia internacional, Michel Cotte y Clive Ruggle, participando J. A. Belmonte y el arqueólogo José Guillén, que ha dirigido la investigación y conservación del Paisaje Cultural. Hay que destacar las Jornadas de Risco Caído. Por sus once ediciones pasaron reconocidos científicos locales e internacionales. Apoyamos la celebración del Congreso Internacional de Arqueoastronomía para la difusión del paisaje cultural contamos con los mejores técnicos en fotografía, videos, recreaciones virtuales, como Nacho González, Javier Gil, Chedey Reyes, Tarek Ode, Beatriz Chinea o Ulises Morales, entre otros.
Para el desarrollo del proyecto, se puso en marcha una estructura de gestión adaptada a múltiples necesidades, la Comisión de Seguimiento, a iniciativa del presidente del Cabildo, Antonio Morales, con una amplia participación de muchas áreas del Cabildo, y con una sorprendente periodicidad mensual. Eran reuniones no sólo para decidir, sino para debatir problemas complejos que servían para orientar la gestión diaria. Fue muy importante la autonomía del proyecto Patrimonio Mundial, con financiación propia y un equipo específico a través de un PET. Un capital humano, parte del cual debería seguir por su gran experiencia.
El Servicio de Patrimonio Histórico tuvo un gran papel, sobre todo su jefa de Servicio, Raquel Artiles, el área de difusión, con Juani y José del Rosario y, sobre todo, el trabajo del personal de administración. Un área que siempre nos apoyó fue Protocolo. Estoy convencido de que sintió como propia esta aventura. Hay que destacar el trabajo de varias empresas como Adaya para los eventos, Gaia para los diseños museográficos, o Fastum Arte por la magnífica reproducción de la cueva principal de Risco Caído y de numerosas personas que participaron en proyectos de diferente tipo.
Podemos decir que la forma de gestionar el expediente ayudó mucho a que existiera un amplio consenso social y sobre todo político de la candidatura, algo que no siempre es fácil en esta tierra. Entre ese apoyo quisiera destacar la labor de los ayuntamientos del Paisaje Cultural. Sin ellos no tendría sentido gestionar ese amplio territorio.
No podría existir un paisaje cultural Patrimonio Mundial sin su gente; sin las personas que han heredado los valores excepcionales y que siguen en el día a día haciendo territorio y cultura allá arriba. Quiero recordar a quienes fueron aliento para este proyecto, como Miguel Medina o Marquito, que nos dejó con 103 años. A quienes sostienen los valores que el mundo reconoció: Mary León, Jeny, Víctor, los pastores Ismael, Ruymán, Pepe el de Pabón, las hermanas Mayor, a Edarte, a J. A. Luján, Fina, y a los esfuerzos por articular procesos participativos, con iniciativas independientes o desde el Cabildo, con profesionales muy cercanos a la gente, como Ana Moreno o Teresa Artiles.
Uno de los elementos más importantes que puso en marcha la candidatura de Risco Caído fue la red de centros de interpretación. Somos partidarios de una gestión directa desde la población de la cumbre, pero no había recursos articulados ni experiencia. Creo que fue un acierto contar con Tragsa. Es un mérito que sigan funcionando y que haya contado con gente joven de la cumbre. La red de centros ha contribuido a crear puestos de trabajo y a aumentar un poquito la población del Paisaje Cultural y ha potenciado la economía de la cumbre. Mientras el 30% de los patrimonios mundiales cerraron durante la COVID, nosotros los mantuvimos abiertos, dando vida y beneficio en esos duros momentos.
Hubo que sortear pruebas muy difíciles, como la evaluación de París o la visita de la evaluadora. Recuerdo el impresionante acto en la bodega Agala con la presencia de mucha gente de la cumbre y una actuación memorable de Pedro Afonso, cantando Sombras del Nublo. Un acto que reflejaba, en directo, la autenticidad de esos valores.
Y llegó el veredicto en Bakú. Ante cientos de países y culturas, comprobamos lo poco conscientes que éramos de la joya que poseíamos. La declaración, más que un título, es una responsabilidad. Risco Caído pertenece al mundo. Su gestión la evalúa la UNESCO, que aceptó que fuera el Cabildo el órgano encargado. Ese compromiso nos obligó a tomar decisiones difíciles. La ubicación del radiotelescopio, la instalación de un glamping o que pasara el camino de Santiago por la cumbre, generaron muchos debates, pero no podíamos poner en riesgo los valores universales excepcionales. No podemos permitir un modelo de turismo insostenible y masificado, o que pretenda desvirtuar los valores auténticos del Paisaje Cultural. Hay que apostar por otros modelos que creen beneficios y sean respetuosos. Es necesario apoyar al sector primario para generar economía y para que no desaparezca la base material e inmaterial de los valores que sustentan este logro.
Son muchas las iniciativas desde Patrimonio Mundial. Apostamos por la cultura amazigh, con encuentros de jóvenes y con unas jornadas de expertos internacionales. Se hacen actividades en la cumbre, se crean los GR. Conseguimos la iniciativa Starlight, con el Patronato de Turismo. Impulsamos la dimensión artística del Patrimonio Mundial con un concierto de la compositora Laura Vega, con exposiciones, performances, experiencias creativas con la infancia de la cumbre. Apoyamos proyectos educativos como Cancionero Isleño y La Huella de los Canarii que, con la Fundación Lidia García, lleva a cientos de estudiantes a convivir con los sabios de la tierra en el patrimonio mundial.
Tuvimos que sobreponernos a retos inimaginables, como al tremendo incendio un mes después de que nos declararan Patrimonio Mundial. Se quemó más de la mitad del paisaje cultural. Y todo con la atenta mirada de la UNESCO, quien en la declaración nos puso siete condicionantes. El centro de gestión en Tejeda está terminado, pero es necesaria una gestión activa en el territorio. Se ha potenciado la investigación y la conservación, creándose una comisión científica y firmándose convenios con las universidades canarias. Se llevan a cabo excavaciones arqueológicas sistemáticas por primera vez en la cumbre y diagnósticos de conservación. Está en marcha el órgano de participación.
El requerimiento más complejo es el modelo de gestión. Con la idea de simplificar la gestión de la Reserva de la Biosfera y el Patrimonio Mundial, se optó por una multidesignación. Es importante esa coordinación, pero no se puede perder la independencia de las partes. No es el instituto lo que protege la UNESCO. El instituto es una buena fórmula para gestionar el territorio, los centros, para la difusión o el impulso económico, pero es necesaria una dirección técnica del Patrimonio Mundial centrada en la conservación e integridad de los bienes. Aunque las competencias de patrimonio cultural son del Cabildo, la normativa, la administración y el personal especializado lo tiene Patrimonio Histórico; habría que buscar competencias compartidas.
Es pronto para valorar el modelo de gestión. Hay que recuperar la coordinación y participación de las áreas del Cabildo, a nivel político y técnico. A veces no es importante el dinero, sino poder gestionarlo. El personal es un elemento fundamental para llevar a cabo un proyecto de esta envergadura. No es responsabilidad de nadie, sino de un marco jurídico y administrativo que ahoga lo público. Y como me jubilé del Cabildo, pero no de la vida, espero seguir echando una mano en este hermoso proyecto.
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