Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
PELICULAS QUE DEBES VER SI TE PASAS POR SITGES 2014. RURÔNI KENSHIN: KYÔTO TAIKA-HEN Y RURÔNI KENSHIN: DENSETSU NO SAIGO-HEN
Si hay un adjetivo que sirva para definir Rurôni Kenshin: Kyôto Taika-hen y Rurôni Kenshin: Densetsu no saigo-hen este es, sin lugar a dudas épico. Ambas películas son épicas tanto por la historia que nos cuentan como por los personajes que las protagonizan, sin importar de qué bando sean. El valor, el coraje y las habilidades para el combate no saben de adjetivos, de banderas o de ideologías. Esos asuntos tan mundanos y corruptos son pasto de quienes manejan los hilos del poder y que, cuando no quieren mancharse las manos, recurren a seres tales como Kenshin Himura (Takeru Sato) y Makoto Shishio (Tatsuya Fujiwara) Los dos fueron despiadados asesinos al servicio de un gobierno que luego de hacer uso y abuso de ellos, decidió “retirarlos” como si se tratara de piezas defectuosas de una máquina vieja.
El Japón medieval había terminado la nueva era imponía unas reglas de comportamiento bien distintas. Kenshin Himura logró salvarse de la quema pero Makoto Shishio corrió peor suerte y sufrió, en su propia carne, la traición de quienes, un momento antes, lo usaban como ariete para lograr sus propósitos.
Sin saber ni cómo ni porqué, Makoto Shishio no murió sino que sobrevivió para encontrar el camino que le llevaría hasta quienes le traicionaron. Ya se sabe que la venganza en un plato que se debe servir frío pero, en este caso, Shishio hizo suyo el fuego del averno y con sus acciones puso en jaque a todos aquellos que apoyaban la nueva era.
¿Y entonces? Pues muy fácil, con llamar a quien fue nuestro asesino número uno, todo resuelto, pensaron los conspiradores que casi acaban con la vida de Himura y Kenshin. Fácil de decir y difícil de lograr, más cuando el primero se juramentó para no volver a matar, nunca más, tras las secuelas, físicas y mentales que le acarreó su pasado como espadachín sanguinario e implacable.
Sin embargo, quienes manejan los hilos, no son de los que aceptan un no por respuesta y, aun sabiendo que el escenario que le proponían era un camino sin retorno, Kenshin aceptó, fiel a su sentido del honor y la responsabilidad, herencia directa de un código que, con la nueva era, se olvidó.
Por fortuna para el guerrero de las cicatrices en su rostro, su viaje no lo haría en solitario sino acompañado de Kaoru Kamiya (Emi Takei) la idealista profesora de dojo que le dio a Kenshin la segunda oportunidad que Shishio no tuvo. Después están Yahiko Myojin (Kaito Ōyagi), el joven aprendiz que aspira a ser como Kenshin y Sanosuke Sagara (Munetaka Aoki), el matón leal y de buen corazón siempre dispuesto a luchar junto a su amigo. El último en discordia será Hajime Saito (Yōsuke Eguchi), excapitán de la fuerza especial Shinsengumi, creada para proteger al Shogunato en sus últimos momentos y que ahora forma parte de la policía del nuevo régimen. Hajime Saito desteta el trato porque sabe que quien lo ha propuesto traicionara la confianza de Kenshin pero también sabe que no puede oponerse a las normas impuestas por el nuevo gobierno.
Más tarde y ya de camino para encontrarse con las fuerzas acuñadas por Shishio, Kenshin se cruzará con Makimachi Misao (Tao Tsuchiya), una integrante de los guerreros secretos de Edo y con su prometido, el excapitán Shinomori Aoshi (Yusuke Iseya), éste último empeñado en derrotar a Kenshin para demostrar que es el mejor guerrero del país.
Mientras todo esto ocurre, Shishio ira desgranando los entresijos de su elaborado plan para acabar con esta nueva era, sin prisas pero con la precisión de una máquina bien engrasada y secundado por quienes disfrutan con la muerte y la destrucción como modo de vida. Por ello todo ello, Kenshin sufrirá una primera derrota que lo llevará hasta el mismo comienzo de su vida como guerrero, en el instante en el que su vida se cruzó con la de Hiko Seijuro (Masaharu Fukuyama) su maestro a quien conoció quince años atrás. Gracias a este recurso, conoceremos el origen de la trágica existencia de Kenshin y quién fue el responsable de forjar el carácter de un guerrero en el más amplio sentido de la palabra.
¿Piensan que les he contado mucho? Pues ni lo piensen, tan siquiera por un instante. Ambas películas escoden muchos más secretos, muchos más elementos que las hacen grandiosas y, como dije al principio de este artículo, épicas y si, además, se tiene la oportunidad de verlas ambas seguidas, el placer es doble porque, una vez que se empiezan a ver, resulta del todo imposible parar de verlas.
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Sobre este blog
Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.